Solo uno de cada diez perceptores de la PAC es menor de 40

P. Velasco
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Más del 28 por ciento de los beneficiarios de estas ayudas son mujeres con 19.634 en Castilla y León y se registra un descenso de casi 5.000 agricultores repartidos en todos los segmentos de población

Un agricultor cosecha girasol en la provincia de Burgos. - Foto: Alberto Rodrigo

El sector agrario está envejecido y la llegada de jóvenes al campo sigue sin producirse pese a las diferentes medidas puestas en marcha desde administraciones públicas y organizaciones agrarias para conseguirlo. Los últimos datos publicados el pasado 27 de febrero por el Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA) sobre la distribución de las ayudas directas de la Política Agrícola Común (PAC) en 2017 refrendan que esta situación no ha variado muchos en los últimos años. Solo 538 profesionales menores de 25 años percibieron ayudas de la PAC durante esa anualidad, lo que supone el 0,78 por ciento del número total de beneficiarios en Castilla y León, 68.693.

Pero lo más preocupante de estas cifras son los datos que hacen referencia a otros tramos de edad, ya que el informe del FEGA refleja que nueve de cada diez perceptores de las subvenciones europeas tienen más de 40 años, el 90,18 por ciento del total de perceptores (61.954) y que el 31,40 por ciento (21.568) del total de beneficiarios ya está jubilado. Por este motivo, desde todas las organizaciones agrarias con representación en la Comunidad se viene reclamando que la nueva PAC que se negocia en Bruselas para el futuro beneficie de forma más directa al «agricultor activo», aquel que realmente vive del campo.

Según las estadísticas facilitadas por el FEGA sobre la distribución de las ayudas directas en el ejercicio 2017, el colectivo de entre 40 y 65 años está formado por 40.486 perceptores (58,79 por ciento), mientras que por debajo de 40 y mayor de 25 son 6.201 (9,03 por ciento) los que reciben subvenciones.

Otro dato relevante del informe del FEGA, órgano dependiente del Ministerio de Agricultura encargado de que las ayudas de Bruselas lleguen específicamente a los objetivos programados, es que las ayudas de la PAC son percibidas mayoritariamente por los hombres, con 49.059 beneficiarios, con 595.654.518 euros en apoyos directos; frente a las 19.634 perceptoras con más de 126 millones de euros. Una cifra que supone que apenas el 28 por ciento de los perceptores sean mujeres. A nivel nacional, las mujeres suponen el 37 por ciento de los beneficiarios de las ayudas europeas frente a un 63 por ciento que son hombres.

Reparto de importes

En términos globales, Castilla y León registró durante el año 2017 68.693 beneficiarios de estas ayudas procedentes de la Unión Europea por importe de 722.506.714 euros. El 68,21 por ciento de esta cantidad se repartió entre los agricultores que tienen entre 40 y 65 años, mientras que los menores de 25 solo recibieron 9,7 millones de euros.

A nivel nacional, los perceptores de la PAC durante esa anualidad fueron 678.919, de los que el 37,2 por ciento de ellos fueron mujeres. De las 252.214, el 40,7 por ciento superan los 65 años y solo 914 tienen menos de 25 años, el 0,36 por ciento. En lo que se refiere a los hombres, 426.705 reclamaron ayudas de la PAC, el 53,1 por ciento de ellos entre 65 y 40 años, mientras que apenas 3.270, un 0,76 por ciento del conjunto global, cuentan con menos de 25.

El presidente de Asaja en Castilla y León, Donaciano Dujo, reconoció a Ical la «realidad» tanto de Castilla y León como de España y Europa, donde el sector agrícola y ganadero «está envejecido». «Se puede hacer toda la demagogia que se desee, pero la verdad es que hijos de agricultores que hayan mamado esto y que sean potenciales agricultores de cara a los próximos años, hay pocos», denunció. Por su parte, el coordinador regional de la UCCL, Jesús Manuel González Palacín, reconoció que la incorporación al campo es «lenta y en muchos casos ficticia» y reclamó que se persiga «el fraude». El coordinador de Coag en Castilla y León, Aurelio Pérez, explicó que se está produciendo «un cambio de modelo» en las explotaciones, en las que el trabajador autónomo es cada vez más escaso.