Los tesoros de la vieja Catedral de Segovia

Sergio Arribas
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Antes de la 'Dama de las Catedrales' hubo otra, frente al Alcázar, destruida hace 500 años tras la batalla que libraron comuneros y realistas. No todo se perdió y no pocos tesoros de aquel primer templo románico lucen en la seo que hoy conocemos.

Claustro de la vieja seo, obra de Juan Guas, que fue trasladado piedra a piedra. - Foto: Rosa Blanco

Cuando Marina Sanz, guía en la Catedral de Segovia, comenta a los visitantes de la seo que hubo otra catedral anterior a la que ese día recorren y que estaba situada enfrente del Alcázar, «la mayoría de las caras son de sorpresa». Es solo el comienzo. Los rostros adoptan gestos de perplejidad cuando continúan la visita y en el recorrido la guía desvela las huellas que la Catedral de Segovia conserva de su predecesora, de aquella vieja catedral románica de Santa María.

Son obras de valor incalculable que por orden del Cabildo fueron trasladadas pieza a pieza, en grandes carromatos, como la sillería del coro o el claustro de Juan Guas (1430-1496). Su traslado desde el antiguo emplazamiento al actual es considerado uno de los primeros realizados en España, piedra a piedra, y modelo para la época debido a sus dimensiones y al valor arquitectónico del conjunto.

El claustro y la sillería del coro son quizá los mayores tesoros que se 'salvaron' de la vieja catedral de Santa María, aunque no los únicos, pues el Cabildo pudo conservar hasta tres grandes rejas de hierro, primitivas vidrieras, algunas esculturas, una pila bautismal, y hasta trasladar una capilla entera, la de los Cabrera, que se ubicó precisamente en el claustro.

Sillería del coro. Hasta la nueva catedral se trasladaron 116 sillares de nogal.Sillería del coro. Hasta la nueva catedral se trasladaron 116 sillares de nogal. - Foto: Rosa Blanco

«Al público les sorprende que haya tantos vestigios de la antigua catedral y del tamaño de un claustro completo. El Cabildo contó con la ayuda de muchos segovianos para el traslado de muchas piezas y reliquias, como las de San Frutos, que estaban en la vieja catedral y hoy en el trascoro», explica Sanz.

El contexto de la construcción de la antigua catedral se enmarca en los años siguientes a la reconquista de Segovia, llevada a cabo por Alfonso V en 1088. En 1120 empezaron las obras de construcción del templo frente al Alcázar, que fue consagrado como catedral el 16 de Julio de 1228 por Don Juan, Obispo de Sabinia. A la antigua catedral se unió un claustro románico, construido en mampostería, y un barrio propio para los canónigos, las Canonjías. La puerta de la Claustra es la única que se conserva de las tres que cerraban el barrio de los canónigos catedralicios; esta puerta mantiene restos de esgrafiado renacentista y una imagen de la Piedad, copia de otra existente en la Catedral.

El descontento de la sociedad castellana contra las exigencias de Carlos I derivó en 1520 en la Guerra de las Comunidades. Hace ahora 500 años el movimiento comunero se extendió por toda Castilla y la entonces Catedral de Segovia fue el escenario de una dura batalla entre los sublevados, que ocuparon el templo, y los realistas, que se atrincheraron en el Alcázar.

Dibujo que recrea el aspecto que presentaba la plaza a principios del siglo XVI, con la catedral vieja y otras construcciones. Dibujo que recrea el aspecto que presentaba la plaza a principios del siglo XVI, con la catedral vieja y otras construcciones. - Foto: D.S.

Una dura batalla. La contienda, que se extendió desde junio de 1520 hasta poco después de la derrota comunera en Villalar, dejó la vieja catedral muy dañada. «Los comuneros usaron las rejas de la catedral como elemento defensivo, para tapar puertas y ventanas. Aún así el Cabildo tuvo tiempo de llevarse reliquias y salvar algunas obras que custodiaron en un convento próximo», explica Sanz. Con una catedral maltrecha tras la batalla se retomó el debate, ya iniciado en tiempos de Enrique IV, de alejar la catedral del Alcázar, no solo para evitar acosos a la fortaleza sino por la incomodidad que soportaban reyes y nobleza de tener como vecinos a religiosos con una vida dedicada al recogimiento.

Finalmente, la decisión se hizo oficial en agosto de 1523, cuando Carlos I ordenó, a través de su secretario, Francisco de los Cobos, la demolición de la vieja catedral y la construcción de una nueva  para la que el monarca prometió una importante suma de oro que no llegó, al menos en la cantidad prometida. En 1511 ya el Cabildo se había hecho con los terrenos que ocupaba el convento de Santa Clara —lo que hoy sería la cabecera de la Catedral— y solares y casas aledañas, desalojadas tras la expulsión de los judíos.

