Cuando Irán vetó a la chica segoviana

Nacho Sáez
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En este 2021 se cumplen 25 años del Mundial de fútbol sala que tuvo una de sus sedes en Segovia, volcada con una cita que sus artífices califican como «histórica».

Componentes de la selección de Irán que disputó aquel Mundial. - Foto: Archivo de Jesús Romano

Esto es lo más importante que se ha hecho y que se hará a nivel deportivo en Segovia». Heliodoro Albarrán no tiene dudas acerca de la trascendencia histórica de la fase de grupos del Mundial de fútbol sala que acogió hace 25 años el pabellón Pedro Delgado. Sede entre el 24 y 29 de noviembre de 1996 de las selecciones de Uruguay, Estados Unidos, Italia, Malasia, Brasil, Bélgica, Irán y Cuba–repartidas entre los grupos C y D–, la conocida como ‘Catedral del fútbol sala’ disfrutó gracias a ese campeonato de algunos de los momentos más relevantes y también singulares que nunca ha vivido. 

La culpa principal la tuvo el empeño de José Luis Guijarro. Este histórico hostelero peleó para que Segovia fuera una de las sedes de aquel Mundial, que también tuvo como escenarios Murcia, Castellón  de la Plana y Barcelona. «Él era el presidente del Comité Nacional de Fútbol Sala –aún no existía la Liga Nacional de Fútbol Sala– y tenía información de primera mano. A España le concedieron la organización del Mundial y él se empezó a mover. Es un emprendedor, un soñador y un luchador y dijo: ‘Vamos a hacerlo’», cuenta Albarrán, coordinador del comité organizador local que se formó para digerir la amplia logística que exigía el evento. Como ejemplo, el Ayuntamiento se gastó veinte millones de pesetas en adecuar el Pedro Delgado y otros diez en el aval que exigía la competición y que pagó con la ayuda de la Junta y de la Diputación.

Aunque a diferente escala, los Juegos Olímpicos de Barcelona fueron el modelo a seguir para los artífices de este hito en Segovia. «Lo de reclutar voluntarios se implantó allí y nosotros lo imitamos. Al final salieron cerca de 80 personas entre conductores, intérpretes, colaboradores en los hoteles… Antonio Vaquero, que fue su responsable, hizo un papel increíble», remarca Albarrán. Ellos también quisieron hacer una ceremonia de inauguración solemne con un abanderado en cada selección. «Fue muy muy difícil poner en marcha la ceremonia de inauguración. Nos costó muchísimo trabajo y tuvimos que echar mano de todos los amigos. El Mester de Juglaría hizo una actuación. Fue lo más difícil porque era algo que no dominábamos», explica Guijarro, que no menciona el conflicto  que se produjo con Irán.

Una de las entradas que se vendieron para aquella fase de grupos del Pedro Delgado.Una de las entradas que se vendieron para aquella fase de grupos del Pedro Delgado. - Foto: Archivo de Jesús Romano

«Se resolvió de forma bastante diplomática. Todo el mundo tuvo que ceder», señala Jesús Romano, funcionario de la Concejalía de Deportes y miembro también del comité organizador local.  Carlos García Fuentetaja, responsable de prensa y comunicación, describe lo que ocurrió: «El día de la ceremonia de inauguración la delegación de Irán fue la única en la que el abanderado fue un niño, no una niña, porque lo pidieron ellos». «Decían que no salían», confirma Albarrán. Pero no fue el único episodio de este tipo. «La selección de Malasia trajo como jefe de expedición a un sultán y solo se podían dirigir a él los hombres. Lo recuerdo porque mi mujer era azafata del palco. Además pidió dos limusinas y una suite con dos habitaciones añadidas a las que tenía, y al miembro del comité organizador local que les acompañaba se le llevó a la Embajada de Malasia en Madrid y le ofreció una cena», desvela García Fuentetaja.

Aquella semana de fútbol sala internacional estuvo trufada de anécdotas. Varias de ellas protagonizadas por la selección de Cuba. En pleno noviembre, sus integrantes aterrizaron en Segovia sin ropa de abrigo y la Real Federación Española de Fútbol les tuvo que dar unos abrigos. «También tuvimos un problema con ellos en un supermercado», añade Guijarro recordando con humor un pequeño hurto que cometieron.

Los flancos a cubrir se multiplicaban para el comité organizador de Segovia, que encontró ayuda eso sí en numerosos rincones. «Tuvimos la gran suerte de que el alcalde Ramón Escobar, que en paz descanse, y Paco Maroto como concejal nos apoyaron infinitamente. No sentíamos que era un apoyo material sino cariño. Maroto iba siempre que podía a nuestras reuniones y Ramón Escobar me llamaba cada quince días. Estaba permanentemente preocupado por las cosas. Sabía que [el campeonato] podía ser importante para Segovia y estaba con nosotros», rememora  Albarrán. «Me gustaría resaltar el trabajo de la Delegación Provincial de Fútbol de Segovia con Julio Isabel y Manolo Estebaranz, que me ayudaron muchísimo, muchísimo, muchísimo», abunda Guijarro.

Miembros del comité organizador local que se formó.Miembros del comité organizador local que se formó. - Foto: Archivo de Jesús Romano

Toda la ciudad se volcó hasta el punto de que el pabellón se llenó incluso en los partidos que se jugaron por la mañana en días laborables. «Pedimos a los colegios que dieran unas horas de vacaciones a los chavales y compramos banderines para que cada colegio apoyara a una selección», revelan los organizadores. Otro día los jugadores de Italia solicitaron la asistencia de un dentista y el odontólogo Anselmo Mesa les atendió sin cobrarles. «Se vivió en Segovia como algo propio de la ciudad», resume García Fuentetaja.

Heliodoro Albarrán, uno de los artífices, posa con una camiseta de Brasil que conserva.
Heliodoro Albarrán, uno de los artífices, posa con una camiseta de Brasil que conserva. - Foto: N. S.

Deportivamente Brasil, Bélgica, Italia y Uruguay se clasificaron para los octavos de final antes de que la competición abandonara Segovia. La principal espina fue que España disputara sus partidos en otra ciudad («Murcia tenía más fuerza que nosotros», reconoce Albarrán), pero todos los consultados coinciden en el éxito que supuso su implicación en ese Mundial. «No se había hecho nada de esta índole y para mí fue una satisfacción, pero sin el trabajo de toda la gente que me ayudó no podría haber hecho nada. Íbamos a las siete de la mañana al Puerta de Segovia y estábamos hasta las doce de la noche. Fue impresionante», asevera Guijarro. Todo a pesar de las dificultades. «Teníamos mucho miedo a la seguridad. Venían Irán y Estados Unidos y en las reuniones que teníamos con los mandos de la Policía siempre hacían hincapié en Irán y Estados Unidos. Al final quedó muy bien atado. Pero era una parafernalia increíble. Venían ocho o diez directivos de FIFA cuando querían, tenías que ir a buscarles, llevarles al Parador y al día siguiente se antojaban de visitar Segovia y había que buscarles un intérprete y un chófer», rememora Albarrán. Entre los asistentes ilustres destacó la presencia de Joseph Blatter, entonces secretario general de la FIFA. «La persona que iba a acompañarle estaba de los nervios, pero luego resultó que hablaba castellano y que era encantador. De selecciones, Uruguay fue la más agradecida. A José Luis Arcones, su delegado segoviano, le hicieron una despedida por lo bien que se había portado», concluyen.