"En Segovia ha bajado la población reclusa como en España"

A.M.
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Licenciada en Psicología y funcionaria del Cuerpo Superior Técnico de Instituciones Penitenciarias desde 1995, ha trabajado como psicóloga y en cargos de dirección en varios centros. Desde el 27 de mayo, dirige el Centro Penitenciario de Segovia.

Milagros González en su despacho del Centro Penitenciario de Segovia - Foto: Rosa Blanco

La nueva directora del Centro Penitenciario de Segovia, Milagros González, madrileña, de 51 años, afirma que la población reclusa en general ha bajado a nivel nacional y aquí también, en Segovia, donde, ahora mismo, «no tenemos limitadas las plazas, estamos por debajo de nuestra capacidad real  en ese sentido muy bien». Quien ha desempeñado el puesto de subdirectora de Tratamiento en Teruel, centro del que después se hizo cargo como directora y también ha sido subdirectora de Régimen en la prisión de Ávila y directora de los centros penitenciarios de Madrid I (mujeres) y Ocaña I, asegura que, en general, «ha crecido mucho el número de internos relacionado con violencia de género y agresiones sexuales, que son condenas medianas, entre 6 y 15 años». 

Viene a sustituir a José María García, con 34 años como director, ¿cuáles son las líneas básicas que se marcará en la dirección de este centro?, ¿cómo se lo ha encontrado?,  ¿cuáles son las necesidades para su funcionamiento?

La gestión la tenemos fácil porque los puntos básicos vienen muy marcados por las funciones de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias. Facilita la labor el hecho de ser periféricos y tener un órgano superior que marca las directrices de trabajo, el proyecto en sí no es tanto nuestro, de los directores, sino del servicio central. Es verdad que cada centro tiene sus peculiaridades, por la arquitectura, la plantilla o lo variopintas que podemos ser las personas, pero la directriz general está muy limitada lo que es bueno para que en todos los territorios trabajemos igual. 

El de Segovia es un centro tipo, de las nuevas estructuras, tiene adecuados los espacios y los lugares de trabajo, en general está bien. García llevaba muchísimo tiempo, es una plantilla con peso específico, con muchos años de trabajo detrás , en todos los sitios hay carencias que se van solucionando en función de las necesidades del momento, pero no hay ninguna necesidad básica de funcionamiento, en general. 

Usted llega de Ocaña I, ¿existen muchas diferencias con el de Segovia?, ¿cómo se encuentra en cuanto a capacidad ya que se han registrado quejas en algunos momentos sobre masificación, como en 2008?

Eso sí es una diferencia grande porque es el 'Penal de Ocaña', una estructura de las más antiguas que hay en España [inaugurada en el siglo XIX] como centro penitenciario, con 'El Dueso' y Burgos, que delimitaban mucho el trabajo, quizá en eso sí se nota diferencia, se hace más difícil  montar los recursos que se van generando en las estructuras viejas. 

En centros como el de Segovia, abierto en 2000, ya están creadas, aquí es más fácil trabajar. La población reclusa en general ha bajado a nivel nacional y aquí también, en Segovia, ahora mismo, no tenemos limitadas las plazas [344 celdas y 73 complementarias], estamos por debajo de nuestra capacidad real, en ese sentido muy bien. 

¿Cuál es el perfil delictivo de los internos?

En general, ha crecido mucho el tema relacionado con violencia de género, agresiones sexuales, que son condenas medianas, entre 6 y 15 años,  un régimen ordinario normal.

¿Se ha abierto ya el Centro de Inserción Social (CIS), cerrado durante la pandemia,  donde se cumplen penas en régimen abierto?

Sí, una vez levantado el estado de alarma, aunque se han mantenido algunas supervisiones telemáticas con pulseras con GPS [que permita saber la posición geográfica del penado]. 

La proximidad con Madrid ha conllevado la presencia de condenados como el exsecretario de Seguridad, Rafael Vera; el exministro y expresidente del Gobierno Balear, Jaume Matas, o el  anticastrista Ángel Carromero, que atrajeron las visitas de políticos muy conocidos, desde Felipe González o José Barrionuevo a Pablo Casado o Esperanza Aguirre, ¿esto altera en cierta manera a vida del centro?

En general no genera problemas, lo que ocurre es que no estamos acostumbrados a la prensa y al movimiento de comunicación que se puede crear alrededor del centro penitenciario con este tipo de internos, pero no más allá de un tema circunstancial, al final los centros se adaptan, igual que clasificamos y ubicamos a personas de otros tipos, a ellos también. 

