20 años de calor natural

Cristina Sancho
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La planta de biomasa de Cuéllar proporciona agua caliente y calefacción a más de 200 vecinos y seis edificios municipales y afronta el reto de incrementar el número de usuarios.

20 años de calor natural

C uéllar fue pionera en la implantación de una red de calefacción y agua caliente por biomasa. El 1 de marzo de 1999 echó a andar tras las pertinentes pruebas un proyecto que aunaba tecnología, innovación, ahorro económico y energético y sobre todo impacto en el medio ambiente. Desde entonces la planta de biomasa de Cuéllar ha pasado por diversas fases pero, sin duda, la modernización más importante para los usuarios se producía hace apenas un año con la instalación de contadores individuales que permiten a los usuarios conocer el consumo que cada uno realiza. Este hecho supuso también la renovación de los contratos por 15 años con las comunidades de vecinos a las que presta servicio la planta y una modificación en la forma de facturación bimensual, ya que se pasaba de un consumo histórico en base al gasoil –que se había quedado obsoleto– a un importe fijo por mantenimiento y otro importe por consumo. 

En la actualidad la planta de biomasa da servicio a 223 viviendas correspondientes a las comunidades de propietarios ‘Los claveles’, ‘Los Rosales’, ‘San Sebastián’, ‘Polideportivo 1’ y ‘El Santillo’, esta última incorporada en 2014. Además suministra calefacción y agua caliente a otras 23 viviendas unifamiliares y seis edificios municipales: la piscina climatizada, el frontón cubierto, el pabellón polideportivo, el centro cultural Santa Clara, los vestuarios del campo de fútbol y el colegio Santa Clara. De estos inmuebles se calcula que las comunidades de vecinos consumen un 62 por ciento, los edificios municipales, un 32 por ciento y las viviendas unifamiliares, un 6 por ciento. 

Según los datos facilitados por el concejal de Patrimonio, Luis Senovilla, que desde incluso antes de entrar en el Ayuntamiento como edil ya seguía el desarrollo de la planta, el consumo medio de los últimos años se sitúa en 5.448 megavatios/hora al año, lo que supondría la energía equivalente a lo que proporcionarían unos 530.000 litros de gasoil al año. Con estas cifras se está dejando de emitir a la atmósfera unas 1.520 toneladas de CO2. Además, realizando distintos cálculos en torno a los consumos, se estima que cada vivienda consume unos 12.000 kilovatios al año, lo que puede suponer un coste variable en función del gasto entre 700 y 1.000 euros al año en calefacción con los costes fijos de 205 euros incluidos. «Cuéllar fue uno de los primeros ayuntamientos en negociar con Somacyl –actual gestora de la planta–, lo que permitió tener algunas de las condiciones más baratas y competitivas del mercado. A los usuarios se les está cobrando a 66 euros el megavatio más un término fijo», explica Senovilla. 

Las comunidades de vecinos tienen la capacidad de decidir a qué hora abren y cierran las vías para recepcionar la energía. En estos momentos pueden empezar a recibir calor en un rango de entre las 11:30 horas y 14:00 horas y dejar de hacerlo entre las 21:30 y 22.00 horas. Para el concejal de Patrimonio, «lo ideal sería que las comunidades ampliaran estos horarios de consumo con el fin de mantener durante más tiempo la temperatura de confort y ,aunque parezca contradictorio, los consumos energéticos bajarían ya que se mantiene durante más tiempo la temperatura estable, no se produciría un excesivo enfriamiento de los muros de la vivienda y se gastaría menos». En el caso de Cuéllar, la reducción de costes para los usuarios respecto a otros sistemas convencionales de calefacción se calcula en torno al diez por ciento. 

En un recorrido por los 20 años de vida de la central, Luis Senovilla recuerda que los inicios fueron difíciles, después también resultó complicado encontrar los combustibles adecuados y seguir manteniendo la planta y actualizándola para garantizar el futuro de la misma. «Veinte años después el proyecto de Cuéllar ha sido emulado en muchos sitios. Las redes en España han pasado de una a más de 400 que existen en la actualidad, en ciudades como Madrid, Barcelona, Soria, Valladolid… A pesar de ser los primeros, nosotros nos hemos quedado estancados sin incrementar el número de usuarios teniendo potencia, capacidad y medios para dar un servicio de confort y satisfacción a los vecinos», explica el edil. Este es, sin duda, el principal reto de la planta en los próximos años porque, a juicio de Senovilla, «existen dos comunidades de vecinos en Cuéllar, ‘Santa Clara’ y ‘las 100 viviendas’, que deberían valorar incorporarse a la planta».

Según describe el concejal, la planta de Cuéllar es una red típica de calor a dos tubos con una caldera central grande que suministra agua a unos 90 grados en un circuito cerrado de unos tres kilómetros hasta las distintas comunidades de vecinos e instalaciones. Esta agua se calienta generalmente con astillas de madera. Después los intercambiadores existentes en los lugares de destino actúan trasladando esa energía a los hogares y el agua retorna de nuevo a la planta para volver a calentarlo a la temperatura adecuada y repetir el ciclo. También existe otra caldera más pequeña que se utiliza sólo en verano para atender el servicio de agua caliente ante la ausencia de calefacción. 

El futuro de la planta pasa, además, por seguir invirtiendo en la misma realizando una revisión completa del todo el sistema de filtrado de humos y la actualización de cuadros eléctricos. Cabe recordar que la planta fue financiada por el Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético y el Ente Regional de la Energía de Castilla y León y desarrollada entre el propio Ayuntamiento de Cuéllar y la Universidad de Valladolid. En julio de 2015, el Consistorio asumió la propiedad de la planta tras haber terminado de pagar 1,2 millones de euros, que fue el coste del proyecto. Dos años antes, en 2013, fue la empresa pública Somacyl quien se hizo cargo de la gestión por un periodo de diez años asumiendo mejoras tecnológicas que permiten controlar la planta desde distintos sistemas informáticos, registrando caudales, tiempos de bombeo, temperaturas, así como la dotación de variadores de frecuencia, extractores, que han permitido reducir los costes. En estos años se calcula que Somacyl ha invertido en la planta unos 400.000 euros, que la han vuelto a poner a la cabeza en tecnología y servicio.