(Reportaje) Funerarias: La tragedia sobre sus hombros

Sergio Arribas
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Cada llamada era un pequeño sobresalto. En un solo día, la funeraria Santa Teresa anotó hasta 58 avisos para recoger a difuntos, la mayoría por Covid. La empresa calcula que pronto sumará más de un millar de servicios desde mediados de marzo.

Dos empleados, ataviados con todas las medidas de protección, introducen un féretro en la furgoneta preparada para la recogida de cadáveres. - Foto: Rosa Blanco

La oficina llegó a estar irreconocible. Nunca fue escenario de una actividad tan frenética ni tuvo una decoración tan recargada. Unos empleados al teléfono; otros de aquí para allá, espoleados por el estrés, para coger o dejar documentos; papeles que ocupaban todas las mesas y buena parte de las cristaleras de las ventanas. La oficina de la Agencia Funeraria Santa Teresa recordaba, hace menos de dos semanas, a los grandes despachos de los controladores aéreos; con paredes forradas de papeles cargadas de información, en este caso con calendarios para anotar fechas y horas de enterramientos en los cementerios de la provincia y de incineración en los dos crematorios de la empresa, en Segovia y Cuéllar.

Bien valía poner la oficina ‘patas arriba’ para garantizar la organización y control de aquel aluvión de trabajo; una oficina donde, por seguridad, no podían entrar todos los empleados ni, por supuesto, los familiares de los fallecidos, que aún hoy entregan y firman los documentos en la zona de recepción para evitar cualquier contacto.

Todo había cambiado, también para los empleados encargados de recoger los cuerpos de los difuntos; un personal instalado en nuevas rutinas y protocolos, algunos adoptados unos días antes de la declaración del estado de alarma. Desde entonces acuden al Hospital General, residencias de mayores o domicilios, enfundados en buzos, con dobles guantes y mascarillas. Es en el momento de retirar el cadáver cuando comprueban el certificado de la muerte y si ha fallecido a causa del coronavirus. La experiencia dicta la conclusión: el ‘bicho’ ha matado a la inmensa mayoría de quienes ha recogido la funeraria en el último mes y medio.

Dos empleados de Santa Teresa, con la indumentaria para un enterramiento.Dos empleados de Santa Teresa, con la indumentaria para un enterramiento. - Foto: Rosa Blanco

«Era de película», describe el propietario de la funeraria, Óscar de la Fuente, en recuerdo de aquellos días en los que en el ritmo de enterramientos en el cementerio municipal de Segovia era de un difunto cada media hora; o cuando entre incineraciones no distaba más de tres horas y media, el tiempo mínimo para la preparación y buen funcionamiento del horno crematorio.

Ellos son los que han visto la peor cara de la tragedia y la han llevado sobre sus hombros, como si de un féretro se tratase. Han estado a un milímetro del horror y quizá, por ello, son capaces de valorar la dimensión real de lo sucedido.

El coronavirus «ha multiplicado por seis la cifra habitual de fallecidos en toda España, esto no es un repunte, ha sido una catástrofe absoluta», afirma De la Fuente, que este mes de junio cumplirá 30 años al frente de la empresa funeraria, constituida por su abuelo en los 60, y que hoy cuenta con 27 tanatorios y velatorios en la provincia de Segovia, además de dos crematorios —en la capital y en Cuéllar—, con una plantilla de unas 90 personas.

Buzos, botas, mascarillas, guantes.... es el nuevo uniforme desde la pandemia.Buzos, botas, mascarillas, guantes.... es el nuevo uniforme desde la pandemia. - Foto: Rosa Blanco

Los datos de actividad de la Agencia Funeraria Santa Teresa dan fe de las impresiones de su propietario. Lo habitual era gestionar el enterramiento o incineración de entre 3 a 5 difuntos al día. Solo en los últimos doce días de marzo, del 20 al 31, la funeraria cumplió con 376 servicios, lo que supone una media de 31 al día; con jornadas especialmente negras, como el 25 de marzo (43 difuntos), el 27 de marzo (38), el 29 de marzo (58) o el 31 de marzo (29).

