El hijo de Eva y José que ha hecho soñar a Segovia en Tokio

Nacho Sáez
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David Llorente ha cumplido su sueño de ser protagonista en unos Juegos Olímpicos tras una etapa de formación marcada por el esfuerzo y su espectacular capacidad de aprendizaje.

El niño miedoso que ha hecho soñar a Segovia desde Tokio

Aunque asmático y miedoso, David Llorente destacó desde pequeño por su carácter competitivo. «Solía participar en las carreras de atletismo de Las Cañadas, pero un año no quiso porque era de los pequeños de su categoría y sabía que no iba a ganar», ha relatado su madre, Eva Vaquero, una de las personas que ha ayudado a reconstruir la personalidad del deportista más seguido ahora mismo en Segovia y en parte del resto de España. Un joven de 24 años todavía que, sin embargo, a muchos les parece más veterano. Hace ya casi una década que empezó a protagonizar reportajes en los periódicos. Antes incluso de que  con 15 años se marchara becado al pirineo leridano, a La Seu d’Urgell.

La historia de un club (el Río Eresma) que practicaba el piragüismo en aguas bravas en Palazuelos de Eresma llamó la atención de los medios de comunicación locales, que realizaron las primeras entrevistas a Llorente. Pero su familia y él ya habían comenzado a recorrer casas rurales «para poder acudir a las competiciones al mismo tiempo que ahorraban gastos al alojarse junto a otros piragüistas», según cuenta el primer teniente de alcalde de Palazuelos, Juan Manuel Martínez, entonces concejal de Deportes. Aunque quizás lo más duro fuera dar el paso de irse a La Seu

.«A mí no me educaron para que mi hijo se fuera de casa a los 15 años, pero él estaba feliz. Hasta se sacó el Bachillerato en catalán», ha confesado su madre. Allí vivía con una señora a la que hoy considera su abuela de La Seu, y aprendió a lidiar con la incertidumbre. Los que le conocen dicen que fue un punto de inflexión la lesión en el hombro que sufrió a finales de 2015 y que le tuvo apartado de la competición casi medio año. «Aprendió muchísimo. A alimentarse, a cuidarse...», destaca Eva. Él afirmaba que nunca perdió la sonrisa en ese tiempo de travesía por el desierto. «He sido feliz durante estos cuatro meses. He hecho cosas que no podía hacer antes. Al principio pensaba que solo iba a estar parado tres semanas y luego me dijeron que me tenía que operar y que al final estaría varios meses. Como el golpe me lo he llevado poco a poco, quizás por eso lo he digerido mejor. Lo tienes que aceptar, son cosas que pasan y hay que mirar el lado positivo», aseveraba poco antes de reaparecer.

El niño miedoso que ha hecho soñar a Segovia desde TokioEl niño miedoso que ha hecho soñar a Segovia desde Tokio

Tomó distancia sobre La Seu –aunque después regresó–, incluso estuvo viviendo en Valladolid y al final reencontró el camino para cumplir unas expectativas que no hacía falta que nadie le marcara. «Me levantaba todos los días pensando en los Juegos, aunque lo lógico era que fuera alguien más veterano», desvelaba sobre esos meses previos a que se lesionara y quedara descartada su presencia en la cita olímpica de Río de Janeiro 2016. Con tan solo 19 años. La gloria le estaba esperando. En agosto de 2018 se proclamó campeón de Europa sub-23 y en septiembre de 2019, subcampeón del mundo absoluto.

Su entrenador, Guillermo Diez-Canedo, distingue en él una espectacular capacidad de aprendizaje: «Es un lujo entrenar a David. Es muy curioso, está en búsqueda constante de qué tiene que hacer para mejorar». Diez-Canedo ha recordado que el palista segoviano ha tenido que realizar un esfuerzo extra para suplir las carencias de base que arrastraba. «Cuando le cogí la temporada pasada, le faltaban las cosas propias de su edad, como sistematizar su proceso de entrenamiento y de competición. Era muy fuerte físicamente y competitivo, pero tenía que mejorar su técnica básica. Ahora se ha vuelto más eficiente», remarcaba el técnico en conversación con El Día de Segovia en julio de 2019, antes incluso de que Llorente confirmara su espectacular progresión y dejara en la cuneta a dos emblemas del K1 español, como Samuel Hernanz y Joan Crespo, en la carrera por estar en los Juegos de Tokio.

Su vena competitiva tampoco ha pasado desapercibida para Diez-Canedo. «Compite mejor que entrena. No es que en los entrenamientos no trabaje bien, sino que en el momento de la verdad es cuando se crece. Incluso sufre en las competiciones menos importantes», ha argumentado, al tiempo que hacía hincapié en otras de las virtudes que han adornado en la época reciente al palista segoviano: «Sé que a él no le va a pasar, pero en el piragüismo es habitual que quieras repetir enseguida resultados como los que ha logrado últimamente. Se debe centrar en el trabajo. Tiene condiciones para llegar a lo más alto en este deporte si sigue igual. Un buen entorno de compañeros, ha aprendido que a todo le puede sacar algo positivo y es autónomo para saber escoger».

El niño miedoso que ha hecho soñar a Segovia desde Tokio
El niño miedoso que ha hecho soñar a Segovia desde Tokio - Foto: KIMIMASA MAYAMA

El aplazamiento de los Juegos el año pasado le enseñó que la capacidad de adaptación a diferentes situaciones es primordial. No dejó de entrenar, pero aprovechó para entregar el Trabajo de Fin de Grado de la carrera de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte que ha estudiado (la antigua INEF) y para viajar con su hermano Sergio –también piragüista de gran nivel; está en un centro de tecnificación en León– y sus amigos de siempre. 2020 no había sido malo, según aseguraba, pero 2021 lo empezó con una meningitis linfocitaria que le estuvo a punto de dejar sin los Juegos. No hay nada que pueda con David, aunque su madre cuente que de pequeño se ponía de portero en el fútbol porque era asmático y que «tardó un año en bajar al río porque decía que le daba miedo». «Cuando lo probó, ya le gustaba más que Port Aventura», remachaba Eva.