En la película ‘Up in the air’, Ryan Bingham (George Clooney) es un experto en reducir personal que no para de viajar por todo el país. Su hogar es una maleta con ruedas y las salas de los aeropuertos. Cuando su jefe se plantea situarle en un puesto fijo, él reflexiona sobre los pros y los contras de llevar una vida así, sin un lugar al que volver al final de todo. Los deportistas segovianos sí que lo tienen (o al menos que se sepa), pero como el personaje de Clooney viven pegados a un pequeño equipaje desde que arranca la temporada entre agosto y septiembre hasta que baja el telón en mayo en la mayoría de los casos. Apartados temporalmente de la familia y de los amigos para cumplir sus sueños y superarse.

Las palizas en viajes no son patrimonio exclusivo de las grandes estrellas del deporte. También los más humildes realizan miles de kilómetros en sólo unos meses en el marco de sus competiciones y, aunque los principales equipos segovianos no tienen que afrontar desplazamientos internacionales, se recorren España sin lujos pero sí con mucha ilusión. Que se lo digan al Viveros Herol Nava, que este curso debutará en la máxima categoría del balonmano español gracias al histórico ascenso logrado el pasado abril en la localidad pontevedresa de O Rosal.

El equipo que dirige Daniel Gordo se estrenará en casa contra el Atlético Valladolid y la semana siguiente visitará al Fraikin BM Granollers, el primero de los desplazamientos que le esperan en un calendario en el que, a priori, recorrerá menos kilómetros que en División de Honor Plata. A la espera de lo que dictaminen los sorteos coperos, el conjunto navero visitará la mencionada Granollers, Sagunto (Valencia), Cangas de Morrazo (Pontevedra), Cuenca, León, Benidorm (Alicante), Pamplona, Huesca, Valladolid, Guadalajara, Logroño, Santander, Barcelona, Puente Genil e Irún. En total, 6.242 kilómetros.

La 'vuelta a España' de los nuestrosA ellos hay que sumar los correspondientes de vuelta, aunque también están los equipos a los que les sonríe un poco más la suerte. Las ‘azules’ del Unami vuelven a estar encuadradas en el grupo IV de la Segunda División femenina de fútbol sala, y de nuevo este año la mayoría de sus compromisos a domicilio se concentran en Madrid. De hecho, un único viaje –el que realizarán a Las Palmas de Gran Canaria el 21 de septiembre– acapara casi la mitad de los kilómetros que completarán a lo largo de la temporada. El podio de los más largos lo completan para las de Antonio González Puertollano (332 kilómetros) y Almagro (293).

El único de tanta distancia que les aguarda a la Gimnástica Segoviana y al Club Deportivo La Granja es el de Bembibre (306), ya que el resto se sitúan por debajo de los 300 kilómetros. Sin embargo, la dificultad deportiva y logística se ha multiplicado en el grupo VIII de Tercera División, que esta campaña contará con una Liga de 21 equipos debido a la inclusión del Real Burgos por mandato judicial y a la derrota del Zamora en la pugna que había abierto la Real Federación Española de Fútbol por ocupar la plaza dejada libre por el Reus en Segunda División B.

Si se descuentan los derbis que protagonizarán ambos equipos en La Albuera y en El Hospital, tanto gimnásticos como granjeños tendrán que cargar sobre sus espaldas con diecinueve desplazamientos; entre ellos cuatro a Burgos capital y otro a Miranda de Ebro, que se revela como el segundo desplazamiento más lejano (282 kilómetros). El más asequible, Ávila, a apenas 64.

No hay ninguno así en el horizonte del Fútbol Sala Mariano Rico Cuéllar, que se enfrentará a un calendario endiablado a costa de continuar una temporada más en la Segunda División B de fútbol sala. A pesar de la humildad de su estructura y de su presupuesto, tendrá que recorrer 4.316 kilómetros (sólo de ida) para disputar sus quince jornadas como visitante. Equipos vascos, navarros, aragoneses, cántabros, castellanos y leoneses y castellanos-manchegos dan forma al grupo II de la categoría de bronce, en la que además algunos equipos disputan la Copa del Rey junto a los clubes de Primera y Segunda.

Toda una paliza que hará que más de uno se sienta como George Clooney en ‘Up in the air’, con la necesidad de volver a casa y descansar durante un tiempo después de tanta actividad y esfuerzo.