Un año después, el relato de Segovia ante el drama del siglo

David Aso
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La revisión de lo sucedido a partir del primer contagio que se registró en la provincia hace aflorar nuevos detalles que agravan el vertiginoso relato de lo vivido y sufrido

Últimos aplausos de los profesionales sanitarios a las puertas del Hospital, el pasado 17 de mayo. - Foto: Rosa Blanco

Un año después de que la OMS declarase la pandemia (11 de marzo), Segovia contabiliza más de 15.000 contagios confirmados y la cifra real puede superar ampliamente los 20.000. Más de 1.700 ingresaron en el hospital general y 352 se dejaron allí la vida, aparte de los que murieron en la primera ola con síntomas compatibles pero sin que diera tiempo a hacerles test. En total van 950 víctimas mortales registradas en la provincia, sumando defunciones en otros centros sanitarios, residencias o incluso en sus domicilios, según datos de la Junta. Muchos tenían otras patologías que les hacían más vulnerables, sí, pero no les tocaba morir, tal y como evidenciaron los estudios de exceso de mortalidad del Instituto Nacional de Estadística y Eurostat.

Las vacunas han dado esperanza, pero la población todavía sueña sin plazos con la libertad de la vieja normalidad; sencilla, discreta y nunca tan apreciada como ahora. Confinamiento fue la palabra más buscada de 2020 en el diccionario de la Real Academia, seguida por cuarentena y pandemia. Distancia social, desescalada, teletrabajo, ERTE, hibernación económica, actividades esenciales y no esenciales… Palabras y expresiones secundarias o inexistentes antes de la covid que han pasado a ser desgraciadamente populares o cuyo significado ha cambiado para siempre. Como todos. 

Corzos paseando junto al Acueducto en una imagen más propia del cine apocalítico. Arcoíris infantiles y aplausos de balcón mientras se sucedían agónicas muertes en soledad y dantescos entierros sin familias que pudieran reunirse para despedir a sus difuntos en el tramo más duro de la pandemia, al tiempo que el Ayuntamiento de Segovia decidía abordar de urgencia en abril una ampliación del cementerio que, de no haberse llevado a cabo, se habría quedado sin nichos nuevos que asignar en mayo. «Curvas» estadísticas que sonaron mejor que muertes a oídos de muchos, hasta que vieron a la misma Muerte llamar a la puerta del vecino, la amiga, el abuelo, la madre… Un año después, al revisar todo aquello desde la perspectiva, la experiencia y el conocimiento que sólo da el tiempo, afloran detalles que agravan el vertiginoso relato de lo vivido y sufrido.

DÍA CERO. Bien puede considerarse el 27 de febrero de 2020 como el día cero en Segovia de la mayor tragedia sanitaria que ha vivido el mundo en un siglo. La Historia dirá que un joven italiano de 18 años, alumno de IE, se confirmó entonces como el primer positivo por covid de la provincia y de Castilla y León (junto con otro caso en Valladolid), aunque las autoridades ya admiten como más que probable que el virus llevara un tiempo circulando.

La Consejería de Sanidad anunció «vigilancia activa» y restricción de movimientos en la residencia de San Lorenzo The Factory, donde el joven convivía con más de un centenar de estudiantes, pero no contuvo una espantada que ya empezó el 25 de febrero, cuando se le trasladó al hospital, y continuó en días posteriores, algo impensable hoy. «Los chavales cogían las maletas y se largaban; y nosotros, desesperados diciendo ‘dónde van’», reconoce a El Día el delegado territorial de la Junta, José Mazarías. «‘¿Aislamos, prohibimos salir?’, no sabíamos bien qué hacer y en algún momento dimos palos de ciego. Recibíamos llamadas en las que nos decían que quiénes éramos para impedir que los chicos se fueran, y nosotros nos mirábamos pensando que llevaban razón. Si tuviéramos que afrontar esta situación ahora lo habríamos hecho de otra forma, claro»; pero, según remarca, porque los protocolos de hoy dan una seguridad jurídica que entonces no existía, y menos sin un estado de alarma vigente.

A la mañana siguiente, 28 de febrero, las redes sociales amanecían llenas de memes y bromas sobre la llegada del coronavirus a la provincia. Faltaba conciencia y consciencia de lo que venía por delante.

