El café sobrevive en la calle

Sergio Arribas
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Café en vaso de plástico y pincho envuelto en papel de aluminio. Bares y cafeterías sortean el cierre de la hostelería con el servicio 'en ventanilla' del 'café para llevar', que gana nuevos adeptos

Maria Torquemada abrió La Casona de San Martín para servir cafés y pinchos para llevar. - Foto: Rosa Blanco

María Torquemada da la bienvenida detrás de una mascarilla y de un pequeño ‘muro’ improvisado. Lo forman dos mesas altas, que impiden el acceso a su bar-restaurante, La Casona de San Martín, y que sirven, al mismo tiempo, de mostrador. El aroma a café inunda esta ‘ventanilla’ desde la que María sirve además todo tipo de pinchos, también las populares ‘pulgas’. Los cafés salen de ‘La Casona’ en vasos de plástico y los ‘tentempiés’ lo hacen envueltos en papel de aluminio.

Antes de preguntarle, María lanza su propia pregunta, con respuesta implícita. «¿La gente se puede tomar el café en la calle dónde le da la gana no? Ayer [por el domingo] estaban dos señores tomándose un café al sol, ahí sentados —dice señalando un pretil de la plazuela— y unos policías les apercibieron porque, en su opinión, era como si estuvieran en una terraza. Se levantó el señor y les respondió que él había comprado un café para llevar y que se podía tomar el café donde quisiera». Ciertamente, no hay ley, decreto o norma que impida en ningún caso comprar un café y saborearlo en la calle ; una fórmula de negocio —como la de la comida para llevar— a la que se han aferrado hosteleros como María para sortear el cierre temporal de establecimientos.

El servicio ‘take away’ referido a esos ‘cafelitos’ recién hechos, acompañados, en muchos casos, de indispensables complementos en forma de dulces, pinchos salados o pulgas de tortilla, jamón o ‘pan tumaca’, se han introducido en diferentes bares y cafeterías de Segovia, algunos casi por primera vez, al menos a esta escala.

Una joven porta varios cafés adquiridos en Granier, cafetería ubicada en la calle Real de Segovia. Una joven porta varios cafés adquiridos en Granier, cafetería ubicada en la calle Real de Segovia. - Foto: Rosa Blanco

En ‘La Casona de San Martín’ el café con pincho se vende a 1,60 euros y «está funcionando bien», dice la propietaria del negocio. «En casa somos seis y allí no hago nada (…) mis clientes estaban deseando tomarse su café con pincho y yo sigo adelante, vengan cinco o cuarenta», razona María.

Aunque los hábitos se mantengan — «la gente tiene un ratito de descanso y está deseando salir a tomar el aire»— no así las formas de tomarse el café porque «no es lo mismo degustarlo sentado que hacerlo de pie, o tener el café en una mano y el pincho en la otra, envuelto en papel albal o, como hago yo, en un platito de cartón, con una servilleta». Según comenta, sus clientes no entienden el porqué no dejan a los hosteleros mantener las terrazas, mientras se mantienen aglomeraciones en el transporte público y masivas afluencias en hipermercados.

¿Compensa para el negocio el café para llevar? «Si lo comparas con las ganancias de un día, pues no compensa, pero tenemos que seguir trabajando», explica María, que abre por las mañanas y un par de horas por la tarde.

Los segovianos empiezan a acostumbrarse a tomar el café en la calle.Los segovianos empiezan a acostumbrarse a tomar el café en la calle. - Foto: Rosa Blanco

También ha acomodado el horario de su establecimiento y focalizado su actividad al ‘café para llevar’, Daniel Quesada, propietario de Cafetería Dani’s, abierta hace 8 años en la plazuela de la Universidad. «Estamos trabajando al 50%» porque «no a todo el mundo le apetece tomarse un café en la calle, más si hace fresquito. De mis 4 empleados, 3 están en ERTE y estamos sobreviviendo como podemos», afirma Daniel. Trabajan él y una empleada y afirma que ha tenido que reducir sus horarios: «abrimos a las 9, pero antes cerrábamos a siete de la tarde y ahora lo hacemos a las cuatro».

Muy crítico con la decisión del cierre temporal de la hostelería y de todas las limitaciones impuestas al sector —»no son justas, los que nos gobiernan son un poco impresentables»—, Daniel afirma que el ‘café para llevar’ «compense o no, al menos entra algo de dinero en caja. No tenemos ningún tipo de ayuda. No es que estemos solos o abandonados, es que nos desprecian». El propietario de Cafetería Dani’s no es optimista, sospecha que el cierre de la hostelería se prolongará e intuye que seguirá trabajando exclusivamente con el ‘take away’ del café «como mínimo un mes».

Cafés La Colonial, en la plazuela del Corpus, ha abierto este lunes, con el propósito inicial de servir cafés a través de una ventana-mostrador reservada antes para la venta de helados. “He abierto hace un rato y han venido cuatro personas. Voy a probar. En función de la competencia y de la clientela veremos si compensa o no», afirma su propietaria, Marta Camarero.

«No queremos cerrar» Quien no tiene dudas sobre la apertura con el servicio de ‘cafés take away’ es ‘La Tropical’, cafetería señera de la calle Real. A pie de ventanilla está Paco Velasco, perfectamente uniformado, que despacha cafés con la ayuda de su hermano Carlos. En la calle, cuatro clientes hacen cola frente a la ventilla para llevarse el cafelito; que muchos acompañan de un pincho salado o de los afamados churros que elabora el propio establecimiento.

