La hostelería de Segovia cuenta con 200 terrazas instaladas

D. A.
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Son unas 80 más de las que se ponían en la ciudad antes de la covid, pero una veintena menos que en 2020, y Hotuse atribuye el descenso a cierres. El Ayuntamiento lanzará los bonos descuento para negocios sin terraza de cara a la temporada baja

Terrazas en la Plaza Mayor de Segovia.

Hace dos años, los responsables de la Asociación Industrial de Hosteleros de Segovia, ahora Hotuse (Hostelería y Turismo), amenazaban con promover un paro patronal por sus encontronazos con el Ayuntamiento de Segovia. Había tensión por asuntos como la negativa a permitir cerramientos de terrazas que la alcaldesa describió como «ranchitos privados»; por la intención municipal de obligar a recoger mesas, sillas y demás mobiliario en el interior, de acuerdo con una modificación de ordenanza que ha quedado en suspenso hasta que pase la pandemia; o por cicatrices por subidas de «hasta el 400%» en la tasa de ocupación de vía pública. No es que fueran temas menores, pero todo es relativo después de que el drama sanitario del siglo también haya arrasado la vieja normalidad económica y social. Las discrepancias ordinarias han quedado a un lado y aunque un día vuelvan, quizá entonces, después de la experiencia vivida y sufrida en este largo año y medio (más lo que quede), también se vean de otra forma por parte de todos.

Hoy hay diálogo y más sensibilidad por ambas partes. Algo de comprensión por el lado hostelero frente a incompatibilidades legales que alega el Ayuntamiento para no conceder ciertas demandas, pero también bonificaciones fiscales: unas ya concedidas, otras actualmente en negociaciones. Y una flexibilidad desde la Administración que a ojos de cualquiera sería imposible en una situación que no fuera tan extraordinaria. ¿Cómo si no imaginar que las terrazas se pudieran desbordar hasta ocupar plazas de aparcamiento? Una excepción, por otra parte, generalizada en el país.

En 2019, último año sin pandemia, el Ayuntamiento de Segovia concedió licencias para instalar 123 terrazas y ahora se contabilizan 185, además de 21 expedientes en tramitación que se esperan resolver en «unos diez días», calcula el concejal de Servicios, Miguel Merino. El año pasado hubo incluso más, hasta 220, y Hotuse teme que ese descenso se deba a cierres. «No cabe otra explicación porque, en las circunstancias que estamos, nadie que tenga posibilidad de pedir terraza deja de hacerlo», opina el presidente de la asociación, Jesús Castellanos. «Contábamos con ello aunque al menos aquí nuestro sector está demostrando ser más fuerte que el de otras provincias donde está habiendo más cierres». Entretanto, de las 185 terrazas ya instaladas, 25 ocupan aparcamientos; más de 60 plazas, según estimaciones de Hotuse.

El concejal de Servicios matiza, por otro lado, que las 220 terrazas de 2020 son la cifra que se alcanzaba al final de ese ejercicio, así que «le queda cierto margen a 2021 para que haya alguna petición más», aunque se presume que en todo caso se trataría de alguna solicitud muy puntual, porque lo normal sería haberla cursado ya. También están los hosteleros que se han topado con peticiones denegadas (nueve en lo que va de año), «fundamentalmente, por no poder cumplir con las distancias que marca la normativa sanitaria o por falta de accesibilidad».

Pero en estos días el conflicto por la ocupación del espacio público no está tanto en el rigor de la Administración a la hora de preservarlo para los peatones, que también, sino entre los propios hosteleros a la hora de repartírselo, tal y como está ocurriendo en una zona del casco histórico donde tres establecimientos vecinos quieren su hueco donde antes sólo se ponía uno. «Intentamos buscar soluciones, no contribuir a aumentar esa tensión y que todos tengan algo por lo menos para mantenerse», argumenta Merino. 

Quejas por molestias «sigue habiendo de todo tipo», añade. También por parte de vecinos de los locales o peatones por supuestos excesos o incumplimientos de los hosteleros, aunque todo se relativice en pandemia. «También con los hosteleros tuvimos el caso de los cortavientos», recuerda en alusión a la petición de que se pudieran instalar para proteger las terrazas. Al final no se aceptaron en los entornos monumentales y en el resto de la ciudad sí, aunque no se llegó a la veintena de peticiones. «El caso es intentar digerir los desacuerdos lo mejor posible», sugiere.

¿Y qué concesiones desaparecerán cuando pase la pandemia, aparte de la ocupación de plazas de aparcamiento?, ¿cuáles permanecerán? «En una situación normal», Merino recuerda que las terrazas volverán a tener espacios más limitados, «pero a favor de los hosteleros estará que no habrá las distancias de ahora por norma sanitaria». Y por otra parte, con la modificación de la ordenanza llegaran más condiciones regulatorias, pero también podrían actualizarse horarios e incluir como algo ordinario la excepción ahora vigente de que las terrazas puedan montarse desde las 8.30 y abrir a las 9.00, una hora antes de lo habitual.

AYUDAS FISCALES. Pero ahora lo que preocupa es hoy y como mucho mañana; las ayudas y, por supuesto, las bonificaciones fiscales. A partir de septiembre espera Hotuse que salgan los bonos de hostelería que aceptó sacar el Ayuntamiento para los clientes de los restaurantes sin terraza. «Ayudará a incentivar el consumo cuando empiece la temporada baja en octubre o noviembre», piensa, con descuentos «de 5, 10 o 15 euros», cita como ejemplo. «Falta la firma y cerrar flecos».

Por la parte fiscal, de la tasa de basura el Ayuntamiento ha condonado a los hosteleros el 90% del primer cuatrimestre, mientras Hotuse confía en que se haga lo propio con el segundo. Y respecto a la tasa de terrazas, no se ha pasado ningún recibo ni de este año ni de 2020 desde el 14 de marzo. «En su momento pedimos que tuviéramos que empezar a pagar lo más tarde posible para que cuando tocara ya estuviéramos facturando, al menos como ya estamos haciendo ahora, así que la idea es empezar a pagar a partir del segundo semestre», pero asumiendo que también se les girará un porcentaje por definir del primero de 2021. 

Redondeando, un bar en zona de primera categoría con cuatro mesas de terraza que ocupen 14 metros cuadrados paga algo menos de 1.500 euros de tasa al año. En zona de tercera (barrios del casco urbano), algo menos de 200, y en la cuarta (los incorporados y Revenga), apenas 15 euros.

«En este año y pico tan complicado creemos que hemos tenido muy buena comunicación con el Ayuntamiento y hemos llegado a buenos acuerdos», afirma el presidente de Hotuse, que cuenta con que «la responsabilidad por las consecuencias de las restricciones no le corresponde a esta Administración, aparte de que ya no es momento de buscar culpables». «También se nos facilitaron ayudas el año pasado para comprar material covid. No se agotó toda la partida, pero el dinero ahí estuvo y bueno, son cosas que se van consiguiendo. Nunca todo que querríamos, claro, pero valoramos el esfuerzo», continúa Castellanos. Y en la que se espera que sea la recta final del drama sanitario del siglo, pero a la vez en plena irrupción de la quinta ola, suena de momento una nueva normalidad con llamada a la «empatía» por parte del Ayuntamiento y a la «sensibilidad» desde el lado hostelero.