Ya en marzo, un viernes 13, víspera de la declaración del primer estado de alarma, una mujer de 98 años, usuaria de la residencia de Sanchonuño, se convertía en la primera víctima mortal oficial del coronavirus en Segovia. El lunes 16 se registraron la segunda y la tercera; el martes 17 otras dos y ahí cambió el criterio de comunicación de la Consejería de Sanidad: a partir de entonces ya no facilitaría ni la edad de las víctimas (aunque sí figurase después en las estadísticas), según respondió a El Día tras solicitar en vano esa información. La mortalidad estaba a punto de desbocarse, no había capacidad para atender preguntas puntuales con ese grado de detalle y los fallecidos pasaban sin remedio a ser números en los partes diarios.

Segovia, que ya en la primera ola destacó como la segunda provincia con más mortalidad covid de Europa, llegó a sufrir más de 20 fallecidos por día y en dos semanas rebasó los 200, de los cuales 150 eran usuarios de residencias. El virus se ensañó con unos centros que no estaban preparados ni a nivel de instalaciones para hacer aislamientos, ni de medios humanos o materiales para atender la presión asistencial. «La vulnerabilidad de estas personas era tal que cualquier cosa que hiciéramos ya era poca», lamenta el delegado. «Las residencias tenían material de protección para poner una vía, dispensar ciertos medicamentos o aplicar protocolos de higiene, pero cuando todo esto se desató…». En total han muerto 246 residentes con covid confirmado y 197 con síntomas compatibles, 443 en total.

Mazarías participó en los repartos de EPI entre las residencias desde el primer día; dos veces por semana, pero con poco material y demasiado tarde para evitar la tragedia, mientras el personal sanitario trataba de protegerse hasta con bolsas de basura. «Unos días les dabas batas, otros guantes… Según pasaba el tiempo pudimos darles de todo, pero al principio no tenían de nada. Muchos no sabían ni qué era un EPI, y aunque tuviéramos dinero, no había dónde comprarlos».

La Junta trató de hacer acopio de material desde finales de febrero, según dijo en su momento la consejera de Sanidad; unas dos semanas antes de que se declarara la pandemia. Sin embargo, el mercado ya estaba desbordado y faltaron EPI hasta en el hospital, hasta el punto de que, en pocas semanas, un tercio de los profesionales sanitarios ya se había contagiado o estaba de baja preventiva.

El vicepresidente de la Junta, Francisco Igea, no tuvo reparos en desnudar semejante precariedad de medios el domingo 15 de marzo al hacer un llamamiento a la población para que donara el material que pudiera: «Fue un momento en el que para mí se puso en evidencia que esto nos pilló con el pie cambiado a todos, un ejercicio de humildad para decir ‘señores, nos hace falta cualquier ayuda que tengan’», destaca Mazarías. Y la reacción de los segovianos fue «emocionante» dentro del drama: «Hubo quien trajo mascarillas de su padre que tenía en casa porque le habían hecho un trasplante, o un pintor las mascarillas y guantes de su trabajo», entre otros muchos. Todo valía en esos días en que se donaron hasta máscaras de buceo para usar como respiradores.

Quedan para el recuerdo iniciativas como la del ‘Batallón de Costura’ que impulsaron Aspace y la empresa Mundo Laboral con la implicación de unos 1.500 segovianos que produjeron 120.000 mascarillas y 130.000 batas. O las campañas de captación de fondos promovidas por la Escuela de Fútbol Sala Valverde, la Federación Empresarial Segoviana y la Cámara de Comercio para costear material sanitario como los respiradores que, importados de segunda mano desde Luxemburgo, llegaron al hospital a primera hora de la mañana del 8 de abril, apenas una hora antes de que se averiase uno de los aparatos viejos cuando todos estaban en uso.

«¿Que faltó previsión? Pues seguramente. Cuando uno echa la vista atrás siempre piensa en cosas que se deberían haber hecho, cosas que no… Pero ahora es más fácil verlo y en ese momento, a pesar de todo, creo que lo hicimos de la mejor manera posible», sostiene el delegado territorial, que también ha vivido en su ámbito personal las peores consecuencias de la pandemia.