Los funcionarios piden que se cubran las plazas vacantes y señalan que la plantilla está envejecida, el 47% con más de 55 años y más de 30 de antigüedad, ¿se cubrirán los puestos, a 2 de junio había 55 vacantes y la último oferta cubrirá 16? 

Es cierto, aunque no diría que el envejecimiento llega con 55 años, me da un poco de tristeza pensar que a esa edad ya no se es útil para trabajar. Es cierto que la edad dificulta un poco a la hora de trabajar en el interior, de cara a los internos, no tanto en oficinas. A lo mejor es un poco escasa la ampliación de 16 este año, pero eso se palía con personas en prácticas, se encuentran aquí las de la promoción de 2019 y ahora se incorporarán las de 2020. 

La diferencia entre la Relación de Puestos de Trabajo (RTP) que debería haber y la que hay ahora no tiene en cuenta lo que llamamos la segunda actividad, que son personas de determinada edad que se les modifica el puesto para que ocupen otros que, a lo mejor, no requieren hacer noches o contacto directo con los internos, son puestos que cubren otras necesidades. Hemos tenido unos años complicados, pero eso se va solucionando, habrá que apañarlo de todas las maneras.

También parece que existe carencia en cuanto a personal sanitario y a técnicos...

La plaza de jurista quizá sea más..., porque ha coincidido con las bajas de algunos profesionales, pero se acaba de incorporar una jurista de la nueva promoción, supongo que se irán cubiendo según vayan sucediendo las carencias. Es un tema centralizado, nosotros informamos de las necesidades del centro o que prevenos que pueda haber durante el año,  pero la dirección es quien decide en función del número de internos. Es verdad que las RTP están establecidas por centro pero si baja la población interna también se puede paliar un poco, a lo mejor no es necesario que esté cubierta del todo, respecto a lo que hay en otros centros no estamos mal.      

Otra de las quejas de este centro son las agresiones  a funcionarios, ¿se siguen produciendo o ha bajado el nivel?

Durante la pandemia solamente ha habido una agresión a funcionario, en estos últimos tres meses, pero nos encontramos en la media nacional, estamos ahí, ni mucho más ni mucho menos [datos oficiales fijan en mayo la cifra de 83 agresiones a funcionarios en España, este año, con 48.148 internos]. 

Al bajar el número de internos también desciende el nivel de  conflictividad, es cierto que algunos internos dan mucho de sí... Tenemos aquí un módulo de personas con especiales dificultades que hace también que se den más agresiones, en determinadas circunstancias, pero no por el hecho de que sean agresivos, sino que algunas discapacidades en centros cerrados provocan alteraciones de conducta y quien está más cerca es el funcionario de interior.    

Hay peticiones de funcionarios a nivel nacional, como equiparación salarial con Fuerzas y Cuerpos de Seguridad o pasar a depender del Ministerio de Justicia,  ¿repercuten las reivindicaciones nacionales en el trabajo diario?, ¿han enfridado las relaciones con la dirección?

Si el ambiente reivindicativo se lleva a al día a día pues sí, es decir, si se llevan a cabo manifestaciones, huelgas u otras acciones. La gente sabe diferenciar de lo que es una reivindicación y lo que es el trabajo diario, intentan no vincular unas cosas a otras. 

¿Se ha sentado a hablar con los representantes sindicales?, ¿hay algún aspecto en el que usted pueda llegar a acuerdos por tratarse de temas específicos del centro? 

Sí, entre otras cosas para ver cuáles son sus inquietudes, no tanto ya a nivel nacional, que no tengo capacidad, pero sí en lo que tiene que ver en el día a día, en organización y procedimientos. Es un primer contacto, no  hemos llegado a ninguna conclusión. Además, nos encontramos en un momento muy especial porque con el tema Covid-19 el diálogo estuvo encaminado al asuntos como los cambios durante la pandemia, prevención de riesgos o equipos de protección personal,  un poco desenfocado de la vida general del centro.   

¿En qué medida ha afectado la pandemia en el interior?

