Emprendedores segovianos, profetas en su tierra (I)

Sergio Arribas
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Laura, Esther, Cristina... Sus historias acreditan que con esfuerzo, valentía y buenas ideas es posible emprender en el medio rural, «dar vida» a los pueblos y combatir la despoblación

Laura Sanz ‘Entre Hoces Experience’. Fuentemizarra. - Foto: D.S.

Todos se enfrentaron a un desafío fabuloso. No parece sencillo huir de las tentaciones de la capital, de las oportunidades de la gran ciudad, quedarse en su pueblo y emprender una aventura empresarial en el medio rural. Las historias de Esther, Enrique, Chelo o Cecilio son las de esos pequeños empresarios que un día decidieron que su «sueño», en forma de tienda, comercio o pequeña fábrica, se implantara en su pueblo de nacimiento; emprendedores que, en otros casos, retornaron a sus localidades de origen o al lugar de procedencia de sus padres o abuelos, huyendo de grandes ciudades como Madrid, para montar su negocio y vivir en un ambiente más tranquilo y, en muchos casos, rodeados de naturaleza. 

Son profetas en su tierra, la provincia de Segovia, también amenazada por la despoblación,  en la órbita de esa ‘España Vacía’, que estos emprendedores combaten con sus iniciativas empresariales

No son solo Soria o Teruel. El riesgo de extinción amenaza a un mayor número de municipios segovianos. La provincia ya tiene 77 pueblos moribundos, con menos de cien habitantes, 22 más que hace 20 años. Los vecinos de los 100 pueblos más pequeños de Segovia cabrían, como espectadores, en la bicentenaria Plaza de Toros de Segovia. En el coso taurino, con un aforo de 7.500 localidades, cabrían los vecinos de este centenar de pueblos ‘despoblados’, en un listado que encabeza Pajarejos (12 censados) y que cerraría Fuentidueña (142 empadronados). Entre todos suman 7.036 vecinos, por lo que todos podrían disfrutar, cómodamente sentados, del festejo taurino.

Javier Criado y Esther Muñoz Ibéricos de Vegaseca. Cuéllar.Javier Criado y Esther Muñoz Ibéricos de Vegaseca. Cuéllar. - Foto: D.S.

Laura Sanz, natural de Boceguillas, retornó de Madrid, con escala laboral en Segovia, para desarrollar ‘Entre Hoces Experience’, «mucho más que una casa rural», en Fuentemizarra, un pequeño pueblo del nordeste de apenas tres habitantes en invierno; un caso parecido al de César Alonso y Cristina Sanz, que abandonaron Madrid para instalar su fábrica de cerveza artesana Casuar en Montejo de la Vega de la Serrezuela, de apenas 148 habitantes.

También retorno a su pueblo, Nava de la Asunción, Fernando Campillo, donde tiene su taller como diseñador de moda, tras una intensa trayectoria profesional en el desarrollo de marcas como Springfield o Pull&Ber; mientras otros nunca quisieron salir de su pueblo, como es el caso de Cecilio Villacorta, de Bernardos, trabajador de la ‘pizarra’ que cayó en el desempleo con la crisis, para después ‘reinventarse’ con una fábrica de chorizos y torreznos.

Apenas una semana después de abrir su lavandería de autoservicio en Cuéllar, Enrique Miguel y Elena Martínez, la tuvieron que cerrar por el estado de alarma; al igual que ‘Atusados’, un original autolavado para mascotas que también habian abierto, en un local aledaño, tres meses antes. Tras aquel paréntesis ambos siguen al frente de los negocios, como Judith López, que ha cumplido su sueño de abrir su peluquería en Cantalejo —en la que ofrece un servicio a domicilio para los pueblos cercanos— o Chelo Otero, que abrió el año pasado ‘La Tienda de los Huertos’, una tienda de múltiples articulos con la etiqueta común de la calidad.

Chelo Otero. La Tienda de los Huertos. La Losa.Chelo Otero. La Tienda de los Huertos. La Losa. - Foto: D.S.