Tres rejas de la vieja catedral se conservan en la actual, una de ellas la de la capilla de la Piedad que era la que cerraba el altar mayor, lo que ayuda a conocer las dimensiones que tenía la seo primitiva. También se pudo 'salvar' y trasladar la reja de la capilla del Cristo del Consuelo que cerraba el coro y la de la capilla de San Blas.

Poleas y cuerdas que sirvieron para el traslado del claustro.Poleas y cuerdas que sirvieron para el traslado del claustro. - Foto: Rosa Blanco

Sillería del coro. Además de la rejería, hasta la nueva catedral —se puso la primera piedra el 8 de junio de 1525— se trasladó la sillería del coro, compuesta por 116 sillares fabricados en madera de nogal. «Es evidente que es de época anterior a la catedral por su decoración, que es geométrica y vegetal, aparte de por los escudos de tres sitiales, los dos primeros con los escudos de Enrique IV y su mujer Juana de Portugal y al fondo el del obispo Juan Árias Dávila», explica Marina Sanz.

Con independencia de las piedras que fueron 'reutilizadas' y al margen del claustro y su traslado «milagroso», otras huellas de la vieja catedral son la pila bautismal que se encuentra en la capilla de Santa Bárbara, algunas vidrieras —reconocibles por su extrema sencillez— o el calvario que se ubica sobre una de las paredes que jalonan la entrada a la capilla del Santísimo, fechado en el siglo XIII. La capilla de Los Cabrera, exponente del gótico flamígero también fue trasladada desde la antigua catedral hasta su ubicación actual, el claustro. Construida como capilla funeraria entre 1480 y 1490, destaca sobre la mesa del altar la imagen en madera policromada del Cristo Crucificado. Se trata de un Cristo que hoy se observa «calvo e imberbe», aunque cuando se restauró la capilla, en 2018, se encontró pelo natural en la nuca, lo que hace presumir que originalmente tuviera postizo en la cara y cabeza. «Todo fue como consecuencia de aquella Guerra de las Comunidades y de la contienda que tuvo lugar en la vieja catedral. De no producirse aquella batalla, igual Segovia hubiera mantenido su catedral frente al Alcázar», reflexiona Marina Sanz.

Los 'artilugios' para una mudanza insólita en el siglo XVI . La primitiva catedral de Santa María, junto al Alcázar, contaba con un claustro, también románico, construido en mampostería. Dos siglos después de su construcción, en el primer tercio del siglo XV,  presentaba un gran deterioro; lo que motivó al obispo Juan Arias Dávila a solicitar al Cabildo su reconstrucción y a contratar los servicios del maestro Juan Guas. 

Reja de la capilla de La Piedad.Reja de la capilla de La Piedad. - Foto: Rosa Blanco

Tras la Guerra de las Comunidades, Carlos I ordenó la demolición de la vieja catedral. El traslado del claustro fue muy meditado por su dificultad, pero pesó que  la claustrada sufrió escasos daños durante la contienda comunera.   La mudanza de la portada y claustro de Juan Guas al nuevo emplazamiento de la seo fue designado por Juan Gil de Hontañón, maestro de la Catedral, a Juan Campero en junio de 1524 bajo el visto bueno del Cabildo. Comenzaría un año después. «Fue un trabajo de puzzle. Impresionante. Además el traslado del claustro condicionó la construcción de la Catedral. Las góticas se empiezan por la cabecera y aquí se empezó por los pies para poder trasladar el claustro lo antes posible», explica Marina Sanz, guía de la Catedral.

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Sitial del coro con el escudo de Enrique IV; en consecuencia, donde se sentaba el monarca.
Sitial del coro con el escudo de Enrique IV; en consecuencia, donde se sentaba el monarca. - Foto: Rosa Blanco
Calvario a la entrada de la capilla del Santísimo.
Calvario a la entrada de la capilla del Santísimo. - Foto: Rosa Blanco
Calvario a la entrada de la capilla del Santísimo.
Calvario a la entrada de la capilla del Santísimo. - Foto: Rosa Blanco

Testigos de aquella obra de traslado y reconstrucción son los «artilugios» que se exhiben en  la claustrada, como las pinzas, poleas y cuerdas originales que sirvieron para elevar y mover las piedras. El Cabildo decidió sacar del almacén estas herramientas, así como otros elementos, como la base y grandes ruedas de uno de los carros que, tirados por bueyes o caballos, trasladaron las piedras de la vieja catedral a su actual emplazamiento.