La pandemia ha pulverizado la estadística, la media de servicios que prestaba la funeraria, unos 120 al mes. A falta de contabilizar todos los datos, De la Fuente calcula que en un mes, entre mediados de marzo y abril, los servicios de enterramiento e incineración prestados por la funeraria alcanzan los 800 y que posiblemente llegarán, este viernes, 1 de mayo, a los 1.100. Sus cifras no cuadran con las ‘oficiales’, mucho menores. Al cierre de esta edición eran 192 fallecidos en el Hospital de Segovia, y hasta 376 muertes de internos de residencias de mayores, según datos de la Consejería de Sanidad.

«Ha habido un enmascaramiento de las cifras», opina De la Fuente, que desliza cómo antes de que estallara la crisis ya observó un anormal crecimiento de fallecimientos —según los certificados—a causa de neumonías. El Ministerio de Justicia ha encomendado a los forenses un estudio de todos los fallecimientos desde el 1 de enero, de manera que todas las funerarias, también Santa Teresa, tienen que remitir desde fecha todos los certificados de muerte para su verificación. Quizá entonces se sepa la cifra real de fallecidos por Covid-19.

Furgoneta especial para la recogida de cadáveres.Furgoneta especial para la recogida de cadáveres. - Foto: Rosa Blanco

Por fortuna, en paralelo con el progresivo aplanamiento de la curva, las cifras han experimentado una disminución. «Estamos más tranquilos, con 7, 9 ó 12 servicios al día, nada que ver con el principio. Aún así estamos en alerta. El otro día salieron cuatro servicios en apenas cinco minutos… y, la verdad, te asustas un poco pensando en que la pesadilla puede volver a empezar», comenta.

Sin velatorios. Fue el jueves 12 de marzo cuando tuvieron que gestionar el primer caso  «certificado» de un fallecido por Covid-19. El difunto iba a ser trasladado de Madrid a  Segovia, donde la familia quería celebrar el velatorio y posterior sepelio. Sin embargo, la Agencia Funeraria Santa Teresa decidió, el viernes 13, suspender esta actividad en sus tanatorios y velatorios, en la capital y provincia, que suman casi 80 salas, donde familias y allegados den el último adiós al difunto. 

Sabedor de que los besos y abrazos suponen la mejor propagación para el virus, De la Fuente, con el respaldo de los cuatro encargados de la empresa, suspendió todos los velatorios. «No podíamos ser un foco de infección ni poner en riesgo la salud de los empleados», afirma el empresario, que precisa que solo un miembro de la plantilla, una persona que trabaja en administración, causó baja por contagio, en circunstancias ajenas a la empresa.

Furgoneta para recogida de fallecidos.Furgoneta para recogida de fallecidos. - Foto: Rosa Blanco

La decisión de suspender los velatorios — «antepusimos la salud al dinero», recalca el empresario—fue comunicada a todas las instituciones, también a los alcaldes de la provincia «para que no se asustaran», y a la Delegación Territorial de la Junta, a cuyo titular, José Mazarías, se le pidió, el 17 de marzo, que anulara el artículo del decreto de policía mortuoria 16/2005 y que, en consecuencia, permitiera enterrar o incinerar sin respetar las 24 horas desde el fallecimiento para que los sepelios fueran más rápidos y no crear un colapso en Segovia; una medida que «fue referente después en toda Castilla y León».  De la Fuente también solicitó al Ayuntamiento que ampliara el horario de enterramientos en el cementerio Santo Ángel —era de diez de la mañana a una de la tarde— para poder inhumar «de sol a sol».  Antes de que se limitara el sepelio al acompañamiento de tres familiares, la funeraria ya puso limites en este mismo sentido.

