«Tengo más kilómetros en mis piernas que en mi coche»

Sergio Arribas
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Hijo adoptivo del Real Sitio, deportista de corazón solidario, Luis Alonso suma decenas de trofeos en carreras por montaña, desde la Copa de Hierro al Grand Slam Marathon, que le llevó a competir por los siete continentes.

Luis Alonso. - Foto: Rosa Blanco

Luisete, como le conocen en La Granja, sus amigos, y el resto de los atletas, es un ‘superhéroe’. Y lo es, no solo porque recuerda a ‘Flash’ —el personaje de cómic capaz de correr, moverse y pensar a ‘supervelocidad’— sino porque muchos de sus desafíos geográficos y deportivos tienen una vertiente solidaria.

En Bar Castilla, en La Granja, tiene su pequeño altar de trofeos. Seguro que sabe cuántos son…
Son los que conseguí con el Grand Slam Marathon y la Copa de Hierro. Unos doce. La joya de la corona es la Copa de Hierro, un trofeo que no se entregaba desde los años 20. Había que vencer en la Copa de la Comunidad de Madrid de carreras por montaña en tres años consecutivos o cuatro alternos y yó gané en 2006, 2007 y 2008. Ese trofeo me catapultó para poder competir en carreras a nivel nacional e internacional.

Hice el Camino de Santiago y sucumbí a las ampollas. ¡100 kilómetros en una semana! ¿Cuántos kilómetros sobre sus piernas?
Posiblemente tengo más kilómetros en mis piernas que en mi coche. Compré un coche en 2004, tiene 85.000 kilómetros y yo calculo que en mis piernas tendré unos 100.000.

No soy muy deportista, lo confieso. Eso de correr, para los carteristas y los toreros malos…
Empecé con 6 años, con mi padre, en una carrera que se hacía en el colegio. Y desde entonces he corrido detrás del mostrador (del bar familiar), de ahí a la terraza y últimamente recorriendo el mundo. En junio hacemos 43 años con el Bar Castilla.

Correr, correr y correr…. En la película, Forrest Gump corrió 30.616 kilómetros en tres años, a una media de 25,7 kilómetros al día, según el magazine británico The Week. ¡Vamos, que la gesta que hizo el personaje de la película es posible!
Es más que posible. Cuando prepararas carreras como las que yo suelo hacer, de 100 kilómetros, pues entrenas más de 200 kilómetros a la semana. Gente que se prepara un maratón pues estará por ahí también.

Me parece un poco sobrehumano…
No, no.. es una cuestión de preparación. Es como todo, si te preparas en la vida para algo y luchas por ello, tienes opciones de conseguirlo. No he visto nunca éxito antes que trabajo, salvo en el diccionario.

¿Cuántas veces ha ido de La Granja a Segovia y viceversa a golpe de calcetín?
Son incontables. Hoy he bajado corriendo para hacer esta entrevista.

¿Cronometra cada tramo de la sierra en el que entrena?
No soy muy de reloj. Lo llevo los días que tengo que hacer series. En carreras, incluso, he estado muchos años con un Casio que no tenía ni altímetro ni GPS ni nada... solo era para saber en qué momento tenía que beber y comer. Sería, utilizando un símil con el ciclismo, más como Valverde que como Chrish Froome. El español va más por sensaciones y el británico va con su potenciómetro, con su cadencia medida..

Eso de dar zancadas por asfalto.. ¿es un sacrilegio?
El asfalto me da alergia.

En solo 11 meses, entre 2011 y 2013, cerró el Gran Slam Maratón, una carrera en cada uno de los siete continentes, más otra en el Polo Norte. ¿Qué virus le provocó la osadía?
En aquella época pensaba que iba a dejar de competir y quería hacer algo que me llenara. Tengo dos pasiones, correr y viajar, y era la manera de conjugar ambas. También me podrían llamar el Willy Fog, porque lo hice aproximadamente en 80 días, a unos diez días por carrera.

