"La gente se está yendo del centro de Segovia"

AURELIO MARTÍN
-

Tercer Defensor de la Ciudadanía de Segovia, centró su actividad como profesor a la ética y la deontología en la publicidad. Llegó en 2015 a esta servicio convencido de que representa un avance necesario en la madurez de la democracia.

Rodrigo González, Defensor de la Ciudadanía - Foto: Rosa Blanco

El defensor de la Ciudadanía, Rodrigo González Martín, que tiene funciones de enlace y colaboración entre la Administración municipal y los ciudadanos,  advierte en esta entrevista que «la ciudad se ha convertido en un foco de negocio, de especulación, y no de vida». Cuando acaba de presentar la Memoria de 2018, lamenta que no le han llegado casi un tercio de los informes solicitados a distintos servicios municipales que, a la vez, utiliza para responder a los ciudadanos. Quien ha ejercido como profesor asociado por concurso de la Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidad de Valladolid, en el campus de Segovia, de 69 años, tercer defensor desde la implantación de esta figura, en 2003, observa «una falta de respeto en cuanto a la ocupación de los espacios públicos». 

La memoria que acaba de presentar es un reflejo de los problemas, conflictos, reivindicaciones, quejas y demandas que la ciudadanía, ¿en qué sentido se han pronunciado?

Hay que decir que con intranquilidad,  muchas veces con decepción, que hay muchas quejas que son reiterativas, fundamentalmente porque no se resuelven. A veces la Administración se conforma con resolver expedientes pero esa postura me resulta insatisfactoria, porque es un paso, lo importante es que resuelva los problemas.  La ciudadanía cada vez insiste más en todo lo que podríamos llamar la calidad de vida y el derecho a la ciudad, a lo público, a lo común… Este es un tema muy serio porque tiene que ver con la intimidad de las personas, con el descanso o el ocio, pero también hasta con la salud.

Una mala noche la podemos pasar cualquiera, pero puede volverse en obsesivo, si es reiterado. Hay un bloque de quejas persistente y creciente, además, con personas que se sienten desatendidas, lo que les lleva a posturas muy extremas, como tener que irse del centro de Segovia, malvender sus casas o buscar alternativas que no estaban dentro de su programa de vida.  

¿Cuáles son estos problemas exactamente?

Todo el tema de ruidos, ocupación del espacio público o la espectacularización de la ciudad, que muchas veces la convertimos en escenarios de mil actividades, algunas plausibles y en las que todos participamos festivamente, pero otras veces no. Ahí surgen enfrentamientos y una violencia soterrada, un mal humor permanente, que me preocupa enormemente. El derecho a la ciudad es uno de los principales derechos que debemos defender, de la misma forma que reivindicamos el respeto, un aire sano o la protección del medio ambiente…   

¿Qué falla entonces para que esté quebrando el derecho de los vecinos a su ciudad?

A veces, la ciudad se ha convertido en un foco de negocio, de especulación, y no de vida. Hay una falta de respeto en cuanto a la ocupación de los espacios públicos. Nos jactamos de que la cultura mediterránea se desarrolla en la calle, todos tenemos esa necesidad de salir, pero si se hace de forma abusiva, poco respetuosa o desde el punto de vista de negocio, evidentemente es un serio problema. Por ejemplo, la Avenida del Acueducto suple muchas carencias de Segovia, como un palacio de congresos o una sala de eventos, y ahí se celebran ferias o recitales que, en algún momento pueden estar justificados pero en otros es un abuso. Está el sempiterno  tema de las terrazas, se anunció una actualización de la ordenanza,  aún no ha salido, hubo una consulta pública, que no sabemos en qué terminó, y entrevistas con algunos sectores que intervienen en la gestión del espacio público, peor no con todos.

Es un tema conflictivo por un tema de horarios, de suciedad y de sobreocupación del espacio público. Por la bonanza del tiempo o las estufas, muchas terrazas son explotadas durante todo el año. Hay hasta un problema de higiene,  una vez que se retiran las terrazas, el nivel de suciedad que queda es muy severo, incluso el mobiliario, convirtiendo las calles en almacenes, incluso próximos a determinados monumentos. Aquí existe un problema del derecho a la ciudad.. 

Usted también ha hablado de una ciudad pensada en el hombre y no en la mujer…

Próximos a celebrar el 8 de marzo, hay que contemplar también el derecho a la ciudad con una perspectiva de género.  Nuestras ciudades son muy machistas,  no solo porque pueda haber violencia en las calles, que probablemente no sea tanta, sino porque el urbanismo está pensando desde el punto de vista del hombre, del empleo masculino, de horarios masculinos, incluso de la gestión de la circulación o la iluminación. Para el urbanismo más avanzado esto no es novedoso, ya se viene hablando de ello desde hace mucho tiempo, incluso ha habido congresos sobre ciudad y mujer, desde el punto de vista técnico, no ideológico. Se van a poner en marcha los nuevos autobuses y no se han tenido en cuenta algunos enfoques. 

