Cafés cargados de esperanza ante enfermedades de la sangre

Ical
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Cada lunes desde hace un mes se organiza en la quinta planta del Hospital de Segovia, en Hematología y Hemoterapia, una nueva iniciativa tan sencilla como terapéutica: conversaciones en torno a un café para pacientes, familiares y voluntarios

Tertulia en torno a un café en la quinta planta del Hospital General de Segovia

En torno a un café, la conversación es distendida por muy difícil que sea el tema a tratar. Una premisa perfectamente válida si el café es en una sala, de la 5ª planta del Hospital de Segovia, en el servicio de Hematología y Hemoterapia, y los que se reúnen, cada lunes, son pacientes, familiares y voluntarias de la asociación Ascol. Es “la sala de la esperanza” que nació en Hospital de Salamanca y ahora tiene un alma gemela en Segovia.

Ascol lleva más de 27 años trabajando, en y desde Salamanca, y mano a mano con los profesionales sanitarios. De hecho, fueron dos hematólogos, los doctores San Miguel y Borrasca, explica la trabajadora social de Ascol, Soraya García, los que detectaron “una serie circunstancias relacionadas con el ámbito sociofamiliar” que “les quedaban grandes y no llegan a cubrir” y “buscaron a un grupo de pacientes y de familiares” para liderar esa ayuda. 

Así nació Ascol en 1992 y sólo tres años después dio un nuevo paso gigante motivado por la creación en el Hospital Universitario de Salamanca de la Unidad de Trasplante de Médula Osea, a la que llegan pacientes de todas las provincias de Castilla y León, de otros puntos del país e incluso de otros países. Para ayudar a estas personas desplazadas desde sus ciudades de origen surgen los apartamentos compartidos. Empezaron con uno y ahora tienen tres.

El jefe del servicio de hematología del Hospital General de Segovia, José Antonio Queizán asiste a uno de los cafés que realiza la asociación Ascol.El jefe del servicio de hematología del Hospital General de Segovia, José Antonio Queizán asiste a uno de los cafés que realiza la asociación Ascol.

El hijo de Conchi Cuadrado tuvo que someterse a un trasplante de médula y estuvo tres meses ingresado en el Hospital de Salamanca. “Te vas de tu ciudad y estás perdido”, reconoce Conchi, y “gracias a ellos, tienes un piso, tu llave, tu maleta en una habitación, si necesitas comer, ducharte, descansar o ver la tele”. En dos palabras, “tu libertad”.

Una acción que se combina con apoyo psicológico. Conchi Cuadrado explica que “hacen piña” y están “ahí en un cuanto te ven un poco baja para darte un abrazo”. Con la emoción a flor de piel, esta segoviana reconoce que hacen “una labor impresionante” con los enfermos y con sus familias, “eso es lo más grande” y “toda mi familia se lo agradecemos de corazón”.

Experiencias en primera persona que son precisamente las protagonistas de la siguiente iniciativa que puso en marcha Ascol en Salamanca, los ‘Cafés Solidarios’. Soraya García argumenta que lo del café es realmente una excusa y partieron de la la base de que, por tradición en España, “tomando un café, todo el mundo se siente más a gusto. Alrededor de una mesa redonda, de un espacio tranquilo se inician las conversaciones”.

La sala de la Esperanza. Angelines Marazuela y su hijo Ismael, que se recuperó de una grave enfermedad hematológica, conocen bien los beneficios de lo que ella define como “la sala de la esperanza”. Según su relato era tal el cambio que experimentaba, tras acudir a este particular y terapéutico desayuno, que era su propio hijo el que le animaba para que fuera.

Angelines siempre estaba allí antes de las 12, porque a esta sala se acercaban personas que habían ido al hospital a hacerse una analítica y no se olvidaban de lo que habían pasado. “Esa gente te motivada, te daba alegría”, recuerda Angelines, porque “subían a tomarse un café, hablaban contigo, te contaban su experiencia y que estaban en ese proceso precisamente porque habían salido adelante”.

El testimonio de una madre que compartió con otras madres, ingresadas en la misma planta, la angustia, los bajones, los malos momentos, y como se apoyaban sin palabras, “nos abrazábamos”, pero, en la “sala de la esperanza”, escuchaba a personas jóvenes, como Ismael, que iban saliendo y que le animaban a pensar que “él podía salir igual”. Un café bien cargado de positivismo y energía.