Laura Sanz. ‘Entre Hoces Experience’. Fuentemizarra. «Hay oportunidades, solo hay que darlo una vuelta». Fuentemizarra es un pequeño pueblo del nordeste de la provincia de Segovia, situado en mitad del triángulo que forman Moral de Hornuez, Maderuelo y Campo de San Pedro. En este minúsculo pueblo — residen apenas tres habitantes en invierno— se ubica ‘Entre Hoces Experience’, una casa rural que ofrece múltiples actividades de disfrute para el viajero aprovechando el rico entorno natural que la rodea, como los parques naturales de las Hoces del río Riaza y del río Duratón, el Hayedo de La Pedrosa, en Ayllón o el Mirador de las Piedras Llanas, junto a Riofrío de Riaza. Rutas en bicicleta, senderismo, deporte de aventura, visitas a enclaves naturales extraordinarios.... 
Su artífice es Laura Sanz, natural de la cercana Boceguillas, que hace unos tres años decidió retornar al pueblo y sin experiencia previa en turismo o casas rurales decidió ponerse al frente de la casa rural que la familia había construído, durante nueve años, en Fuentemizarra, de donde es natural  su padre. Allí abrió ‘Entre Hoces Experience’ en el convencimiento de que este proyecto no podía quedarse en un simple alojamiento rural, pues «mi idea era crear sinergias con otras empresas de turismo de la zona nordeste para ofrecer experiencias añadidas al viajero», asegura.
Laura se define como «retornada». Tras licenciarse en Administración y Dirección de Empresas en Madrid, trabajó primero en una multinacional de alimentación infantil en la capital de España para después abrir en Segovia una franquicia de una Escuela de Negocios. Dos años después, por motivos personales, regresó a Boceguillas y se puso al frente del proyecto de la casa rural de su familia, gracias también a que su pareja pudo acogerse varios días a la semana al ‘teletrabajo’. «Claro que es posible vivir en el pueblo, aunque las oportunidades laborales son menores que en una gran ciudad (…) si te apetece el estilo de vida de un pueblo, hay posibilidades, solo hay que darlo una vuelta», afirma Laura, que en verano también gestiona la piscina y bar de Boceguillas. También ha impulsado la agrupación ‘Más Q Hoces’, con otros propietarios de alojamientos en la zona y ha rescatado, con otros dos emprendedores, el proyecto ‘Cine Comarcal’ para potenciar la cultura cinematográfica en los pueblos.

Javier Criado y Esther Muñoz. Ibéricos de Vegaseca. Cuéllar. «Basta tener ideas claras y los pies en el suelo». «Hemos sido unos locos, pero estamos muy contentos, siempre fuimos autónomos y siempre nos movía hacer cosas nuevas. La edad es experiencia y capacidad y reconozco que con 30 años no lo hubiera hecho». A sus 58 años, Esther Muñoz responde a la pregunta del porqué a una edad madura, junto a su marido, Javier Criado, se lanzaron a la aventura del emprendimiento y pusieron en marcha ‘Ibéricos de Vegaseca’ una pequeña fábrica y tienda de embutidos de Cuéllar que ya goza, por la calidad de sus productos, de merecida fama en la comarca.

Durante 30 años se dedicaron a la cría en granjas de cerdo ibérico. Con la crisis económica de 2008, que golpeó con dureza al sector, el matrimonio atendió el consejo que, durante años, les habían trasladado amigos y familiares. «Cada año hacíamos matanza y muy buen embutido y siempre nos decían el porqué no nos dedicábamos a ello. Ya que teníamos una granja de cerdos, la materia prima, pensamos en continuar hasta llegar al producto final», afirma Esther Ahora tienen una «pequeñísima» fábrica — «que es casi un obrador», dice—, una tienda física, en la Plaza de San Andrés de Cuéllar, y otra online, desde donde distribuyen a clientes y establecimientos. 

Janeth López. Peluquería Janeth. Cantalejo.Janeth López. Peluquería Janeth. Cantalejo. - Foto: D.S.

«El handicap de las pequeñas empresas en los pueblos es que necesitas abrirte para llegar a más clientes, a través de internet, o con viajes y asistencia a ferias. Nos cuesta más que si estuviéramos en una ciudad grande, aunque nuestro valor es la calidad de nuestros productos», dice Esther, que cita la oferta de ‘Ibéricos de Vegaseca’: desde chorizo sin conservantes, hasta lomo natural, jamones y paletas y todo tipo de embutidos loncheados.

