Vivencias intramuros

Nacho Sáez
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'Los diez lugares' de Jesús Daniel Martín Luengo, delegado de la Fundación Personas.

Vivencias intramuros - Foto: Rosa Blanco

Jesús Daniel Martín Luengo (Segovia, 1964) es licenciado en C. Empresariales por la UAM y Master en Dirección y Admon. de Fundaciones y Otras Entidades No Lucrativas por el Centro Internacional Carlos V. Pasó por la empresa privada, hasta que en 1.993 se incorporó a APADEFIM, como gerente. En 2008, pasó a formar parte de Fundación Personas, donde, actualmente es miembro del Comité de Dirección y responsable de la Delegación de Segovia. Disfruta de los paisajes segovianos en moto o junto con sus amigos en bicicleta de montaña. Procura no faltar a las competiciones de natación de sus hijas.

1. Los Ultramarinos Luengo. Lo regentaron su  abuelo Julio y  su tío Antonio, en Daoíz. Comercio «de los de antes», que abastecía a  San Andrés de viandas y uno de los centros neurálgicos de su vida social. Ejemplo de evolución y del declive y abandono del casco histórico de Segovia y la influencia otro tipo de superficies comerciales. En el recuerdo, las estanterías abarrotadas de mercancías y el constante trasiego para reponer,  hasta su cierre obligado por la falta de clientes por la despoblación del barrio.

2. El Mirador de Zamarramala. Sus frecuentes desplazamientos a Valladolid, por temas laborales,  le permiten, al volver,  contemplarlo casi a diario y a diferentes horas, dando lugar a mil y una imágenes por la incidencia de la luz, según las estaciones;  la composición del cielo y el colorido de la sierra; las sombras que provoca su iluminación. Cada bajada de Zamarramala a San Marcos, es una visión única. Un ‘Skyline’ difícilmente comparable con otro del mundo, las figuras del Alcázar, la Catedral, las torres de las iglesias de S. Andrés, S. Esteban o S. Martín.

3. Restaurante Narizotas, Plaza Medina del Campo. Estos días está de aniversario y tiene un emplazamiento privilegiado, junto a Juan Bravo y la Iglesia de San Martín. Han pasado ya varias décadas, desde sus primeras  visitas, viendo cómo se ha ido ampliando, dentro de lo  posible, y modernizando sus instalaciones. Destaca su peculiar decoración y sus sugerencias distintas del menú tradicional segoviano. Curiosa la historia del irlandés que dicen, da nombre al establecimiento.  Excelente elección para una cena tranquila en buena, pero no numerosa, compañía.

4. El barrio de S. Andrés. Escenario de su infancia y buena parte de la juventud. Paso obligado de visitantes hacia el Alcázar, testigo del pasado más íntimo de la ciudad entre sus callejuelas, conventos, plazuelas y jardines escondido, ahora empañado por las carencias en la conservación de patrimonio y  las infraestructuras que cuelgan, literalmente, de las fachadas de su calle principal, la más transitada.

5. El Paseo del Salón. Cuántas tardes de verano jugando entre los bancos y sorteando al jardinero para tratar de colarse  entre los setos. Las bicicletas y la visita a la patatería de los Costa, en calle Judería Vieja, para comprar migas de patatas fritas. La  chavalería del Casco Antiguo jugaban al escondite o a las chapas, con complejos circuitos.  Veranos sin móviles, ni ordenadores, sólo imaginación para crear mil y un entretenimientos.

6. La plaza jardín de Mauricio de Fromkes. Junto a la calle Velarde, un jardín pequeño y tranquilo, sin el bullicio de los turistas que discurren por  Daoíz. Con su fuente y el pretil que hace de banco, asomando  sobre el Paseo de San Juan de la Cruz. Invita, en las mañanas de verano, al disfrute de la lectura de un buen libro o de la prensa local a la sombra de sus árboles y al frescor de la hierba recién regada. 

7. La Real Fábrica de Cristales de La Granja.  Impresiona ver la aparente facilidad de los  artesanos del vidrio para fundir y mondearlo hacer de verdaderas obras de arte. Junto a la Casa de la Moneda, los exponentes más importantes en Segovia del aprovechamiento industrial hidráulico, para recordar, que no hace mucho tiempo, Segovia tenía un importante potencial industrial.  

8. Otoño en los Jardines del Palacio Real de La Granja.  Absolutamente recomendable por el colorido de las hojas de sus árboles en esa época del año, el olor a pino que baja desde la ladera de la sierra y la belleza de sus fuentes. Los visitantes tienen muchas opciones para disfrutar con tranquilidad de los cuidados paseos, la naturaleza, las fachadas y patios del Palacio. Obligatorio subir al ‘Mar’ y ver cómo la sierra parece querer formar parte del conjunto monumental que albergan los jardines. 

9. El entorno de las Hoces del Duratón. La majestuosidad de sus cañones, el silencio, el color de los cartados con el verde del agua del río, le alejan de las  preocupaciones cotidianas. Lugar para reflexionar sobre las cosas realmente importantes de la vida. Inolvidables recorridos en piragua junto a buenos amigos. Sin olvidar un buen asado, en Villaseca o Valle de Tabladillo.

10. El Monasterio del Parral.  Entre los riscos y el Eresma, permanece como en segundo plano en el conjunto monumental de Segovia, con su facha de estilo plateresco.  En su interior, el ruido del agua de fuentes y manantiales transmiten la calma y sosiego para la oración.