La planta para tratar purines reabrirá cinco años después

D. Aso
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Un grupo empresarial prepara ya las instalaciones que volverán a facilitar la gestión de excrementos de porcino, reducirán riesgos de contaminación por este motivo y paliarán ese exceso de 'olor a campo' que a veces llega incluso a la capital

La planta para tratar purines reabrirá cinco años después

La planta de tratamiento de purines y cogeneración de Turégano se reabrirá cinco años después. Según ha podido confirmar El Día, una nueva iniciativa empresarial trabaja desde hace varias semanas en la puesta a punto de estas instalaciones que permitirán reducir los riesgos de contaminación por esta sustancia compuesta por excrementos de porcino que se usa habitualmente en las explotaciones agrarias como abono para el campo.

Al purín atribuyen los colectivos ecologistas la falta de agua potable por exceso de nitratos en algunos pueblos, extremo que la Junta niega. Emite gases a la atmósfera como amoníaco y metano, y también es el causante de ese exceso de ‘olor a campo’ que no sólo envuelve el medio rural con cierta frecuencia, sino que alcanza incluso el centro de la capital segoviana, sobre todo en verano y en épocas de siembra. 

Su uso como fertilizante ha sido siempre el principal aprovechamiento de los purines, pero más aún ante la falta de alternativas tras el drástico cierre de esta planta que durante nueve años facilitó la gestión a las granjas y, ya de paso, rebajó la intensidad de tan molesto hedor. Allí se transformaba el purín en electricidad y generaba tanta como la que consume toda la comarca, ya que mientras estuvo activa llegó a asumir más de 100.000 metros cúbicos anuales, la capacidad de 40 piscinas olímpicas. Más o menos, una quinta parte de los residuos del pujante sector porcino segoviano, que así lograba dar salida con más facilidad a sus excedentes por falta de tierra donde echarlo en condiciones.

«Problema medioambiental no existe en Segovia por los purines», según el delegado territorial de la Junta, Javier López-Escobar, quien defiende «el cumplimiento general» de la normativa por parte del sector frente a «una minoría» que pueda marcar la excepción. Pero el mayor o menor impacto medioambiental del purín, aparte del social y el económico por lo que afecta su olor a la población y el turismo rural, independientemente de que se eleve o no a la categoría de problema, debería rebajarse en cualquier caso con la reapertura de esta planta. Y contribuirán a ello además otras medidas como la entrada en vigor de la adaptación autonómica de una normativa europea que, a partir de 2019, prohibirá o restringirá los métodos más conflictivos de esparcido de purines, que coinciden con los más tradicionales.

VUELTA A LA ACTIVIDAD. El Grupo Guascor cerró la planta de Turégano en febrero de 2014 como consecuencia de la reforma del sector energético por la que el Gobierno redujo las ayudas a las energías renovables, polémica decisión que derivó en el cese, por falta de rentabilidad, de las 29 instalaciones de tratamiento de purines y cogeneración que llegaron a funcionar en España. Sin embargo, la anulación parcial de aquel decreto del Gobierno por sentencias del Tribunal Supremo emitidas en 2016 y 2017 devolvió la posibilidad de que fueran reabriendo algunas de estas plantas, y la de Turégano ya está en el camino de hacerlo.

Ahora la empresa promotora de la iniciativa es Ignis, un grupo español propietario de diferentes activos de generación de energía eléctrica que también realiza para terceros actividades de gestión energética y prestación de servicios de operación y mantenimiento. En este proyecto lleva varios meses y, de hecho, ya en verano estaba trabajando en la contratación de la plantilla, con oferta laboral incluida, colgada el pasado mes de agosto en un ciberportal de empleo, para la búsqueda de un jefe de planta. 

El alcalde de Turégano, Juan Montes, valora que Ignis quiera reiniciar la actividad «cuanto antes, incluso antes de navidades si puede», aunque bien podría tener que esperar unos cuantos meses más. De momento «ya hay bastante gente trabajando desde hace semanas en la puesta a punto, que debe de llevar mucha tarea sobre todo por el tema de llaves o válvulas que se han podido estropear por no usarse, por revisión o reparación de motores, el tema informático u otras cosas».

Montes celebra especialmente los beneficios de esta próxima reapertura tras haber sufrido en primera línea los perjuicios del cierre. «Estos años se ha notado lo que habían aumentado los olores, y aquí que tenemos mucho turismo, con más motivo vemos esto ahora como una buena noticia», destaca. «Luego a las granjas les vas a quitar otra vez un dolor de cabeza, ya que calmará el problema de cuando tienen las balsas llenas de purín y no pueden sacarlo porque está lloviendo», debido a las dificultades añadidas de que el tractor no pueda entrar en la parcela con la maquinaria para esparcir en esas circunstancias. «La planta seguramente empiece a recibir purín a finales de noviembre aunque no funcione todavía, así que igual quita ese problema a las granjas antes de que llegue el invierno». Y por supuesto, el alcalde valora los empleos que se crean: «Gente nueva que viene al pueblo y trabajo que da también a gente que ya vive en el pueblo», resume.

La planta de Turégano funcionó con una veintena de trabajadores directos durante la etapa de Guascor y ahora se prevé que vaya en una línea similar tanto a nivel de empleo como de capacidad de tratamiento y cogeneración, si bien Ignis, preguntada por El Día, declina avanzar detalles todavía. Al fin y al cabo, no deja de ser una iniciativa privada que maneja sus propios tiempos con independencia del interés público que pueda despertar.

