"Hay algo que no habla bien de nosotros como sociedad"

Juana Samanes
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Inteligente. Una charla con este profesional le revela con un hombre reflexivo al que le gusta transmitir la visión auténtica y sin tapujos que tiene de la vida

"Hay algo que no habla bien de nosotros como sociedad" - Foto: Susanna Sáez

No hay que ser un lince para deducir que al valenciano Paco Plaza le ha interesado siempre el género de terror. Así se constata por su trabajo en la saga REC o Verónica. En La abuela, un largometraje que veremos en la gran pantalla próximamente, se acerca a la historia de una chica, modelo en Francia, que regresa a España para cuidar de su abuela tras enfermar mientras descubre que en la casa donde creció ocurren fenómenos extraños.

He leído que la inspiración fue su experiencia con una tía suya que tuvo Alzheimer y que quería hacer una película de «posesiones donde el demonio es la vejez». ¿Pero, por qué en vez de escribirla usted se lo encargó a Carlos Vermut (director de Magical girl)?

Yo intenté escribirla, hice un par de versiones, y no me acababan de gustar. Carlos Vermut y yo somos íntimos amigos y nos vemos muchísimo, él era consciente de que no estaba contento con lo que había hecho y se me ofreció a escribir este guion.

No es la primera vez que afronta el mundo de los ancianos o de la dependencia. Lo hizo en su cortometraje Abuelitos o Quien a hierro mata. ¿Por qué le interesa este asunto?

No lo sé, pero tengo claro que no hubiera hecho La abuela si no hubiera rodado antes Quien a hierro mata, donde para documentarme visité muchos geriátricos en los que estuve en contacto con residentes y cuidadores. Mi experiencia fue muy intensa y me hizo reflexionar sobre el paso del tiempo, sobre el trato que les damos a los ancianos. Creo que al final todas las películas no dejan de ser biográficas, siempre acabas explicando algo que en ese momento te está preocupando. 

El suspense del largometraje está muy bien dosificado y el tratamiento de la casa es muy adecuado. ¿Hablaron mucho usted y la directora de diseño de producción, Laia Ateca, sobre ese apartado, que se tenía que cuidar especialmente?

Me interesaba especialmente el tratamiento de la vivienda en el terreno del terror, porque nuestra casa es nuestro refugio, donde estamos, en teoría, a salvo y seguros. Por ello, introducir un elemento turbador en un entorno que es el de tu privacidad e intimidad creo que es lo que la hace especialmente inquietante.

La utilización de las muñecas matrioskas también es realmente muy sutil, pero no sé si para aficionados al género de terror les da muchas pistas de lo que va a suceder…

No lo creo, para mí la matrioska simboliza que dentro de nosotros llevamos a todos los que nos han precedido. Habla de la herencia genérica, de que todos somos contenedores de nuestros padres, de nuestros abuelos, queramos o no. No es un elemento que se haya utilizado mucho en el cine de terror. 

¿Por qué eligió a Almudena Amor como protagonista y cómo contactó con Vera Valdez, que exhibe su cuerpo en esta película y pocas personas lo hubieran hecho, debido a su avanzada edad?

Almudena salió de un casting. Desde la primera prueba vi que era capaz de aguantar el peso de la película y estoy muy contento con su trabajo. Vera Valdez es de Brasil y fue un hallazgo. La exhibición de su cuerpo dura más de lo que debería porque me gustaba enfatizar eso: ¿por qué miramos hacia otro lado?, ¿por qué renegamos de esa realidad de que el cuerpo se va deteriorando? Hay algo de la ocultación del paso del tiempo que no habla bien de nosotros como sociedad, parece que está prohibido cumplir años. Si viniera un marciano a la Tierra y viera fotos y programas de televisión, creería que todos somos jóvenes y guapos, y eso no es la realidad. Está satanizado el paso del tiempo, de los años.

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