Violencia de género: noticias sin renglones torcidos

Sergio Arribas
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«Cada noticia tiene que ser una ventana abierta para la esperanza de las mujeres», opina Teresa Gema Martín, profesora de la UVA, y autora de un manual de estilo, editado por la Junta, para el tratamiento del problema en los medios y la publicidad

La segoviana Teresa Gema Martín, profesora de Comunicación de la UVa - Foto: D.S.

Ana Orantes fue asesinada a los 60 años por su exmarido el 17 de diciembre de 1997, 13 días después de denunciar en televisión, en Canal Sur, 40 años de maltratos. El asesino fue condenado a 17 años de cárcel. Moriría en prisión en 2004 a causa de un infarto. El caso fue un detonante para que cambiase la percepción de la violencia de género en España. Dos años después el Gobierno reformó el Código Penal; en 2004 se aprobó la Ley Integral de Violencia de Género y, tres años más tarde, la Ley para la Igualdad Efectiva entre Hombres y Mujeres.

La lacra de la violencia de género sigue presente 22 años después —en lo que va de año 35 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas y dos más están en investigación—, aunque su lucha supone una verdadera prioridad en la agenda política española. Gracias al teléfono 016 y a los profesionales especializados, en distintos ámbitos, que prestan asesoramiento y ayuda a las víctimas, cada vez son más las mujeres que han dejado atrás esta situación. 

«Se ha producido un cambio social, una evolución. Hace décadas los temas de violencia de género pasaban inadvertidos y hoy tienen un protagonismo social gracias a los medios de comunicación. Aunque todo es mejorable, por fortuna, se han minimizado aquellos shows televisivos, en los que aparecían las víctimas dando testimonios innecesarios».  Lo apunta la investigadora y profesora de Comunicación de la Universidad de Valladolid (UVa), la segoviana Teresa Gema Martín, autora de un libro, editado por la Junta de Castilla y León, que analiza el tratamiento de la violencia de género en los medios y la publicación en esta Comunidad; además de incluir recomendaciones para su abordaje, lo que le convierte en un «manual válido» para profesionales, estudiantes e investigadores en la materia.

En síntesis, el manual analiza el tratamiento informativo sobre violencia de género en los últimos diez años por parte de los 33 medios de comunicación de la región que suscribieron en 2006 un código de buenas prácticas elaborado por la Junta con el objetivo de mitigar el problema del maltrato mediante un tratamiento adecuado en los medios y la creación de una imagen «dignificada» de la mujer. Martín realizó un primer estudio entre 2007 y 2010, mientras que después lo amplió con un análisis comparativo realizado entre 2015 y 2017. El resultado de sus investigaciones es el libro publicado ahora por la Junta y que refleja una «evolución positiva» en el abordaje de la violencia de género, aunque «todo es mejorable».

El estudio refleja algunos de los «fallos» en el tratamiento informativo, como añadir información innecesaria que perjudica la imagen de la víctima —como citar, por ejemplo, el carácter «alegre» de la mujer— o la presentación de situaciones de tensión emocional, como recoger en la noticia el testimonio de vecinos que se refieran al asesino como «un hombre bueno y tranquilo», lo que «de alguna manera, exculpa su terrible acción. Siempre hay que dejar muy claro quién es la víctima y quién el agresor y que no haya duda al respecto». 

Poner «en cuestión» a la víctima, como «incitadora» de la agresión, es otro error que aún se refleja en los medios, donde «aún falta un poco de rigor informativo en la redacción de noticias».

No obstante, para Martín, en comparación con la década anterior, la evolución ha sido positiva. A juicio de la profesora de la UVa, los profesionales de la comunicación están «más sensibilizados e informados» en relación con este tema; de manera que la violencia de género, a diferencia de lo que ocurría décadas atrás, ya no se trata como un suceso o episodio puntual que acaba con una muerte, sino como un fenómeno «fruto de una educación social que imperó durante siglos, del dominio del hombre sobre la mujer a lo largo de la historia, que ha quedado impregnado en la sociedad». 

Noticias positivas. En este sentido, gracias a este «cambio social», los medios también se han preocupado de reflejar noticias ‘positivas’, como la de infinidad de mujeres que han logrado dejar atrás la situación y que hoy tienen una vida normalizada y feliz. Para la docente, cada noticia debe ser «una ventana abierta para una mujer que está pasando por una situación de violencia», por lo que los profesionales deben incorporar información útil, como el teléfono gratuito de información y asesoramiento a las víctimas, el 016, que no deja rastro en la factura telefónica; además de otra información técnica que sea útil, como que existen unidades específicas en Policía y Guardia Civil que les prestarán ayuda y protección.

En su diagnóstico, Martín ha detectado el «gran desconocimiento” que existe sobre el concepto de violencia de género, ya que «no solo son los casos que acaban en muerte, sino también el maltrato físico, el psicológico, la violencia sexual o el acoso». La profesora sostiene que, de las entrevistas que mantuvo con expertos y directos de medios de comunicación para la realización del estudio, «llegamos a la conclusión de que el término correcto es violencia de género, el que ejerce un hombre sobre una mujer por el hecho de ser mujer». «Violencia machista —añade— suena bastante peor y violencia familiar es otra cosa», apunta la profesora, que mantiene que quienes niegan la existencia de la violencia de género es «que no han mirado su país. No me creo que no lo sepan y solo lo hacen para ganar votos y llevar la contraria».

La punta del iceberg. Por otra parte, la autora del manual mantiene que hay información que los medios de comunicación «invisibilizan», porque «los asesinatos, las muertes, son solo la punta del iceberg de un gran problema de fondo». En este sentido, recuerda que en los últimos años en

España se registran una media de 130.000 denuncias anuales de violencia de género contra las mujeres, de las que el 65% las formulan los agentes de Policía o Guardia Civil cuando visitan los domicilios de las víctimas.

Martín aconseja evitar el sensacionalismo y no hacer un espectáculo de la noticia, buscar testimonios adecuados — «mejor un policía que un vecino»—, no incluir información innecesaria, buscar un lenguaje inclusivo e informar de las asociaciones y entidades a las que pueden acudir para superar su situación. En este sentido, la profesora aboga por dar «más protagonismo» en los medios a la mujeres que han logrado dejar atrás el problema y que las noticias informen también de las condenas que la justicia impone a los agresores.

En cuanto a la publicidad, Martín rechaza el uso de estereotipos en las campañas contra la violencia de género. «No hay que poner a la mujer como débil, sumisa, como una pobrecita que necesita ayuda. Hay que dar mensajes de esperanza y mostrar a mujeres fuertes, valientes y atrevidas, que han sido capaces de reconstruir su vida». Asimismo, el libro apunta otras campañas para educar al hombre en el respeto a la intimidad de las mujeres, con mensajes «claros», como que «no se puede asustar o decir nada a una chica que va sola por la calle de noche».

Periodistas y publicistas,  «somos sensibles, estamos concienciados. Se ha logrado que el tratamiento informativo sea bastante aceptable». «Cosa distinta —señala— es lo que ocurre con esa gente que no es profesional. Ahora en redes sociales cualquiera puede ser un comunicador social. Es el reto y el peligro. Se está haciendo un daño tremendo que puede dilapidar lo que habíamos logrado».