La mesa negociadora: alguien la va a romper

Pilar Cernuda
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La reunión convocada por el Gobierno con los independentistas está abocada al fracaso por los intereses que cada formación defiende ante las próximas elecciones en la región

La mesa negociadora: alguien la va a romper - Foto: asanmarti

Se cruzan apuestas en el mundillo político de Madrid entre quienes piensan que la mesa negociadora la van a romper los independentistas y los que creen que va a ser el Gobierno. Y se cruzan también apuestas en el mundillo político de Barcelona: unos piensan que, en el lado independentista, será ERC el partido que rompa la baraja porque cree que le dará votos de cara a las autonómicas que se celebrarán en unos meses, y otros que será Junts per Cataluña siguiendo instrucciones directas, como siempre, de Carles Puigdemont, que hace sus cuentas pensando en las autonómicas. Es decir, que tanto ERC como JxCat consideran la mesa negociadora sobre Cataluña como un instrumento electoral. 

La primera reunión se celebrará este miércoles en La Moncloa, presidida por Pedro Sánchez y Quim Torra. Las siguientes, cuando ellos mismos lo decidan. Hay quien piensa que será la única cita verdaderamente relevante, que a las siguientes solo acudirán los negociadores elegidos por ambas partes, pero sin los capitanes. Una fórmula similar a la habitual en la Unión Europea, cuando son los sherpas los que negocian todo, hasta la última coma, consultando cada decisión a sus jefes.

No se puede hacer un pronóstico sobre las negociaciones sin tener en cuenta dos aspectos fundamentales. Uno, las ya mencionadas elecciones catalanas, que oficialmente tiene que convocar Torra, aunque lo decidirá Puigdemont pero, también, se convocarán cuando lo decida la Justicia, pues pende sobre la cabeza de Torra una resolución respecto a si puede continuar siendo presidente de la Generalitat tras haber perdido su escaño parlamentario.

El segundo aspecto a tener en cuenta sobre el futuro de la mesa negociadora es la lucha encarnizada, implacable, en el sector independentista, donde ERC y JxCat tratan de imponer su hegemonía y todos  los días del año se los plantean como un reto para presentarse como el partido que impone su criterio. 

En la mesa del Gobierno, además de Sánchez y Carmen Calvo -que la presidirá cuando no asista Sánchez- se sentarán Pablo Iglesias, la ministra responsable de los asuntos territoriales Carolina Darias, el ministro de Universidades Manuel Castells y el de Sanidad Salvador Illa. Cuatro socialistas y dos podemitas. Pero hay que ir más allá de «socialistas» y «podemitas». Salvador Illa es miembro destacado del PSC y sigue a rajatabla la línea que marca Miqel Iceta, que, además de pensar también en las elecciones catalanas, mantiene  la búsqueda de una solución que tenga en cuenta lo que ellos consideran sentimientos mayoritarios catalanes, españolidad, pero con una identidad bien diferenciada. 

Para el PSC es necesario buscar la fórmula para celebrar un referéndum legal. En cuanto a Manuel Castells, propuesto por En Comú, se ha manifestado abiertamente en numerosos artículos a favor de la autodeterminación, aunque no de la independencia. Posición similar a la de Pablo Iglesias, que siempre ha defendido el derecho de los catalanes a pronunciarse libremente.

Las exigencias de los independentistas son conocidas, y según ellos irrenunciables: referéndum, indulto para los presos políticos y un relator internacional. El Gobierno se niega al indulto, pero no se le ve disconforme con las autoridades penitenciarias catalanas que están teniendo una generosidad absoluta con los presos, hasta el punto de que disfrutan de permisos que suponen la semilibertad; en cambio, se cierra en banda a la figura del relator y a un referéndum. Sin embargo, sí está abierto a una reforma de la Constitución y del Estatut de la que pueda surgir la posibilidad de celebrar un referéndum legal. Pero, en privado, personas destacadas del Ejecutivo confiesan que su estrategia consiste en prolongar el mayor tiempo posible las negociaciones, fijando sucesivas fechas en el calendario «hasta que la lucha interna que mantienen ERC y Junts hagan saltar el independentismo por los aires». Una medida que, con toda seguridad, conocen los independentistas, que actuarán en consecuencia. 

De momento, lo que más interesa a ERC y JxCat es demostrar ante los catalanes sus respectivas posiciones de fuerza. Las iniciativas que pretende imponer Puigdemont a través del presidente de la Generalitat, Quim Torra, las contrarresta el presidente del Parlament Roger Torrent, de ERC, que sigue las instrucciones que imparte desde la cárcel Oriol Junqueras, que no quiere que se vaya en contra de la Ley y de la Constitución para evitar así un nuevo 155.

Puigdemont sigue con el máximo interés todo lo relacionado con el día a día de Cataluña aunque, supuestamente, su trabajo se debe volcar en el habitual de un europarlamentario; su futuro en la eurocámara depende de que se tome una decisión respecto a su inmunidad, trámite que puede prolongarse hasta más de un año, porque la Cámara europea tiene un reglamento muy prolijo para ese procedimiento. Su situación es incómoda, frente a lo que creía se le considera un personaje irrelevante, no ha sido recibido como un héroe y ningún grupo parlamentario lo ha aceptado en sus filas, así que ha tenido que irse al de los no inscritos.

Candidato

Durante un tiempo, Puigdemont ha querido ser candidato a la Presidencia, pero finalmente se le ha convencido de que no lo haga porque en caso de ganar sería ingobernable la Generalitat, ya que no podría ni firmar decretos por su ausencia de Cataluña. Acaricia la idea de presentarse como número dos para atraer a los votantes que le siguen y colocar al conseller Jordi Puigneró en la cabeza de lista. Evidentemente, para seguir mandando él, desde Bruselas. Todo ello, a la espera de que Artur Mas decida sobre su futuro que se lo está pensando.

Para que nadie se llame a engaño, Puigdemont ha programado una demostración de fuerza en Perpiñán, donde el próximo sábado celebrará un gran acto al que pretende que asistan cien mil personas. Quiere que el efecto arrastre sume adhesiones a su causa frente a ERC, a los que no ha dudado en llamar «cobardes» por lo que considera que es dejación de las prioridades independentistas. 

En ese escenario de ruptura independentista pero con un Torra que sigue fielmente las instrucciones de Puigdemont, se iniciará este miércoles la mesa de negociación entre el Gobierno central y el catalán. Imposible prever qué puede ocurrir.