Tanto internos como trabajadores hemos sido capaces de controlar la situación, al principio pensábamos que limitar la entrada de gente iba a provocar más altercados, por ejemplo, en Ocaña hubo un medio motín. En este centro, donde no ha habido mayores problemas, se ha registrado una buena coordinación,  los resultados han sido muy buenos. No ha habido internos contagiados, funcionarios sí en un porcentaje similar a cualquier colectivo de la calle. Como servicios esenciales que somos no hemos dejado de trabajar, entonces el riesgo de contagio es mayor. No ha sido fácil, eso no quiere decir que no haya salido bien, ha habido que trabajar en otras condiciones y con otro fin que no es el nuestro, ha habido que reorganizar servicios, reestructurar formas de trabajar, se han creado las videollamadas a los familiares en vez de los vis a vis, es una fórmula nueva que ha funcionado...      

La reinserción a la sociedad es el objetivo de quienes trabajan en instituciones penitenciarias, ¿se están consiguiendo niveles adecuados?

Tenemos pocos índices de reinserción, el problema que existe es que perdemos el contacto con los que realmente se reinsertan, entonces conocemos los datos negativos, quien reincide porque vuelve a entrar en prisión. Hay que trabajar un poco más en el tema, pero es cierto que se nos escapan datos de las manos.  

¿Hay suficientes programas,  incluido el trabajo que puedan realizar los internos, para facilitar la reinserción?

Creo que sí, la institución penitenciaria tiene programas suficientes para aquel que quiere hacer algo, no solo puestos de trabajo, sino formación para el empleo, estudios, capacidad de poder iniciar o continuar estudios en el centro, sí hay posibilidades.

¿El año pasado, los 84 directores y directoras de centros penitenciarios de la Administración General del Estado analizaron en Segovia la situación de sus centros, ¿su trabajo se ve recompensado con el reconocimiento de los jefes o al ver que aumentan los reinsertados?

Es un poco una confluencia de todos. Los penitenciarios somos como un poco carismáticos, hablo de mí, si no pues no estaría en un puesto de responsabilidad de este tipo que, al final, te ocupa mucha parte de tu vida que, de alguna manera, tiene que recompensarte.

¿Después de haber pasado por varios centros, ¿está satisfecha con el trabajo?

Sí, quiero ser optimista, también con el trabajo en colaboración con la gente, con las plantillas, conocer al personal con el que trabajas.... Es una parte de la Psicología que permite trabajar con procedimientos distintos a los habituales, los psicólogos tenemos un buen campo de trabajo ahí y creo que no le aprovechamos. 

¿Qué le llevó a embarcarse en este trabajo?

Soy psicóloga del Cuerpo Técnico de Instituciones Penitenciarias, desde el inicio de la facultad me tiró mucho este campo, en su momento estuve haciendo prácticas con psicólogos que trabajaban en el Centro Penitenciario de Jóvenes, en Madrid, me gustói y decidí encaminar mi vida laboral por aquí. 

¿Los mayores disgustos del anterior director estaban vinculados con los suicidios, en febrero pasado se encontraron muertos a tres internos en menos de 24 horas, ¿es habitual que ocurra esto?

Esas muertes causan un gran impacto porque el trato con los internos es día a día, el funcionario de interior y nosotros los mandos establecemos una relación extraña a nivel personal de conocimiento, de profesional a interno,  pero en las relaciones humanas es muy difícil separar, es una línea muy suave. Los vemos a la hora de dormirse, de comer, de desayunar, en las duchas, en muchos momentos, además algunos muy íntimos de las personas, entonces el conocimiento que se tiene de los internos y se puede llegar a tener esa sensación de pérdida como cualquier otro fallecimiento. Nos alarmamos cuando hablamos de los suicidios en los centros penitenciarios, creo que no debe ser tan alarmante porque nos tenemos que dar cuenta de que hay muy pocos procesos tan estresantes para un ser humano como entrar en prisión, eso es lo que hace que aumenten los riesgos de suicidio.

¿En pleno siglo XXI sigue siendo necesaria la privación de libertad tal y como está concebida actualmente, favorece la rehabilitación?

Eso es ya Filosofía del Derecho, harina de otro costal, no me he planteado ese tipo de cosas... Nosotros tenemos en los centros penitenciarios muchas personas que no pueden convivir con sus familias, que no tienen una forma de vivir, un trabajo,  hay muchos discapacitados psíquicos que, al final, terminan cometiendo un delito, entonces ¿dónde va esa gente?, somos casi un recurso social.

¿Los temas de los centros penitenciarios son muy recurrentes en cuanto a historias de series y películas, ¿cuando usted ve alguna piensa que se adaptan a la realidad?

Tengo mucha cárcel en mi vida como para tener más películas, intento no verlas, ni las americanas ni las españolas, pero creo que la realidad supera la ficción, en muchos casos.