Ha intervenido de oficio en algunos casos, como en el método de la consulta pública de la ocupación del espacio público con terrazas, ¿qué respuesta ha obtenido?

La consulta pública es un procedimiento de participación enormemente interesante, yo me quejé porque entendía que había defectos formales muy importantes, por ejemplo se sometía a consulta un texto que no estaba hecho, era un borrador, una especie de síntesis confusa entre el texto viejo y propuestas nuevas...  Por otra parte, hubo serias dificultades de acceso, es verdad que se colgó en la web del Ayuntamiento pero, a veces, ésta es poco transparente y accesible, hasta el punto de que solo hubo siete participaciones en un tema que es de gran sensibilidad social. No hubo respuesta, ni siquiera acuse de recibo. Luego se han hecho otras consultas y creo que, en algún caso, ha mejorado algo. 

Asimismo ha pedido a la alcaldesa, Clara Luquero, que recibiera a los miembros de la plataforma ‘Stop 5G’ que se ha mostrado crítica con la implantación de esta tecnología, para recibir información al respecto…?

Estamos siempre a tiempo, pero se ha perdido una buena oportunidad de hablar, incluso de repensar un tema enormemente complejo. No podemos ser tan ingenuos de creer todo lo que nos prometen en cuanto a cosas maravillosas... Eso no significa que exista una actitud tecnófoba, no hay oposición a las tecnologías, soy el primero que las usa y disfruta, lo que propuse es que, como todas las tecnologías, no son inocentes, suponen un cambio radical de modelo de cultura, sociedad y relaciones humanas, aparte de las connotaciones económicas, tecnológicas o científicas. No se nos puede decir que el 5G es importante en Segovia porque los autobuses van a tener wifi… Se han hecho distintos ensayos pero han sido una muestra de incomunicación. Se podía haber hablado con las empresas interesadas en esta experimentación y se les podía haber exigido que ensayaran nuevos caminos para atender enfoques sociales.

Sin caer en la teoría de la conspiración, hay un tema de salud, hay personas diagnosticas afectadas por fibras o electromagnetismo. Yo era sensible a todo este movimiento y a la revisión crítica de los pasos tecnológicos que se están dando, la digitalización de la sociedad es enormemente valiosa pero hay que replanteárselo a otros niveles.

¿Cómo se siente cuando comprueba que no se tienen en cuenta sus consideraciones, incluso que hay departamentos que ni siquiera le responden?

Sí, es una queja que hacemos a nuestra propia institución municipal, no solo al equipo de Gobierno, a tal o cual concejalía o servicio...  En una reciente visita de presentación del nuevo Procurador del Común de Castilla y León, Tomás Quintana,  se quejó de esto mismo, que las administraciones no respondían a sus demandas de información, incluso me anunció que estaba pensando en poner en manos de la Fiscalía, en caso de que esta falta de atención fuera pertinaz, evidentemente nosotros no tenemos esos recursos. Sé que hay muchos servicios saturados de trabajo pero, bien es verdad, en algunos casos, hemos insistido y no nos ha llegado la información. Al cierre de la memoria de 2018, no nos han llegado casi un tercio de los informes solicitados a distintos servicios municipales que, a la vez, utilizamos para responder a los ciudadanos. 

¿No llega a preguntarse eso de ‘y yo qué pinto aquí’? 

Esta figura es de escucha, de atención y orientación, lo reconoce el estatuto, una labor de mediación, pero, para que exista, las partes tienen que aceptar esta mediación… Aquí parece que hay voluntad de aceptar esa mediación por la ciudadanía pero entendemos que, a veces, las administraciones locales son celosas de su poder y de sus parcelas de autoridad. Hay momentos en que tenemos esa sensación de que, aunque nuestras propuestas no sean ejecutivas, evidentemente se tienen poco en cuenta, entonces te queda una sensación de soledad y de desconocimiento. No es un problema personal sino que lo importante es la actitud que tiene la Administración respecto a las quejas de la ciudadanía.

¿Y cuando ve que hay sectores económicos que tienen influencia en la Administración, hasta para dejar sin efecto resoluciones aprobadas…?

El derecho a la ciudad es universal, es un privilegio de todos y nos obliga a todos. No se puede entender que la ciudad esté al servicio de algunos colectivos. El gran reto democrático es que cualquier decisión de defensa de lo común o de servicio público exige que estén representados todos los colectivos que puedan resultar afectados, tanto un colectivo ciudadano, como profesional o la iniciativa privada. 

A veces observamos que, en algunas decisiones, hay determinados colectivos ciudadanos que no están presentes. Esto lo decimos en el tema de los espacios públicos pero hay otro muy emblemático como la accesibilidad y la ciudad inclusiva, que afecta a muchas personas en una ciudad donde más del 50% es mayor y tiene problemas de movilidad. 

Hay que contar con todas las personas y organizaciones para que aporten su perspectiva, su juego de intereses, para que las soluciones sean respetuosas con todo el mundo y no solo escuchar a unos en beneficio particular.