Cooperante en el corazón de África

Nacho Sáez
-

La segoviana Gloria Aguilera trabaja desde hace más de un año en el país con más muertos en conflicto del siglo XXI. Sudán del Sur anhela un acuerdo de paz y ella ayuda a dar una respuesta a la población ante las emergencias que se suceden.

Cooperante en el corazón de África

Las cifras son dramáticas: 7,5 millones de personas necesitadas de asistencia sanitaria y 3,7 millones desplazados internos o refugiados. Los militares y la oposición alcanzaron un acuerdo en julio del año pasado para compartir el poder en Sudán del Sur, que sin embargo no ha conseguido aún sacudirse varios dudosos honores. Uno de ellos revela que es el país que cuenta con un mayor número de muertos en conflicto del siglo XXI. Ese ominoso récord no intimidó a Gloria Aguilera cuando hace algo más de un año solicitó cubrir una vacante en este lugar que había surgido en la ONG para la que trabaja.

«Ves lo más duro que puede haber en la vida. Familias que no tienen una casa en la que refugiarse, una olla para cocinar o una mosquitera, con lo que allí son los mosquitos», comienza su relato de la experiencia que ha vivido hasta ahora. Esta arranca en Segovia, continúa en Londres y termina en Yuba, la capital de Sudán del Sur. Tras licenciarse en Derecho en la Universidad de Valladolid, vivir una temporada en Italia y hacer un máster, se mudó a Reino Unido, donde encontró trabajo en Medair. «Siempre tuve la idea de salir a terreno cuando empecé en esta ONG, pero necesitaba rodaje con el inglés», explica sobre su llegada al país centroafricano. «En contextos así no puedes ir con el inglés a medias», añade.

Sudán del Sur, que limita al norte con Sudán, al este con Etiopía, al sur con Kenia, Uganda y la República Democrática del Congo y al oeste con la República Centroafricana, es el resultado de la escisión entre 2005 y 2011, después de una guerra civil, de una parte de lo que era la República de Sudán, dominada hasta entonces por el sector norsudanés (musulmán). Sin embargo, su configuración como estado soberano no trajo la paz. En 2013 inició un nuevo conflicto civil por cuestiones étnicas que aún no se ha cerrado por completo, a la espera de que los contendientes firmen un acuerdo de paz. Mientras eso llega, la población aguarda desesperanzada: no quiere trabajar sus tierras ni su ganado por temor a que la violencia la obligue una vez más a tener que desplazarse. A ese complejo escenario se añade, además, el azote de las catástrofes naturales. Las fuertes lluvias sufridas en los últimos meses en grandes áreas del país han dejado 900.000 personas afectadas por diversas inundaciones y destrozos.

Cooperante en el corazón de ÁfricaCooperante en el corazón de África

Gloria Aguilera contribuye a atender ese paisaje de emergencias. A través de la ONG para la que trabaja forma parte de un equipo de respuesta que se encarga de proporcionar alimentos, utensilios de cocina o productos de higiene a la población. «Hay un organismo nacional que se encarga de coordinar a todas las organizaciones que estamos allí para que no se malgasten recursos», explica esta cooperante segoviana. En la suya trabajan más de 400 personas, la mayoría ciudadanos autóctonos que, como el resto de sus compatriotas, sufren la inseguridad que arrastra el país.

Esa preocupación, sin embargo, no ha impregnado su carácter. «Son muy alegres. Incluso los dramas te los cuentan con una sonrisa», revela Aguilera, que prefiere transmitir una visión positiva «y no la negativa que llega siempre a Occidente desde África». En ese sentido admira, en primer lugar, la generosidad de los sursudaneses. «Nosotros tenemos una cultura más del individualismo. Ellos, si tienen alguien en la familia en una posición peor, se vuelcan en ayudarle. Para ellos no hay alternativa posible. Y allí nadie come solo. Si te ven hacerlo y tienen dos nueces, te van a dar una. Es la cultura africana», argumenta.

Las últimas inundaciones han vuelto a poner a prueba ese carácter. «Sobrecoge mucho la resiliencia que tienen. No sé si nosotros seríamos capaces de vivir sólo con 100 veces más de lo que ellos tienen. Aunque lo hayan perdido todo, reconstruyen una y otra vez. Es increíble la fuerza y la esperanza que tienen», abunda Aguilera, que no obstante destaca el trabajo que realizan las ONGs. Las internacionales cooperan con las nacionales «y entre todas salvan muchas vidas todos los días», tal y como hace hincapié. También valora la labor que llevan a cabo los voluntarios –sobre todo jóvenes– que se desplazan en verano a numerosos países para realizar labores de cooperación. «Reciben más de lo que dan, pero creo que es bueno para todos. Sólo hay que tener respeto. A nosotros nos lo decían: ‘Somos huéspedes en casa de otras personas’. Y como tal hay que comportarse», reflexiona.

Gloria Aguilera, estas pasadas Navidades en Segovia.Gloria Aguilera, estas pasadas Navidades en Segovia. - Foto: Rosa Blanco

Los trabajadores de las ONGs tienen que seguir en Sudán del Sur unos estrictos protocolos de seguridad. La violencia está muy presente, aunque Aguilera asegura que «nunca hasta ahora he temido por mi vida». «Sí que he sentido miedo a lo desconocido. Ver armas da respeto y luego también muchas veces utilizamos traductores. No sabes lo que está diciendo la otra persona y el lenguaje corporal cambia en cada país. A lo mejor parece que se está enfadando y en realidad no es así», reflexiona esta cooperante segoviana, convencida de lo acertado del paso que dio cuando aceptó marcharse a Sudán del Sur.

Su contrato tiene vigencia hasta el mes de noviembre y piensa cumplirlo: «No estoy haciendo planes». Mientras, cuando se lo permite el trabajo, intenta disfrutar de unos paisajes que para ella eran desconocidos hasta ahora. «Son muy de contrastes. Ahora que ha llovido mucho todo está muy verde, pero el clima es extremo. O completamente seco o hay inundaciones. Se echan de menos el otoño y la primavera», concluye.