"Este pabellón es un salto de calidad"

Nacho Sáez
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El ansiado nuevo polideportivo afianza las aspiraciones del Viveros Herol Nava de ascender a Asobal.

Huele a nuevo. El polideportivo que acaba de estrenar de manera oficial Nava de la Asunción no puede ocultar que está recién construido. Relucen los asientos en las gradas, brillan los escudos del municipio que se han colocado en ambos laterales y también faltan remates en vestuarios o almacenes que impiden que se pueda hablar de instalación ejecutada al cien por cien. El primer equipo del Balonmano Nava ya lleva tres semanas utilizando la cancha para aclimatarse a su nueva casa, esa que está llamada a marcar otro punto de inflexión en su historia. 

La incorporación de jugadores ajenos al pueblo, la conquista de una masa social que representa más de un tercio del padrón del municipio o los sucesivos ascensos a Primera Estatal y a División de Honor Plata señalaron el crecimiento de un club que ya ha estado a las puertas de subir a la máxima categoría del balonmano español. Ahora afronta otro momento clave. El Balonmano Nava se ha liberado del principal obstáculo que se interponía en su asalto a la Asobal por encima casi de aspectos deportivos.

El viejo frontón, además de sumir en la incertidumbre a los responsables de la entidad cada invierno por sus problemas de condensación (más de un partido se ha tenido que cambiar de escenario a última hora por esta razón), no cumplía ni de lejos los requisitos que exige la Liga Asobal. Ya la última fase de ascenso se tuvo que trasladar a Segovia capital y un horizonte sin nuevo pabellón habría complicado notablemente cualquier aspiración.

Resuelto ese problema, la familia navera afronta ahora el reto de adaptarse a su nuevo hogar. No parece que le vaya a costar mucho a tenor de los servicios de que dispondrá y que ya ha comenzado a utilizar. Bajo las gradas ha habilitado una sala que sirve igual para las sesiones de vídeo del equipo previas a los partidos que como gimnasio. Allí se ejercitaba este pasado lunes el capitán, Carlos Villagrán, para recuperarse de unas molestias. «Ahora estamos como queremos», bromeaba al tiempo que se le dibujaba en la cara una sonrisa de inmensa felicidad.

El buen humor y el trato exquisito que siempre se ha dispensado a cualquiera que se acerque nunca ha desaparecido en el Balonmano Nava. Ni en los peores momentos. «El viejo frontón provocaba lesiones», recuerda el presidente, Julián Mateo, que no obstante destaca que «hemos vivido bien en él y el cariño que le tenemos ahí está».

Trasladar la mágica atmósfera que se creaba en él, «que nos permitía salir ganando 1-0 al rival», según subraya el propio Mateo, se revela como un desafío, aunque el entrenador del conjunto navero, Daniel Gordo, cree que «eso no va a ser un problema». Presume de las nuevas instalaciones de que disfrutan y guía al periodista hacia una sala a escasos dos metros de la cancha que han habilitado para que el fisioterapeuta, Daniel García, pueda tratar cómodamente a los jugadores.

«Era algo necesario para el pueblo, para el club, y yo creo que estamos de enhorabuena. Hay que poner en valor el esfuerzo que se ha hecho desde las diferentes administraciones para que tengamos esta pedazo de instalación y ahora lo que tenemos que intentar es saldar, con victorias y con el ADN y el espíritu que le gusta a nuestro pueblo, el mayor número de encuentros posible», reflexiona Gordo, dolorido por unos problemas que ha sufrido en las costillas en los últimos días pero tranquilo profesionalmente gracias a la buena marcha del equipo. ¿Va a generar más presión contar con unas instalaciones que ahora sí va a permitirles centrarse sólo en lo deportivo? «No, la presión ya la tenemos nosotros de serie», asevera el técnico. «A todo el mundo le gustaría estar donde estamos nosotros. Por la estabilidad que hay en el club, lo bien que se trata a la gente, por lo bien que viajamos, ahora por las instalaciones que tenemos... Siempre digo que somos afortunados de dedicarnos a lo que más nos gusta, pero además lo hacemos en unas condiciones muy muy satisfactorias».

Mientras Gordo atiende a El Día de Segovia, sus jugadores se ejercitan sobre la cancha, a los pies de esa grada que se llenará de aficionados cada fin de semana. «Se nos va a quedar pequeña, ya lo aviso», apunta el presidente. La grada ocupa uno sólo de los laterales. El otro ha quedado reservado para la zona de vestuarios y almacenes, mientras que en los fondos tampoco se ha reservado espacio para los espectadores. El aforo del pabellón va a rondar el millar de personas –aproximadamente los socios que tiene el Balonmano Nava– gracias no obstante a dos pequeñas gradas supletorias que se han instalado bajo la tribuna principal, está sí integrada en la estructura.

«Ahora se va a favorecer el disfrute del espectáculo porque, al contrario de lo que ocurría en el frontón, se van a poder ver los banquillos, toda la cancha…», resalta el entrenador del equipo navero, que en medio de este ambiente de euforia aprovecha también para llamar a la cautela en torno a los sueños de un ascenso a Asobal: «Hay que ser conscientes de que la División de Plata es muy dura y que como nosotros hay siete u ocho equipos que optan a lo mismo. A nosotros el apellido Asobal no nos asusta porque nos le pone todo el mundo, pero hay que ir paso a paso. Todo lleva su tiempo».

Cualquier cumbre que tenga que hollar el Nava ya no parece tan inabordable desde este pabellón que tantas reuniones, enfados y disgustos ha costado conseguir. «Ya es hora de que tengamos una instalación al nivel que hay en todos los sitios hoy en día», zanja el presidente.