Féretros precintados. El 75 por cierto de los servicios de la funeraria han sido a las Residencias de Mayores y al Hospital. El resto, han acudido por fallecimientos en el domicilio. En todos los casos, los empleados de la funeraria acuden con equipos de protección individual; con mascarillas de doble filtro, guantes de látex y de polipropileno, pantallas, gafas, buzos y botas especiales. El cadáver se introduce primero en un saco-sudario de PVC y después en una bolsa sanitaria estanca o limbo, antes de meterlo en el féretro, que se precinta con unas pegatinas y se identifica con una etiqueta.

La suspensión de los velatorios y la agilidad de los sepelios permitió que, pese a un aumento del 600% en la actividad, la funeraria segoviana no sufriera el colapso, a diferencia de lo ocurrido en Madrid, donde tuvo que intervenir el ejército y habilitar espacios en el Palacio de Hielo y la Ciudad de la Justicia para alojar los féretros. La funeraria segoviana cerró velatorios y tanatorios el viernes 13 de marzo, mientras que Madrid no lo hizo hasta diez días después, según explica De la Fuente, que se negó a las peticiones de funerarias madrileñas para traer cadáveres a incinerar a sus crematorios.

Parte de la plantilla de la Agencia Funeraria Santa Teresa, que dirige Óscar de la Fuente.Parte de la plantilla de la Agencia Funeraria Santa Teresa, que dirige Óscar de la Fuente. - Foto: Rosa Blanco

Durante la crisis, Agencia Funeraria Santa Teresa ha tenido que reforzar su plantilla, con personal de funeraria y enterradores, porque «los enterradores de los pueblos no querían hacer nada». «El motor de mi empresa —dice De la Fuente— son mis empleados. Aquí en el tanatorio, por ejemplo, han estado dispuestos a hacer más horas, a no tener días libres, Si ellos no hubieran trabajado como lo han hecho, no lo hubiéramos logrado», concluye.

«No teníamos tiempo ni de pensar». Oculto su rostro con una mascarilla que le cubre casi toda la cara, a Jonathan Fernández le brillan los ojos tras recibir, junto al resto de la plantilla de la funeraria, el agradecimiento, a las puertas del tanatorio, de policías, militares, sanitarios y bomberos por el esfuerzo realizado estos días. «Es una inyección de adrenalina», afirma el empleado, con traje negro y corbata del mismo color. «Han sido días duros, de tanto trabajo que casi no tenías tiempo ni de pensar», añade el hombre; mientras otro compañero, Martín Martín, con el mismo uniforme, asiente con la cabeza, antes de relatar su caso. «Mi mujer y mi hija están con mis suegros. Estoy en casa, viviendo con un compañero, que se tuvo que venir conmigo porque su mujer está embarazada. Todo por miedo a un posible contagio a la familia. Llevo mes y medio sin ver a mi hija, que solo tiene tres meses», explica.

Junto a Martín y Jonathan están Ignacio Urbieta, Juan Pablo Juan y David Ramírez, los tres enfundados en trajes buzos blancos, con mascarillas especiales —de filtros desechables—, los necesarios —aunque no obligatorios—para la recogida de cadáveres. «Hemos estado muy bien protegidos, con un montón de epis, gracias a Dios no nos ha faltado de nada (…) se tenía respeto a lo desconocido, pero luego te haces a ello», afirma Juan. 

Policías, bomberos, militares y sanitarios rindieron homenaje al equipo de la funeraria, al que agradecieron su trabajo.
Policías, bomberos, militares y sanitarios rindieron homenaje al equipo de la funeraria, al que agradecieron su trabajo. - Foto: Rosa Blanco

Otro de los empleados, Ignacio Urbieta, explica que han atendido a las familias «lo mejor que hemos podido». «Seguimos —añade— trasladando a los fallecidos con el máximo respeto. Sabemos que son momentos muy duros, porque además no les han podido velar, por eso hemos intentado darles una despedida lo más digna posible».