«Tengo pacientes con síntomas muy raros y sin causa lógica»

Sergio Arribas
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Por la clínica del fisioterapeuta Marcos de Andrés Nuñez han pasado en el último año un ramillete de pacientes con síntomas insólitos. Todos tenían algo tenían en común: el presentar estos síntomas meses después de pasar la COVID.

Para paliar sus dolencias, Francisco, en la camilla, ha recibido diversos tratamientos a cargo del fisioterapeuta Marcos de Andrés Nuñez. - Foto: Rosa Blanco

Por la clínica del fisioterapeuta Marcos de Andrés Nuñez han pasado en el último año un ramillete de pacientes con síntomas insólitos; desde quien perdía el conocimiento de repente, sin motivo aparente, a quienes —y han sido varios— vomitaban después de comer, aunque fueran cantidades pequeñas de alimento, después de sufrir espasmos musculares; o quien no podía dormir, incluso con medicamentos. Todos tenían algo tenían en común: el haber sufrido la COVID, presentar estos síntomas meses después de pasar la enfermedad y, en muchos casos, haber sido sometidos a pruebas hospitalarias que no han ofrecido causa o explicación lógica o concluyente a la dolencia. «He visto cosas extrañas», afirma el fisioterapeuta, que para paliar los síntomas y aliviar las dolencias de estos pacientes COVID hace uso de masajes y técnicas como las ondas electromagnéticas o el láser, regenerador y antiinflamatorio.

 «Aunque no les cures, se trata de mejorar su calidad de vida en el día a día», afirma el fisioterapeuta, quien cuenta el caso de una persona que no puede mover la pierna y el pie y sufre hipersensibilidad —dolor intenso cuando le tocan— y el electromiograma dio negativo; esto es, concluyó que el funcionamiento del nervio era correcto. 

El fisioterapeuta habla de que en un primer momento los pacientes COVID que requerían sus servicios eran aquellos que habían pasado largas temporadas ingresados o en UCI y que sufrían los efectos consecuentes de un largo tiempo de inmovilidad, síntomas secundarios «normales» como atrofias musculares o dificultades en el habla o a nivel cognitivo. «Lo que luego hemos visto han sido personas que, meses después de pasar la enfermedad, que no tuvieron que pasar por un ingreso hospitalario, han empezado a tener una síntomas extraños y diversos sin causas aparentes (…) muchos pacientes se han hecho pruebas a nivel particular y lo extraño es que muchos resultados son negativos y no dan una conclusión clara, pero el paciente sigue teniendo molestias, dolores, inmovilidad, espamos musculares…», afirma el especialista de Fisioterapia Acueducto. 

Francisco, 63 años. «He sufrido un calvario. Acabé en una unidad del dolor» . Hasta hace solo unos días, Francisco Herrera Martesche no podía ni calzarse y cojeaba de forma ostensible. «He pasado un calvario», afirma Francisco, de 63 años, funcionario, veterinario de la Junta de Castilla y León, en referencia al periplo por hospitales, públicos y privados, y especialistas médicos, para hacer frente a las secuelas por contagiarse del virus, en forma de agudos problemas digestivos que le hicieron adelgazar 13 kilos en un mes, una diabetes «por las nubes» y una neuropatía que le provocaba dolores «horribles y persistentes» en la espalda.

Francisco se contagió en la primera ola. Una prueba PCR confirmó el 13 de abril que aquellos persistentes problemas digestivos obedecían al temido coronavirus. Pasó un mes «bastante fastidiado», con una galopante pérdida de peso. Una prueba con resultado negativo en Covid no devolvió la calma a Francisco, a quien en una analítica le detectaron «que tenía una diabetes como un castillo». «Ya me empecé a buscar la vida, a buscar un médico que me lo controlara, que me explicara de qué venía aquello y al final lograron controlarlo a base de pastillas», explica.

Tiempo después, en agosto del año pasado, Francisco viajó a Andorra a visitar a uno de sus hijos. Al llegar empezó a notar un gran dolor de espalda que ya se hizo persistente. Tras pasar por la consulta de diferentes especialistas, en una clínica privada atribuyeron aquel dolor «terrible» a una neuropatia, consecuencia de la diabetes, provocada a su vez por el virus. En el Hospital 12 de octubre, en Madrid, en mayo lograron, al cuarto intento, llegar con una sonda al nervio y «anestesiarlo por radiofrecuencia»; aunque un mes antes, en un intento fallido, le dañaron otro nervio, esta vez del pie; una dolencia que ahora —después de seis meses— han logrado zanjar gracias a parches de capsaicina.

«Me contagio del virus y acabo en una neuropatia en la espalda y una lesión en el pie. Esto es el pico del iceberg. En España —sostiene— hay un millón de personas con síntomas por culpa de la COVID. Gracias a médicos y fisios y después de mucho sufrimiento han encontrado lo que me pasaba, pero ¡cuánta gente hay en su casa con dolencias y que no sepan cómo y el porqué lo tienen!».