De los musicales de la Gran Vía al pincel

A.M.
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Eduardo Pintor Matarranz, un técnico de sonido segoviano en los grandes espectáculos musicales de moda, en Madrid, realiza una exposición con obra hecha durante el desempleo forzoso

Eduardo Pintor Matarranz posa con algunas de sus obras - Foto: Rosa Blanco

Las medidas contra la pandemia han ofrecido las dos caras de la moneda a Eduardo Pintor Matarranz (Segovia, 44 años), el negativo, porque le han apartado de su actividad profesional como técnico de mezclas en los grandes espectáculos musicales de la Gran Vía de Madrid, pero también le ha permitido reencontrarse con la pintura y tener tiempo para desarrollar su lado artístico de «una manera más seria, cuando antes era solo un hobby», admite. 

Producto de su parón obligado, cuando el sector cultural es uno de los más perjudicados actualmente, cuelga ahora en el  Centro social ‘Corpus’ de la Fundación Caja Segovia, hasta el 22 de junio, la muestra ‘Tesoros cotidianos’,  mientras ya trabaja en otra que acaba de cerrar con un bar de la capital, para enero, donde se podrá observar  un giro a la técnica que viene empleando y que aún deja en incógnita.

 ‘Pin’, como le conocen popularmente en su entorno, incluso su proyecto pictórico lo denomina ‘Pin ilustraciones’, salió de Segovia con 25 años, formándose en el Centro de Tecnología del Espectáculo y realizando el grado superior de Sonido Profesional. Comenzó trabajando en giras de grupos musicales y festivales, hasta 2005, cuando  le llamaron para el musical ‘Hoy no me puedo levantar’, basado en las canciones del grupo Mecano, donde trabajó ininterrumpidamente durante ocho años «y, desde entonces no he parado», aclara el técnico.

Luego llegarían otros musicales de los que adornan las fachadas de algunas salas de la Gran Vía madrileña con sus grandes reclamos publicitarios, como ‘Cabaret’, ‘40. El Musical’ o ‘¡Ay Carmela’!, entre otros.

El estado de alarma le sorprendió cuando estaba a los mandos de la mesa de mezclas y el sonido de ‘Billy Elliot. El Musical’, y sentía, cada tarde, los efectos de la adrenalina mientras pasaba por sus manos todo el sonido del espectáculo, alrededor de 35 a 40 actores en escena, una banda de música de quince profesores y efectos, situación que define como «jugar una PlayStation en vivo». A la vez emocionado de que actores de 8 a 12 años mostraran trabajando en el espectáculo una gran seriedad, compromiso y capacidad de esfuerzo. 

Pero el telón no se volvió a levantar, lo que le provocó un shock,  a la vez que, «por suerte», pudo volver a Segovia y desarrollar otras facetas: «No me gusta parar me he puesto a estudiar [preparando unas oposiciones para RTVE], a dibujar muchísimo y a practicar deporte, aparte de recuperar el inglés...».

De niño, sus profesores del colegio e instituto ya habían advertido sus dotes en dibujo técnico y artístico, pero optó por el sonido.  De Segovia le atrae la riqueza arquitectónica y, dentro de ello, buscar los rincones más allá de la típica foto de turista. En ese patrimonio histórico-artistico ha basado gran parte de la exposición, incluso dibujando monumentos de gran calado como el Acueducto, el Alcázar o la Catedral, intentando buscar otra mirada, aunque fácilmente reconocibles por los segovianos, pese a que se alejen de la postal. 

técnicas. Con técnicas a base de tinta mezclada con lapicero y con rotulador o tinta y acuarela, este artista recoge en sus ‘tesoros cotidianos’ los parajes y monumentos que nos rodean, incluso algunos que pueden pasar desapercibidos, hasta que el espectador se para a admirarlos. Eduardo Pintor afirma que ha «querido ofrecer una visión de los rincones, tratando de jugar con el espectador para que descubra el punto desde donde está hecho, incluso la hora y la estación del año». También se podrán encontrar pequeños rincones de Madrid, de los valle del Jerte y de la Vera o láminas de Pirineos.

No será su última exposición, tampoco la primera, se estrenó en Pau (Francia), pero su cabeza sigue pensando en regresar a los escenarios: «Es mi vida», sostiene.