«Se puede crecer y vivir en un pueblo y montar tu propio negocio. Lo primero es tener las ideas muy claras. La palabra emprendimiento es muy bonita y utópica, pero hay que tener los pies en el suelo y saber lo que se puede hacer, tener un proyecto real y factible y mucha ilusión y ganas de trabajar», reflexiona la propietaria de ‘Ibéricos de Vegaseca’, que desvela el éxito de la empresa, constituida en 2015, aunque la tienda y fábrica apenas lleva abierta un año y medio. «Hay que tener productos de primera calidad, para lo demás, ahí están las grandes superficies. No puedes competir con grandes marcas, tu producto tiene que ser diferente y de calidad», reitera.

Chelo Otero.La Tienda de los Huertos. La Losa. «Mi tienda es otra cosa, diferente, esa es la clave». ‘La Tienda de los Huertos’, en La Losa, es un pequeño museo para los sentidos: desde piezas de artesanía hasta productos frescos de la huerta, pasando por artículos de herbolario hasta utensilios de bricolaje. «Mi tienda no tiene nada que ver con un ultramarino, te puedes encontrar cualquier cosa, es diferente», asegura su propietaria, Chelo Otero que, junto su marido, oriundos del pueblo, abrieron el establecimiento en noviembre de 2019. 

«Hay que tener valentía e imaginación, siempre hay que innovar», explica Chelo para explicar el éxito de un comercio con clientes de otros pueblos y que frecuentan también, por ejemplo, los madrileños con segunda residencia en La Losa, Ortigosa, Las Navillas u Otero de Herreros. Chelo fabricaba jabones artesanales que vendía por ferias y un día decidió abrir la tienda en un local de su familia. Comenzó ofreciendo sus productos y los que le aportaban un puñado de artesanas del pueblo, para después ampliarla con productos de alimentación ‘bio’ y ecológicos. En sus estanterías también tiene cosmética natural, jabón ecológico a granel y productos de herbolario. Además de artículos de bricolaje y material escolar, en ‘La Tienda de los Huertos’ también se pueden adquirir productos de la huerta, como acelga, coliflor, tomate o judía verde; además de congelados, pizzas y helados, y una selección de licores y vermouths.

«Me gusta el pueblo, aquí nos hicimos la casa y es donde queremos vivir.  Me encanta trabajar aquí y para que funcione el negocio solo hace falta tener imaginación, las ideas claras y, lógicamente, trabajar mucho y con ilusión», zanja Chelo, quien recuerda que durante los peores días del confinamiento «también atendimos a domicilio. Fue una forma de dar servicio al pueblo y es algo que mis vecinos me han agradecido».

Janeth López. Peluquería Janeth. Cantalejo. «Toca reinventarse para poder superar esta crisis». Janeth López acaba de cumplir un sueño, abrir su propia peluquería. Lo ha hecho enCantalejo — Avenida Legionarios, 17— bajo el nombre ‘Janeth, peluquería orgánica y natural’. El estado de alarma por la pandemia le obligó a cerrar el negocio recién inaugurado, aunque finalmente, según recuerda, el 2 de junio pudo retomar la actividad, con una idea novedosa. Desde entonces, muchas tardes se ha dedicado a repartir carteles por Cantalejo y los pueblos de alrededor, en un radio de 30 kilómetros, para ofrecer su servicio de «peluquería a domicilio», con el uso de material desechable y siempre con las máximas medidas de seguridad e higiene. 

«¿No puedes desplazarte? Llámanos», reza la publicidad de la peluquería de Janeth, de origen colombiano, con 20 años de residencia en España. «Estamos en crisis y hay que reinventarse. Se me ocurrió acercarme a los pueblos que tienen población de personas mayores y dejar carteles ofreciendo mi servicio», explica Janeth, que defiende la fórmula como «una manera de buscarme el trabajo en un momento muy complicado». Tras indicar que a la pegada de carteles ha sumado su ofrecimiento a difentes asociaciones de jubilados, comenta que suele desplazarse a un pueblo cuando dos o tres personas requieren sus servicios. Es la manera de que le resulte rentable. 

Montó su negocio tras un paréntesis de cuatro años sin trabajar, después de hacerlo en otras peluquerías de Cantalejo, un pueblo que conoce bien, como también Caballar, donde ha vivido «muchos años». «Hay que ser valiente y tirar para adelante, no queda otra —dice— hay que reinventarse y salir a buscar a los clientes».  Janeth se confiesa «encantada» con el ambiente y cercanía del medio rural. «En los pueblos se vive muy bien. Aquí en Cantalejo tenemos de todo», afirma la peluquera, que una vez al mes también ofrece descuentos especiales.