«Nosotros no queríamos cerrar una segunda vez. Aquello fue muy duro y no queremos dejar de trabajar», comenta Paco, que avisa que aún es pronto para conocer si el nuevo servicio ha calado entre el público segoviano. Esta prudencia se traslada al horario de apertura de ‘La Tropical’: de lunes a viernes abre por la mañana y los sábados durante toda la jornada.

La oportunidad del ‘café para llevar’ ha empujado a Jorge Santos a abrir por las mañanas su negocio ‘Waffle Kingdom’, un ‘take away’ de helados, grofres y bebidas. «El café no era un nicho de mercado fuerte en mi establecimiento, pero con todos los bares cerrados, he decidido abrir por la mañana y las ventas de café han aumentado», desvela Jorge. No obstante,  habla de «un goteo» de clientes, pero «no de un boom», porque «hay mucha competencia, hay bares y cafeterías que también lo ofrecen en esta calle».
Jorge sabe que la fórmula no es la ‘panacea’ para revitalizar los negocios. «Es un método de supervivencia, para poder pagar algunas facturas. Yo tengo una variedad de productos y voy aguantando, pero los bares que han abierto tienen que vender muchos cafés para poder sobrevivir».

‘Momentos’, en la avenida del Acueducto, abrió el 23 de julio de la mano de Mercedes Fuentetaja, que, la vista del cierre de la hostelería, decidió «tirar del carro» y ofrecer cafés para llevar y raciones por encargo. «Lo importante es estar y trabajar poco a poco», afirma la propietaria, que tiene entre sus clientes a empleados de oficinas, tiendas y comercios y segovianos de paso, que hacen un parón en sus compras o gestiones para tomar un café en alguno de los bancos de la avenida peatonal. «Esperemos que sean dos semanas, con el café la gente responde bien, poco a poco, aunque con las raciones todavía cuesta. Antes estaba más abierta a gastar, pero ahora tiene miedo», afirma.

Con buenas dosis de incertidumbre también trabaja David Arribas, propietario del ‘Bar de Deiff’, en la misma avenida. Abrió este lunes su ‘ventanilla’ para servir raciones, bocadillos o hamburguesas por encargo y, por supuesto, cafés, a 1,20 euros la unidad, que sube a 1,60 si se acompaña de un pincho o pulga que protege en el interior del establecimiento en bandejas, como un ejercito bien ordenado. «No puedo quedarme en casa a verlas venir, solo espero que se anime la gente y que sea solidaria con los hosteleros, que lo estamos pasando muy mal», concluye.

«Podría traer el café de casa, pero prefiero ayudar a la hostelería». Sonia Puente trabaja en la avenida del Acueducto. Se ha ‘escapado’ un minuto para acudir a la ventanilla del ‘Bar de Deif’ a comprar un ‘café para llevar’. «Podría traer el café de casa, en un termo, pero prefiero bajar y pedirlo aquí. Ellos lo están pasando muy mal, tienen que vivir y pagar sus cosas. Pagar poco más de un euro por un café quizá no vaya a ningún lado, pero es una pequeña ayuda para ellos», comenta Sonia, mientras David Arribas, el propietario, le da las gracias por su comentario, mientras le entrega el vaso de plástico y un azucarillo. «Soy dulce, no necesito azúcar», bromea Sonia.

A los pocos minutos, pide un café Alba Marbello. Es, según dice, para su madre, amante del café, con quien comparte una mañana de paseo, gestiones y compras por el centro. «No hay demasiados sitios que hayan abierto exclusivamente para servir café para llevar, quizá porque no hay demasiada costumbre», opina Alba, a quien le apena la situación por la que atraviesa la hostelería. «Es una situación muy dura, parece una película de terror», añade.

Los cafeteros de 75 años se apuntan al ‘take away’. Una situación atípica ofrece imágenes atípicas, como de la que ha sido testigo David Calderón, de la cafetería Granier, en la calle Real. Con la imposibilidad de hacer uso de las mesas en el interior del local, Granier se enfoca estos días al servicio ‘take away’, especialmente del café para llevar, que traspasa estos días generaciones. «Hemos tenido clientes de 70 y 75 años, a quienes hemos enseñado, por ejemplo, a poner la tapa en el vaso de plástico. Parece que es un tema de gente más joven y para nada, ahora también los mayores se acostumbran a comprar el café para llevar, se han adaptado a la nueva situación», comenta David que sostiene que sí observa «movimiento» en las demandas de cafés —y productos salados o dulces— especialmente entre semana y por las mañanas. «Va por tramos. A primera hora tenemos el personal de obra, de los limpiadores de las calles, mientras que a media mañana acuden los empleados de comercio y de la administración pública; pero a partir de las doce y media la cosa empieza a decaer. Y por la tarde baja el número de clientes», explica el responsable de Granier.

Otra cafetería con amplia variedad de productos, dulces y salados, para ‘acompañar’ el cafelito es ‘Tradicionarius’, en la avenida del Acueducto, abierta hace tres años y medio. «El café para llevar es prácticamente lo único que podemos servir. Hay gente que entra y quiere sentarse y le tenemos que aclarar que es imposible. No hemos tenido grandes colas a la puerta, teníamos unas expectativas más altas. Llevo aquí 20 minutos y sin poner ni un café».

Lo explica su gerente Fernando Herrera, que espera que el ‘cierre’ de la hostelería no se prolongue más allá de estas dos semanas porque, según recalca, «la situación es preocupante, desesperada para los hosteleros, nos sentimos un poco acosados». Fernando confiesa que sus expectativas sobre el café ‘take away’ eran mayores. «La gente venía por tomarse el café de forma tranquila, en una mesa, algo que ahora no puede. Estamos probando con el café para llevar, pero si vemos que no nos compensa, nos tocará cerrar».