El delegado territorial de la Junta, Javier López-Escobar, también confía en que la reapertura se produzca pronto, aunque, a diferencia de Montes, se moja menos con los plazos. «No depende de nosotros, pero en el momento en que esto tome cuerpo, como parece que puede suceder, daremos prioridad y agilizaremos en lo posible los trámites que nos competan para que esto sea una realidad», señala. Sobre todo porque, «independientemente de las opiniones de cada cual sobre el asunto del porcino», apunta en alusión a partidarios y detractores de los sistemas de control de este sector y la gestión de sus residuos, «es muy conveniente incrementar el rendimiento de los productos de las granjas o de sus desechos para producir energía, y además facilitando el manejo de los purines». 

López-Escobar advierte que las reaperturas derivadas de los pronunciamientos del Supremo no están afectando a todas las plantas del país por igual, dado que «algunas se desmantelaron ya y ponerlas en marcha requiere unos costes muy importantes en tiempo y dinero». Pero no es ese el caso de la de Turégano, que «ha conservado su estructura», aunque no por ello esté dejando de requerir el pertinente proceso de puesta a punto. «Aquí parece que tenemos suerte, pero conste que esto no va a solucionar un problema ambiental porque no lo hay», asegura. «Lo que va a hacer esta planta es aportar valor añadido a un sector que ya de por sí es moderno, saneado y responsable con sus residuos, pero hay una leyenda negra alrededor que no responde en absoluto a la realidad». 

El delegado rebate así unas críticas que ya vienen de años atrás y que en las últimas semanas se han vertido desde Podemos, a través de las Cortes regionales; desde Ecologistas en Acción, con comunicados a nivel autonómico; o a nivel provincial, desde la asociación Turismo Rural y Activo de Segovia, que remitió un escrito al delegado territorial el pasado 8 de octubre a través de su presidente, Domingo Asenjo. Según este último colectivo, «la actual gestión de los purines, almacenándolos en balsas y después echándolos en las tierras sin ningún tratamiento previo, no sólo genera graves problemas al sector del turismo rural, sino que impide que florezcan otras iniciativas». Solicita por ello a López-Escobar que, «como delegado territorial, realice las gestiones necesarias e inmediatas para que se reabra la planta de cogeneración de Turégano lo antes posible». También «que no se tramiten ni concedan más autorizaciones medioambientales ni de ningún otro tipo a nuevas explotaciones de porcino, ni ampliaciones a las existentes, que no lleven el correspondiente proyecto de eliminación de los elementos tóxicos de los purines a través de plantas de cogeneración o biodigestores de otros sistemas equivalentes». Y «que tome la iniciativa para la creación de una comisión de estudio de soluciones de los purines para poder abordar la gestión del 100% de los mismos que se generen en nuestra provincia».

Pero López-Escobar niega la mayoría de los argumentos de la asociación de turismo rural, que coinciden en lo esencial con los de Podemos y Ecologistas en Acción, por lo que rechaza las medidas propuestas. Salvo la reapertura de la planta, dado que además está «en camino», aunque sin dejar de subrayar que «se trata de una iniciativa privada» y la Administración, en todo caso, «sólo puede ofrecerse a facilitar en lo posible que llegue a buen fin».

«No hay contaminación». «A veces se dicen cosas desde una perspectiva falaz que no tienen nada que ver con la realidad: no hay contaminación de acuíferos por purines, y atacar a un sector que hace un tratamiento responsable en el 99% de los casos y sigue avanzando en su modernización... El purín sería un problema si se vertiera en un mismo lugar de manera constante e indiscriminada, pero eso no existe», sostiene el delegado territorial. «Por supuesto que no estamos libres de que haya algún desaprensivo aquí y en cualquier otro sector, siempre puede haber alguien que ponga más purín del que debe, pero eso es algo anecdótico en una provincia con más de un millón de cabezas de porcino», continúa. «Probablemente en este sector haya incluso menos desaprensivos que en otros porque tiene mucho control, porque se ha modernizado y porque tampoco es verdad que haya aumentado su cabaña de forma exponencial», añade. En concreto, según datos oficiales, en 2003 había 1.034.960 cabezas de porcino; el máximo de la serie estadística se alcanzó en 2008 con 1.313.667; y en 2016 (último año publicado), 1.237.966.

«Quien cometa abusos debe ser perseguido y sancionado, contamos con los agentes medioambientales y el Seprona para ello», prosigue López-Escobar. El Seprona, en concreto, interpuso cuatro denuncias por vertido de purines con afección al Dominio Público Hidraúlico durante el año pasado, y en 2018 van cinco, según datos facilitados a El Día por la Subdelegación del Gobierno. 

«Y por otro lado, estamos hablando de un sector que destaca por no estar subvencionado por la PAC», resalta. «Eso significa que genera riqueza y empleo por sí mismo, donde hay porcino vive el doble de población que en las zonas del medio rural donde no hay, y está sometido a un mercado en el que las prácticas irregulares te expulsan automáticamente». En este sentido, «es frecuente que delegaciones de gobiernos de países a los que exportamos visiten las granjas y hagan comprobaciones exhaustivas de lo que nosotros ya controlamos y el resultado es el que es: seguimos exportando y sin ningún incumplimiento serio, grave o llamativo».

Pero el control ambiental a nivel administrativo continúa siendo deficiente en la Comunidad, en opinión de Ecologistas enAcción. Sobre todo, porque «la gran mayoría de granjas intensivas, es decir, las de menos de 2.000 cerdos de cebo o de 750 cerdas reproductoras», se quedan al margen del control directo de la Junta, mientras los ayuntamientos, que ostentan la competencia en esos casos, «no ejercen salvo raras excepciones». 

El debate por tanto no tiene fin. Suma décadas, pero al menos Segovia volverá a disponer a corto plazo de una planta para el purín que tiene el apoyo de unos y otros.