Casi un siglo de la primera comedia a un 'drama' sin teatro

D. A.
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Abrió en 1923 con una comedia, cerró a finales de 1984 siendo ya cine y desde entonces, si acaso episodios de drama político en torno a una rehabilitación que nunca llega

Foto antigua de los accesos al teatro, cedida por el Museo Rodera-Robles, de su exposición temporal ‘20 años del siglo XX’.

La amplia documentación del proyecto de rehabilitación del Teatro Cervantes pone fácil echar la vista atrás, muy atrás, para que los vaivenes políticos y administrativos de la última década y media no eclipsen por completo el pasado centenario de este edificio, o más bien de lo poco que queda de él. Abrió el 12 de septiembre de 1923, para más señas, «en función de las 6:30 de la tarde» con la representación de una comedia de José Fernández del Villar, ‘El paso del camello’, a cargo de la compañía Infanta Isabel de Madrid. Hoy podría decirse que por allí pasaron muchas décadas después varias manadas de infortunios y despropósitos. Casi un siglo, 96 años, entre aquella primera obra y un drama nada teatral ni cinematográfico, si acaso politico, que ya dura 35 años.

Curiosamente, los 42 meses de plazo que se estima para llevar a cabo el proyecto de rehabilitación triplican el tiempo que requirió la edificación original, que se construyó «en poco más de un año, con escasos medios económicos y materiales de escasa calidad». Fue por iniciativa del Círculo Mercantil e Industrial de Segovia, sociedad recreativa fundada por un grupo de segovianos que, animados por la bonanza económica de la época, adquirieron en 1921 la Casa de los Picos para instalarse allí después de que un incendio destrozara su sede, ubicada en el número 2 de la calle Juan Bravo, el 26 de diciembre de 1920. «En un año realizaron todas las obras necesarias para adaptar el inmueble a las necesidades de la Sociedad y, no contentos con esto, acordaron en Junta General la construcción de un teatro», relata Paloma González-Blanch Roca en el libro ‘El teatro en Segovia (1918-1936)’, citado en el proyecto.

El Cervantes se erigió entonces como el «referente cultural del momento» junto al Teatro Juan Bravo. Allí actuaban compañías profesionales, pero también se cedía a grupos de aficionados, «casi siempre jóvenes pertenecientes a la clase acomodada de la sociedad segoviana» que solían representar funciones con las que recaudaban fondos para instituciones benéficas; y tampoco fue ajeno a ‘espectáculos’ nada culturales: mítines políticos.

Foto antigua del interior del teatro, cedida por el Museo Rodera-Robles, de su exposición temporal ‘20 años del siglo XX’.Foto antigua del interior del teatro, cedida por el Museo Rodera-Robles, de su exposición temporal ‘20 años del siglo XX’.

«Tras estos primeros años de gran actividad el teatro pasó, como el resto de teatros, a ser un cine», y ya en el verano de 1984 se produjo el último intento de evitar su cierre por una iniciativa para adecuarlo de nuevo como teatro. El coste se estimaba entre cinco o seis millones de las antiguas pesetas (30.000-36.000 euros) que iban a ser sufragados con la ayuda del Centro Dramático Nacional que, sorprendentemente, debido a sus «dificultades» para disponer de «un escenario lo suficientemente grande» en Madrid, pensó en el Cervantes como alternativa para ensayar y, de paso, estrenar sus obras en Segovia. «Pero la ilusión duró poco, esto al final no llegó a realizarse y, el 14 de diciembre de 1984, el Teatro Cervantes cerró sus puertas definitivamente», prosigue la reseña histórica del proyecto actual.

Una de las primeras intervenciones programadas tras su cierre fue en 1996, año en que el Consistorio lo compró con idea de transformarlo en un singular palacio de congresos que reanimara la actividad cultural de la ciudad. Y ahí sigue, porque al final sólo se restauró la fachada con subvenciones concedidas para restaurar el tramo de la Muralla de Segovia que se integra en este enclave.

Llegados a este milenio, en 2002, el arquitecto Miguel Mayor Zurdo realizó un estudio detallado del que se ha valido el equipo redactor del nuevo proyecto «para conocer el teatro, debido a que en la actualidad ya sólo quedan los restos de lo que fue».

Al año siguiente, 2003, el Ayuntamiento presentó un proyecto básico redactado por el entonces arquitecto municipal, Federico Coullaut, que llegó a contar con el visto bueno de la Comisión de Patrimonio, y ya con Arahuetes de alcalde se adjudicó la primera fase de las obras. Pero la adjudicataria detectó problemas estructurales nada más iniciarse 2005 que obligaron a replantear el proyecto: se suprimió la construcción de un sótano bajo el patio de butacas y se renovaron los forjados para consolidar el inmueble. 

Paralización de las obras. El proyecto se modificó sin someterse al criterio de Patrimonio y en marzo de 2006, la Junta detectó un exceso de volumen y altura respecto al proyecto que sí había sido autorizado en 2003, por lo que se paralizaron las obras. El Gobierno municipal llegó a admitir que las cerchas metálicas ya colocadas evidenciaban que la nueva cubierta del edificio tenía más altura que la reflejada en el proyecto original en la zona donde se preveía el escenario. El motivo era que, al no poder construir el sótano, se había decidido elevar la cubierta para facilitar los usos previstos. La Junta le multó y le ordenó la retirada de las cerchas para ajustarse otra vez al proyecto de 2003, pero el Ayuntamiento decidió preparar otro que también fue rechazado. Y a finales de 2007, otro que sí obtuvo el visto bueno autonómico, donde ya se preveía una altura única para todo el edificio tras bajar la cubierta de la zona del escenario al nivel del resto. ‘Espacio Cervantes’ fue redactado por el arquitecto municipal Carlos Sanz del Sol.

El Ayuntamiento parecía conseguir de esta forma sacar adelante un proyecto después de tres intentos frustrados pero, entre batallas legales y políticas, durante ocho años ya no se movió allí ni el esqueleto metálico de las cubiertas, las famosas cerchas, que fueron desmanteladas finalmente en 2015.

Entre despachos sí hubo movimientos, pero nada afortunados para el viejo teatro. El PSOE de Zapatero había prometido financiar la rehabilitación y la sacó a licitación en 2011, pero ya en el ‘tiempo de descuento’ de su etapa.De hecho, se publicó en el boletín del 28 de noviembre de ese año, ocho días después de que el PP de Rajoy ganara las elecciones, y los populares terminaron certificando la paralización del proyecto en 2013, tras alegar que el PSOE lo había dejado sin crédito retenido para formalizar la adjudicación.

Qué parte política sobreactuó más en el drama del Cervantes es algo que queda para la opinión de cada cual, pero ahí siguen los restos mientras tanto. Escondidos tras la Calle Real a la espera de volver a acoger algún día teatro de verdad (el cultural, no el político), así como conciertos u otros espectáculos, congresos y lo que venga.