Quienes han pasado por la sede de los ‘Cafés Solidarios’ de la planta de Hematología del Hospital de Salamanca, reconocen sus beneficios y “lo especial que fue para mi” porque “te ayudaba a seguir adelante. Siempre lo recordaré, la gente tan especial que haba pasado por allí”.

Todos a una

La fuerza de estos encuentros tiene su reflejo, desde algo más de un mes, cada lunes, en el Hospital de Segovia. Las voluntarias de Ascol vienen desde Salamanca pero la idea crear un grupo de voluntarias aquí. Puri Bermejo asegura que “hay muchas compañeras que sí que están dispuestas” porque “hemos sido testigos de todo el proceso y es muy gratificante”.

Puri fue paciente y afirma que la planta de Hematología de Salamanca es muy diferente a cualquier otra porque “hay mucho dolor pero también hay mucha solidaridad. Es un efecto que se encadena de unos a otros y se forman verdaderas familias que perduran en el tiempo”. Puri explica que al salir del hospital “no te vas y ya está”, quieres ayudar, y en estos cafés, “contamos anécdotas porque dentro del dolor, que evidentemente, es muy grande, también hay luz". Ascol, remarca, le dio mucha vida y estaban siempre allí para echar una mano.

Testimonios que escucha con atención y emoción el jefe de este mismo servicio en el Hospital General de Segovia, el doctor José Antonio Queizan para remarcar que recoge “la filosofía de cuidar al cuidador” porque son “las asociaciones de pacientes” las que “están cubriendo ese hueco que la sanidad no puede cubrir” porque pueden dar los mejores cuidados sanitarios y médicos, una habitación confortable pero “el apoyo psicológico de la familia es fundamental”, son ellas las que “hacen que los enfermos tiren hacia delante” ante circunstancias que “son muy adversas”.

La sensibilidad y forma de trabajar en la planta de Hematología del Hospital de Segovia abarca a todo el equipo, desde el personal de limpieza, cocina, celadores, auxiliares, enfermeras y los hematólogos. Es una filosofía que los pacientes y sus familias no se cansan de explicar y de resaltar.

La supervisora de Enfermería de la Unidad de Hematología, Concha García, remarca que el personal recibe un periodo específico de formación aunque no existe la especialidad como tal. Los tratamientos y todos los procesos se realizan en esta planta por parte de estos profesionales, no se hacen en otro espacio del hospital, “nunca están periféricos”.

Darse a conocer. El doctor Queizan agradece a la Gerencia del Hospital su implicación desde el primer, acogiendo el proyecto “como algo prioritario". Una idea que suscribe la subdirectora de Enfermería del Complejo, Laura Callejo, que coordinó todo el trabajo administrativo con Ascol, habilitando la sala de familiares de la quinta planta, para los “cafés solidarios”. Su presidenta agradece la colaboración unánime y ahora queda el reto de difundirlo para que mucha gente pueda beneficiarse.

Ascensión Hernández asegura que están teniendo una gran acogida cuando acuden al edificio de Consultas, que comparten Hematología y Cardiología, porque “es muy agradable. La gente se toma el café y se entabla la conversación”, se rompe el hielo, para que sepan cómo les puede ayudar Ascol.

Soraya García también recuerda que es Consultas donde más están trabajando con el objetivo de “ver y conocer cuál es la realidad de los pacientes y las familias de Segovia”, para ser útiles a los segoviano, “detectando poco a poco” qué necesidades tienen. Para Ascol también es importante conocerles y si son derivados durante un tiempo a Salamanca, puedan contar con sus programas de ayuda.

El doctor Queizan destaca que la sociedad segoviana tiene estar “orgullosos” porque los tratamientos hematológicos que tienen el Hospital de Segovia están al mismo nivel que los centros de grandes ciudades españolas como Madrid, Barcelona o Navarra, e incluso de ciudades tan conocidas como Houston (Estados Unidos), siendo una ciudad “pequeña y modesta como Segovia”, y "es importante que la sociedad lo sepa”.

El jefe de Hematología enfatiza que las enfermedades de la sangre, las leucemias o los linfomas, tienen “ya de entrada un componente de gravedad muy importante”, pero los avances médicos han permitido que enfermedades prácticamente incurables se puedan curar en 10, 12 o 15 años y dar de alta a los pacientes. También se ha conseguido, explica, que aunque no se pueda curar sí hay supervivencias muy destacadas, siendo una enfermedad crónica, en la que el enfermo tiene que aprender “a hacer un camino con la enfermedad que se llama vida”.