Cuidados y en casa

Agencias
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Las personas que se hacen cargo de un familiar enfermo o mayor suelen verse sobrepasadas por la situación y por el alto coste económico que supone hacer frente a esta circunstancia

Los cambios demográficos y el envejecimiento progresivo de la población han llevado a un nuevo concepto de tercera edad. La población mayor de 65 años ha pasado de representar el 11,2 por ciento en 1981 a hacerlo con un 18,7 por ciento, según el último informe del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso), de 2016. En este mismo trabajo se calcula que en 2060 el número de habitantes con más de 80 años se habrá cuadriplicado en el país, una cifra nada desdeñable. Así, por un lado, tenemos mayores cada vez más activos y, por otro, un creciente número de octogenarios con más patologías y un mayor nivel de dependencia.

«La preferencia de los familiares suele ser mantenerlos en casa. De hecho, el ingreso en centros residenciales se retrasa en el 40 por ciento de los casos por el sentimiento de culpa por dejarlos en estas residencias, y el 62 por ciento de familiares lo postergan al creer que el mayor preferiría continuar viviendo en casa», según un estudio realizado por Sanitas Mayores.

Las familias sienten desorientación y no disponen de los recursos ni conocimientos necesarios para cuidar de su familiar en casa en muchos casos, según advierte David Curto, responsable de Gestión Asistencial de Sanitas Mayores.

La atención profesionalizada a estas personas ha estado centrada en las residencias geriátricas y centros de día. Sin embargo, seis de cada 10 personas con más de 60 años se muestran preocupadas frente a la posibilidad de tener que dejar de vivir en su casa algún día, según remarca Curto.

 Con ello, este experto defiende que el hogar es siempre el «mejor sitio» para que los mayores puedan pasar su vida, para lo que considera que hay que adaptar los domicilios a las necesidades de los mismos. Un aspecto fundamental, según recalca, es el de mantener la autonomía, intentar, aunque sea con supervisión, que la persona mayor se desenvuelva de la manera más autónoma posible.

«Es importante que aspectos como el riesgo de caídas se minimicen eliminando objetos que puedan resultar peligrosos en zonas de paso. Es vital también que a la hora de comer se le disponga menaje adaptado a sus necesidades para que pueda disfrutar de la comida de la manera más autónoma posible», sostiene el especialista, a la vez que insiste en que la seguridad, la autonomía, y el soporte al cuidador son aspectos muy importantes para la vida en casa.

Una figura relevante 

Por otro lado, llama la atención sobre el hecho de que el mayor problema al que se enfrenta el cuidador es el deterioro de la propia salud. «El síntoma que manifiestan con más frecuencia es el cansancio y la falta de fuerza física, el desánimo, la depresión y otros problemas de tipo físico, y todo ello sin olvidar la enorme carga emocional para el cuidador y su entorno. A esto hay que sumar la repercusión socioeconómica que genera el alzhéimer», sostiene el experto.

Según el estudio Retos y preocupaciones de los cuidadores de personas que viven con alzhéimer, un 75 por ciento de los cuidadores son familiares de los mayores. 

«Las personas que se ocupan del cuidado diario de los pacientes que viven con demencia tienen necesidades no cubiertas, derivadas de una entrega que les afecta de manera psíquica y física. Uno de los datos más llamativos de este trabajo es que la gran mayoría de cuidadores (cerca del 90 por ciento) afirman no contar con la formación necesaria para cuidar a su familiar», agrega.

un trabajo agotador. Y es que la falta de apoyo es uno de los mayores problemas a los que se enfrentan, advierte Curto. De hecho, matiza que cuatro de cada 10 cuidadores declaran necesitar ayuda externa para poder atender adecuadamente a la persona que vive con azhéimer, y en el 32,6 por ciento de los casos no lo hacen por dinero. «Porque atender a una persona con esta enfermedad implica, además del tiempo y esfuerzo, un coste económico destacado», remacha.

Según reconoce el experto, cuidar a un familiar puede ser «tremendamente estresante y agotador», y perjudicar la propia salud del cuidador implicado. Es más, sostiene que acarrea importantes preocupaciones, destacando la sobrecarga mental o física que supone, el coste económico del mismo, y la falta de adaptación del hogar a las nuevas necesidades. De hecho, indica que cuatro de cada 10 cuidadores declaran que necesitarían ayuda externa para poder atender adecuadamente a la persona, y en el 32,6 por ciento de los casos no lo hacen por falta de presupuesto.

Finalmente, avisa de que el envejecimiento neuronal y las enfermedades derivadas de ello son una de las mayores preocupaciones.