Entretanto, el Complejo Asistencial, que en condiciones normales tenía capacidad para atender a 263 pacientes en planta y 10 en UCI, tuvo que atender de golpe 39 ingresos por covid el 18 de marzo, 51 el 19, 49 el 20… «El sábado 21 de marzo, viendo el cariz que tomaban los ingresos y la falta de espacios, el director de gestión (Francisco Álvarez Romano) y yo recorrimos todo el hospital en busca de espacios», relata a El Día el gerente de Asistencia Sanitaria, Jorge Elízaga. «El gimnasio ya se había habilitado, pero necesitábamos más y decidimos que el salón de actos y la cafetería eran los adecuados». A la vista quedó el histórico déficit de infraestructuras sanitarias de Segovia, con la mente de todos en el cierre del Policlínico en 2008.

Elízaga destaca esos días entre los que difícilmente olvidará, y no sólo por motivos profesionales: «El lunes 23 desmontamos las butacas del salón de actos y empezó una carrera contrarreloj para montar las canalizaciones de oxígeno», relata. Después, «al llegar a casa, cerca de las diez de la noche, tenía 38,5 grados y supe que era covid. Me sentí muy frustrado y preocupado porque la situación era límite y no podía estar en el hospital», aunque siguió trabajando lo que pudo desde casa. Tres días después, el hospital soportó 95 ingresos en 24 horas; y el 2 de abril alcanzó un pico de 342 pacientes con covid y más de 400 en total.

La crisis empresarial y laboral también se precipitaba entonces con toda actividad no esencial hibernando, casi 12.500 trabajadores segovianos en ERTE y un pulso que ya no ha cesado entre la defensa de la salud y la de la economía. El Día contactaba el 19 de marzo con Gerardo Salgado, gerente de Linecar, para preguntarle por el impacto del estado de alarma sobre el transporte, cuya demanda se había desplomado más de un 90%: «Intentamos mantener la mayor oferta posible de servicios por el bien de todos, pero nosotros económicamente nos vamos al garete», aseguraba, visiblemente preocupado por la empresa y sus empleados. Mes y medio después, el lunes 4 de mayo, se notificaba su muerte por covid. Tenía 46 años.

Justo ese día se activaba la fase 0 de desescalada. El hospital se vaciaba de covid y las calles empezaban a recuperar vida. La ‘nueva normalidad’ se dio por instaurada a finales de junio y Segovia vivió hasta 59 jornadas casi consecutivas con la UCI libre de virus hasta mediados de agosto. Pero resultó ser sólo una tregua interpretada de manera lamentable por casi todos.

SEGUNDA OLA, TERCERA... Segovia aguantó la segunda ola mucho mejor que otros territorios, aunque le tocó sufrir el cierre de hostelería, gimnasios y centro comercial, y la nueva desescalada resultó aún más fallida que la anterior por la rápida llegada de la tercera ola, agravada por los encuentros navideños. «El 30 de diciembre, tras comprobar la evolución de los positivos en Atención Primaria, entendí que la tercera ola era inevitable y se iba a parecer más a la primera que a la segunda en nuestra provincia», recuerda el gerente de Asistencia Sanitaria. «Mandé un comunicado a la prensa para pedir por favor que en Nochevieja y Reyes se disminuyeran las reuniones. Había euforia por el inicio de la vacunación, pero yo no la compartía. Quizás debí ser más alarmista, siempre es difícil decidir el equilibrio entre avisar y alarmar». 

La pandemia terminó cobrándose 175 vidas más entre enero y febrero, y el balance desde el inicio de la pandemia asciende a 950 fallecidos, según datos oficiales actualizados el jueves 11 de marzo.

Por otro lado, el delegado también se queda con un momento positivo inolvidable, el que vivió el 30 de diciembre por el comienzo de la vacunación. «Ahora hemos dejado de tener casos en las residencias, sus usuarios están inmunizados y vamos avanzando», valora, aunque los problemas de suministro de las farmacéuticas impidan hablar de plazos. Y además, mientras ya se teme una cuarta ola para finales de marzo o abril, persisten incógnitas por despejar como el impacto de las nuevas variantes del virus, las que ya se han registrado y las que puedan surgir; la duración del efecto de las vacunas o si los vacunados pueden contagiar. La esperanza no se ha perdido a pesar del desgaste y las cicatrices porque hay confianza en una clara mejoría, pero nadie se atreve a decir que la normalidad volverá este año.

