Segovia registra un reducido registro de inundaciones

D.S.
-

Un estudio de la Asociación Geología de Segovia revela que el registro de inundaciones históricas de la ciudad es relativamentereducido para sus dos mil años de historia

Desprendimiento de la carretera junto al Santuario por una crecida del río - Foto: D.S.

El registro de inundaciones históricas de la Ciudad de Segovia es relativamente reducido para lo que cabría pensar en una ciudad con más de dos milenios de historia, y con la trascendencia socio-política que ha tenido desde la dominación romana, segun un estudio que publica la Asociación Geología de Segovia. En una cronología de hechos, recoge un caudal medio del río Eresma en la capital de 202 m3 /s, en 1956, ,ientras que, a lo largo de este sábado, a las ocho de la tarde, había descendido hasta los 34,57 m3/s.  

Los motivos fundamentales son que el recinto amurallado y gran parte del caserío se encontraba elevado varias decenas de metros respecto al fondo de los valles circundantes (Eresma y Clamores), por lo que las noticias sobre los efectos de las inundaciones están restringidos a las fincas y construcciones del fondo de los valles (monasterios, conventos, molinos, puentes...), o a los arrabales de la ciudad ubicados en las orillas de los ríos (San Lorenzo, San Marcos, Santa Eulalia, San Millán...). Sin embargo, los edificios emblemáticos y centros del poder civil, militar o religioso (Alcázar, Catedral, Ayuntamiento, Palacio Obispal...), por su situación en lo alto del recinto amurallado, salvo la Real Casa de la Moneda, nunca se han visto afectados por las inundaciones, y por ello se pierden importantes y continuas series documentales de registro.

Entre otras curiosidades, este estudio habla de un cambio del curso del río para evitar inundaciones en el Santuario de la Fuencisla, en el siglo XIX. La Asociación Geología Segovia explica que el río Eresma traza un meandro entero (longitud de onda completa) entre el Monasterio de Santa María del Parral y el puente de San Lázaro. Los dos arcos de este meandro tienen las máximas curvaturas en la base de los cortados del Alcázar, cerca de la confluencia con el arroyo Clamores; y en el talud de Peñas Grajeras. Al pie de este segundo talud se implantó el Monasterio de Nuestra Señora de la Fuencisla, en conmemoración del milagro de María del Salto, allí acontecido según la tradición. Las continuas inundaciones que producían las crecidas del río Eresma en el Monasterio y sus edificios aledaños (Casa del Capellán, Sacristía...) hizo que los cofrades y devotos se plantearan la posibilidad de desviar el río. Hasta ese momento el Eresma circulaba, como lo había hecho en su historia geológica reciente, a los pies de los cortados, tan sólo separado del Monasterio por un murete y un estrecho paseo de carruajes, como se puede apreciar en la litografía de Van Halen, fechada en 1847 (aunque seguramente hecha a partir de bocetos y notas tomados algunos años antes, puesto que entonces ya había sido transformado).

Litografía de Van Halen, fechada en 1847 Litografía de Van Halen, fechada en 1847 - Foto: D.S.

Lo que se pensó es realizar una corta artificial del arco del meandro, haciendo un estrangulamiento del trazado del mismo en las proximidades del antiguo hospital de San Lázaro. El proyecto se llevó a cabo entre marzo y octubre de 1846, siendo sufragado por los devotos y otros colectivos segovianos, y precisó realizar voladuras en las rocas carbonáticas de la orilla interna del meandro, para poder excavar una trinchera de sección rectangular, lo que requirió la participación de los artilleros. No obstante, las aguas del río seguían filtrándose y circulando por el viejo cauce, lo que obligó a nuevas obras hasta el año 1857. Aún hoy en día puede reconocerse en la alameda de la Fuencisla el desnivel donde se ubicaba el banco derecho (externo) del arco del antiguo meandro, a pesar de haber sido rellenado con escombros en diversas ocasiones. Otro hecho que denota esta obra es la velocidad del río en el tramo canalizado, ya que como salva el mismo desnivel con menor recorrido del que hacía en el arco de meandro, la pendiente del lecho es mayor. A modo de curiosidad, cuando se hacían competiciones de piragüismo en el río Eresma (Ferias y Fiestas de San Juan y San Pedro), los espectadores experimentados se ubicaban en esta zona, puesto que como la velocidad de la corriente era mayor, los piragüistas tenían que poner en juego todas sus habilidades para evitar volcar o chocar con las paredes rocosas. Con esta medida preventiva de carácter estructural efectivamente se evitaron en lo sucesivo las inundaciones en el Monasterio, pero el estrechamiento que suponía la trinchera del canal, hace que durante las crecidas importantes el río quede represado aguas arriba, inundando con mayor facilidad la pradera de San Marcos y remontando la zona inundada el valle del arroyo Clamores.