¿Es tan competitivo como parece?
Soy competitivo en todo, en mi negocio, corriendo… también soy consciente de que en carreras hay gente mejor que tú y te adaptas al puesto que está en tus posibilidades. Soy competitivo con todo el mundo pero también conmigo mismo. Pero sí, es cierto, intento ser el mejor, casi hasta desayunando.

La vida sin un reto es…
Sería una mierda (se ríe).

Por cierto, para la carrera del Polo Norte, ¿es verdad que entrenó dentro de una cámara frigorífica?
Preparé las carreras del Polo Norte y la Antártida dentro de una cámara frigorífica. Fue para testar la ropa, porque al final, tus pulmones se pueden adaptar en los dos o tres días previos, pero lo que tienes que tener claro es que allí te juegas la vida si no llevas una ropa adecuada. Y la única manera de probarlo en abril y noviembre era dentro de una cámara frigorífica. Aquellas carreras eran en un ambiente de 20 grados bajo cero.

Pero, a ver... si hace solo unos meses, ganó en Túnez los 100 kilómetros del Sáhara, una carrera por el desierto que se desarrolla a temperaturas cercanas a los 40 grados…
Esta misma pregunta me la hizo un especialista en medicina deportiva y ya le dije que si él no lo sabía, yo tampoco.  Creo que es una cuestión de mentalidad y de adaptar la ropa a cada momento.

Tiene 46 años, pero, ¿tiene claro cuando abandonará esta pasión?
Casi seguro a final de temporada, en diciembre de este año.

¿Cuántas zapatillas gasta.. no sé, en un año?
Posiblemente, entre cuatro o cinco pares, depende de las carreras en las que participe.

Eso de ir al Polo Norte con un cochinillo asado y zampárselo… Sin acritud, ¿le dio el sol más de la cuenta cuando tuvo esa idea?
Soy un atleta que no tengo un equipo que me pueda aportar fondos para mis desafíos. Entonces, me muevo mucho. Se me ocurrió hablar con Procose, conseguimos llevar un cochinillo al Polo Norte y salimos en todos los medios. Sí puedo decir que soy el primer segoviano en pisar el Polo Norte y el único, que yo sepa, que se ha comido allí un cochinillo.

Vísteme despacio que tengo prisa.. ¿Qué es lo que siempre procura hacer con calma?
Pocas cosas hago con calma. Lo más tranquilo que hago es el desayuno. He llegado a comer en cinco minutos, con primero, segundo y postre.

Sus desafíos han recaudado más de 20.000 euros para «acciones solidarias». ¿De dónde le viene esta generosidad?
Fueron 16.500 euros cuando el Grand Slam en 2012 y en 2011 recaudamos 4.000 euros para una silla de ruedas para una niña que se llama Luna. Siempre en mi casa vi esa generosidad, de cómo ayudaron a mis padres y éstos también a sus vecinos y amigos...

Creo que el peor momento de su vida fue este verano, en el incendio de la sierra de Guadarrama. ¿Qué se le pasó por la cabeza?
Había una lengua de fuego de 450 metros y cuando bajamos, porque ya no había medios aéreos para ayudarnos, pues fue duro… Luego estuvimos por la noche con la gente de la UME, fue, insisto, muy duro. Sigo pasando por la zona y me sigue oliendo a humo, los pies siguen bajando negros… Nadie en La Granja lo va a olvidar. Pudimos perder nuestro paraíso.

¿Su droga legal favorita?
El café. Por la mañana me pudo tomar cuatro o cinco cafés, desde las siete y media que me levanto hasta las diez que me voy a entrenar.

He probado los judiones de Bar Castilla… ¡Los mejores que he probado! ¡Y no es peloteo! ¿Cuál es el secreto?
Es una receta de más de 40 años, que la tienes mecanizada, y que ha pasado por generaciones. También hay que tener una buena materia prima y ganas de hacerlo. Las judías para que estén buenas tienen que reposar, es decir, hay que hacerlas con el tiempo suficiente.

Hasta aquí la carrera. Ha llegado a la meta. ¡Otro triunfo!
Un artículo que guardaré con cariño. Guardo todo lo que se ha publicado sobre mí y posiblemente podría empapelar toda mi casa con noticias de ‘Luisete’ (se ríe).