 


FECHAS RELEVANTES DE UN AÑO DE PANDEMIA EN SEGOVIA

 

Jueves de 27 febrero de 2020. Sanidad confirma el primer positivo por covid-19 de Segovia y de Castilla y León: un alumno de IE que había estado días antes en Italia.

Miércoles 4 de marzo de 2020. Segundo positivo, también de un alumno de IE, que decide cancelar las clases presenciales sin esperar a Sanidad, que aún no ve motivos para la alarma.

Viernes 13 de marzo de 2020. Segovia acumula 15 positivos y registra la primera víctima mortal. La Junta anuncia el cierre de colegios y los actos de Semana Santa se cancelan.

Sábado 14 de marzo de 2020. El Gobierno declara el estado de alarma, ya con miles de madrileños desplazados a segundas residencias por distintos pueblos de Segovia.

Viernes 27 de marzo de 2020. Un mes después del primer positivo ya se acumulan 424, incluidos 68 profesionales sanitarios, y un total de 44 fallecidos por la pandemia.

Jueves 2 de abril de 2020. El hospital alcanza un pico de 341 ingresados por covid y más de 400 en total, cuando su capacidad ordinaria se limitaba a 273 pacientes.

Miércoles 8 de abril de 2020. Las muertes de usuarios de residencias de Segovia por covid o síntomas compatibles se duplican en siete días y alcanzan ya las 258.

Lunes 27 de abril de 2020. Dos meses después del primer positivo, Segovia acumula 191 fallecidos en total en el hospital, pero 374 usuarios de residencias.

Lunes 4 de mayo de 2020. Segovia encara la fase 0 de la primera desescalada con 204 empresas y más de 1.600 empleos perdidos, aparte de 9.911 empleados en ERTE.

Miércoles 13 de mayo de 2020. El estudio de seroprevalencia impulsado por el Ministerio de Sanidad estima que el 12,6% de los segovianos, más de 19.000, se han contagiado.

Domingo 21 de junio de 2020. Segovia llega al fin del estado de alarma con la satisfacción de ver su UCI libre de covid, pocos casos y la esperanza en un verano de recuperación.

Domingo 2 de agosto de 2020. Segovia cierra esa semana con 20 positivos. No son muchos, pero duplican los de la anterior y ya no dejan de subir en lo que fue prólogo de la segunda ola. 

Sábado 22 de agosto de 2020. La Junta decide aplicar un confinamiento perimetral de 14 días a Carrascal del Río y Cantalejo tras detectar varios brotes y contagios sin control.

Domingo 25 de octubre de 2020. Segovia cierra su peor semana de la segunda ola con 420 contagios, récord desde abril, pero está entre las provincias con menos covid  del país.

Jueves 5 de noviembre de 2020. Después del toque de queda del 25 de octubre, la Junta cierra terrazas e interior de la hostelería, gimnasios y centro comercial (lo no esencial).

Viernes 27 de noviembre de 2020. La Junta levanta las medidas del 5 de noviembre a Segovia y Ávila, aunque ven ampliado el perimetraje y su movilidad se limita a ambas provincias. 

Domingo 6 de diciembre de 2020. Segovia marca su semana con menos casos desde agosto, 69, pero justo entonces empieza la leve subida que se acabó disparando en Navidad.

Domingo 10 de enero de 2021.  La Junta cierra gimnasios, centros comerciales, interior de hostelería y apuestas a  Segovia, Ávila y Palencia. El resto de la región, el día 12.

Lunes 8 de marzo de 2021. Segovia vuelve a niveles de covid similares a los de la primera mitad de diciembre y, como el resto de la región, inicia una nueva desescalada.

Jueves 11 de marzo de 2021. El hospital registra su primera muerte de marzo por covid y  la provincia acumula al menos 950, según la Junta, desde el inicio de la pandemia.