Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Peligroso

27/04/2021

Nos hemos quedado sin debates. Y escribo «nos» porque en las elecciones de Madrid parece que votamos todos, que también les afectan a los de La Moraña, La Bureba o El Cerrato. Y especialmente nos afectan a todos por el clima de crispación, odio y enfrentamientos que se ha generado y que amenaza muy seriamente la convivencia en España y no solo en los alrededores de la Cibeles. El espectáculo del pasado viernes en un debate organizado por la SER no fue propio de un país civilizado y democrático. Y la negativa de la candidata de Vox, Rocío Monasterio, a condenar el envío de balas a Pablo Iglesias sería rechazable y fuertemente censurable en cualquier nación europea. Aquí no. Lejos de condenar, la señora Monasterio se permitió el lujo de dudar de la veracidad de lo denunciado por Iglesias (y por el ministro del Interior y la directora de la Guardia Civil), de lanzarles insultos a él y a la moderadora y de tratar de monopolizar los micrófonos para no dejar hablar a nadie más. Todo un síntoma, uno más, de lo que haría Vox con mando en plaza. Adiós libertad de expresión para los demás. Tampoco ha habido una condena contundente, inequívoca, de Isabel Díaz Ayuso. Y eso me parece tan peligroso como lo anterior. Podría copiar de la señora Merkel y del pacto alemán para aislar a la ultraderecha o, dicho con otra palabra, a los nazis. Pero en España y ahora priman los cálculos electorales sobre los valores democráticos y el respeto al diferente. Los sucesos del viernes y las declaraciones siguientes no son sino la culminación de un ambiente de deterioro y rencor que los españoles no nos merecemos. Si no se dialoga, si no se debate, si no se confrontan ideas y propuestas, ¿qué futuro nos espera?, ¿el del odio, el de bloques enfrentados y sin posibilidad de acuerdos?, ¿el de las dos Españas liadas permanentemente a garrotazos? Si hace unos años alguien nos hubiera dicho que llegaríamos a esta situación, no le habríamos creído. Sin embargo… El peligro está ya aquí. Y haríamos mal en ignorarlo, en no atajarlo y, lo que es peor, en propiciarlo y agudizarlo. Así, no.