A Manu González no le sorprendió el partido. Llegó a Murcia advertido de que le esperaba un campo pequeño y de césped artificial en malas condiciones y aleccionó a los suyos en ese sentido. Fútbol directo, cero pérdidas en campo propio y aguardar el fallo del rival. Sus futbolistas parecieron seguir las instrucciones del técnico gimnástico, que además se blindó al alistar desde el inicio a Domingo.

Para el aficionado segoviano o para el neutral, el partido resultó un castigo. Se entiende que en esta pedanía de Murcia están acostumbrados a este tipo de fútbol, al menos cada vez que se miden dos rivales de cierta entidad. El juego de toque y asociación quedó para otro día en medio del agobio de cada jugador por no perder el balón en una zona comprometida.

Pero incluso en partidos así aparecen las ocasiones de gol. La tuvo Rubén Yubero -que probó desde fuera del área al portero del Churra, muy seguro los 90 minutos- y la embocó Agus Alonso, aunque en fuera de juego. A nivel ofensivo, de los murcianos sólo se tuvo noticias al filo del descanso y al poco de comenzar la segunda mitad, pero la amenazaba sobrevolaba en cada balón largo y en cada jugada de estrategia. Hasta los saques de banda servían para alimentar su esperanza.

Es de suponer que la Segoviana impondrá en La Albuera su mayor bagaje futbolístico, pero de momento la eliminatoria está igualada y, en el desenlace, los goles del Churra valdrán doble. Mika acarició la opción de hacer la diferencia, pero esta vez no exhibió la pegada que le ha convertido en uno de los delanteros del año en Tercera.

La duda que deja el partido es si la Segoviana podría haber sido más fiel a su ideario futbolístico. Ni siquiera lo intentó, seguramente con razón, aunque como siempre en el fútbol el aprobado o el suspendido dependerá del final que tenga la eliminatoria. Como dicen algunos con las elecciones, todavía queda la segunda vuelta.