La personalidad perdida en la calle Real

Sergio Arribas
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La impersonalidad delcomercio globalizado ha ganado la partida. Poco queda de aquella calle Real llena de comercios variopintos.

Pañerías Herrero es hoy el Volapié. - Foto: M.RODERA

Es la calle más vivida y transitada, que tiene tres nombres y solo se denomina con uno. La calle Real es una calle franquiciada, ha perdido personalidad, es la representación de la Gran Vía de Madrid o la calle Sierpes de Sevilla. Son los mismos comercios en todas las ciudades.  Donde antes había tiendas de paños, corseterias, barberías o tiendas de ortopedia o librerías religiosas hoy hay grandes cadenas de ropa, hostelería.

La impersonalidad del comercio globalizado ha ganado la partida. Pero no siempre fue así. A finales del XIX y principios del XX, la calle ya se antojaba bulliciosa, con carromatos de caballos en labores de carga y descarga para suministrar a los numerosos y dispares comercios que la poblaban, muchos con fachadas de madera; desde sastrerías y tiendas de paños hasta funerarias, tal y como relató el escritor y coleccionista Juan Pedro Velasco (Revista Cultural de Segovia, marzo 2000). Entre las tiendas, estaban ‘El Carmen, esterías y horchaterías’, donde su dueña vendía lo mismo una estera como horchatas, leche merengada o limón helado; ‘El Gran Salón de Peluquería’ de Florentino Calle y ‘La Gran Sombrerería’ de E. López Rincón. En el recorrido, La Confianza, casa especial de chocolates «elaborados a brazo»; la confitería, cerería y ultramarinos de Casimiro Fernández; los calzados de Pedro de Benito, que vendía «botas de charol de una pieza para militares» o la farmacia de la que era titular Julio de la Torre, especializada en vinos de quina, peptona, gliceo-fosfatos, lola y lecitina granulada y pildoras de hierro y manganeso.

En 1902 la ‘Droguería y Perfumería’ de Francisco M. Marcos vendía Kisleyt, un remedio contra «la impotencia, debilidad sexual en el hombre». ‘El Pedal Segoviano’ alquilaba bicicletas; y en la Plazuela del Corpus se asentaba `El Carmen Funeraria’ de José Pérez Villamil que contaba con un completo surtido de cajas mortuorias y una carroza de primera, estilo Luis XV, tirada por cuatro caballos. 

Novedades Bella es ahora la floristeria El Jardín.Novedades Bella es ahora la floristeria El Jardín. - Foto: M.RODERA

Si variopintos eran aquellos comercios, no lo fueron menos los que se establecieron a lo largo del siglo XX, de los que existe testimonio gráfico, gracias a la recopilación de fotografías que realizó la Cámara de Comercio,digitalizadas por la empresa segoviana Archybox; y la muestra sobre la Calle Real que, en 2011, albergó el Museo Rodera Robles.

El local que ocupó Casa Solera es hoy la cafetería Granier.
El local que ocupó Casa Solera es hoy la cafetería Granier. - Foto: M.RODERA

En la memoria colectiva, el Ultramarinos Spar, junto a la Plaza Mayor, la droguería y perfumería Velasco, donde se revelaban carretes fotográficos; la ferretería Los Leones, Cuadros Salcedo, la tienda de ropa Casa Fermín, Discos Mozo, Casa Ulpiano, Confitería de Las Baldomeras, Casa Solera, Juguetería La Infantil, Fotografía Unturbe —que luego pasó a José María Heredero—, Calzados Matías, Muebles Román López, Lejías y Jabones La Fuencisla, Rufiner, Viuda de Mauro Lozano, Ferretería Arana...
En esta lista de tiendas, comercios o bares que integraron —y algunos todavía integran— la calle Real figuran `El Portalón’, el centro recreativo `El Jarama’, Bar Castilla, Zapatería El Sol, La Tropical, Los Chicos, o la librería religiosa La Fuencisla.