El almacén del engorde

Sergio Arribas
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En los años 90 fue toda una 'fábrica': 50.000 flores al año y decenas de árboles para repoblar los jardines de nuevos barrios. Hoy el ViveroMunicipal de La Alameda sobrevive como almacén y producción de planta en maceta.

El almacén del engorde - Foto: Rosa Blanco

Una gran puerta metálica protege el recinto de la mirada de los curiosos. El Vivero Municipal de La Alameda fue bautizado con el paraje donde se emplazó, en 1987, en una finca asociada a la casa de los dueños de la antigua Fábrica de Borra. La misma cacera, de unos cuatro metros de anchura, por donde se desviaba agua del río para mover la maquinaria de la vieja fábrica, atraviesa también esta finca, que fuera antigua huerta de la casona.

Cuando a finales de los ochenta el Ayuntamiento ocupó la parcela para construir el vivero lo primero fue consolidar este «cacerón» y los muros exteriores. Lo hicieron los alumnos de albañilería de la primera promoción de la Escuela Taller, que también construyeron uno de los invernaderos y una hilera de cajetones que serían utilizados como semilleros. Lo recuerda el jardinero Ángel Pecharromán, a quien el Ayuntamiento encargó poner en marcha el vivero y en el que trabajó durante más de dos décadas, hasta que cayó la demanda de plantas, flores y árboles de la instalación, y aceptó su ascenso como ‘encargado’ del servicio de Parques y Jardines, en concreto, de las empresas adjudicatarias contratadas por el municipio. Junto a Pecharromán, hoy visitan el vivero municipal el concejal Ángel Galindo y el ingeniero técnico y arborista municipal Vicente Esteban, en el puesto desde 1998.

Segovia tiene dos viveros municipales, el de la Alameda —centrado básicamente en el ‘engorde’ y aclimatación de plantas, cultivadas en maceta— y el que se emplaza junto a la Casa de la Moneda, destinado al crecimiento de arbolado; un terreno labrado en surcos donde se plantan castaños, fresnos, higueras o almendros hasta que alcanzan un tamaño suficiente para ser colocados en la ciudad. Sin embargo, la actividad de producción de ambos, cada uno en su especialidad, se ha reducido de forma significativa, especialmente en lo que se refiere al primero.

El almacén del engordeEl almacén del engorde - Foto: Rosa Blanco

Pecharromán recuerda que del vivero de la Alameda «se sacaba planta para toda Segovia», de floración de primavera y de verano, 25.000 unidades por cada temporada, para jardines como el de San Roque o para engalanar rotondas como la de la Plaza de la Artillería; centenares de bandejas de plantas en turba pasaban de los invernaderos a los umbráculos para que endurecieran y aclimataran. 

También salían plantas arbustivas crecidas en las primitivas cajoneras, muchos aligustres y ‘estaquillados’ —se cortaban trozos de plantas que enraizaban para que naciera una nueva—, además de pequeño arbolado, una producción de la que aún queda un espacio reservado al fondo del vivero.

En el ‘criadero’ de la Alameda «todo se cultiva en maceta, en bases con el sustrato apropiado, no tenemos nada en suelo», apunta el arborista municipal, que hace inventario de lo que engorda y almacena el vivero: desde arbustos de diferentes especies hasta planta de arbolado autóctona de pequeño tamaño; mientras que en los invernaderos crecen las plantas de temporada, aunque esta línea «ya la hemos reducido bastante».

El almacén del engordeEl almacén del engorde - Foto: Rosa Blanco

«No somos un vivero de producción comercial. Hemos cambiado la tendencia —señala Vicente Esteban—. Tenemos una demanda fija [necesidades de la ciudad], no podemos arriesgarnos a semillar una cantidad y que no salgan las plantas. Entonces, directamente las compramos». En la actualidad, los ‘tagetes’, con flores amarillas o naranjas, acaparan la producción, al ser resistentes y con garantías de crecimiento. Se compra la planta muy pequeña y se engorda en el vivero. La producción está hoy en unos 6.000 tagetes.

Gracias a plantas crecidas en macetas en el vivero de La Alameda se han repoblado de arbolado no pocas zonas de Segovia. Eran plantas de encinas o higueras que, al alcanzar un metro de altura, se llevaban a la Alamedilla del Conejo, a los taludes de la trasera de la antigua cárcel o al entorno del colegio Elena Fortún. No obstante, las plantaciones con ejemplares engordados en el vivero han ido decreciendo; nada que ver con la década de los 90, cuando la demanda de arbolado, flores y pequeños arbustos era mayúscula, para los jardines de nuevos barrios en meteórica expansión como Nueva Segovia

«Ahora es más mantenimiento, pero entonces nacieron muchos jardines nuevos, antes salían de aquí muchos árboles, todos los días venían y cargaban 20,30 ó 40 árboles. Ahora hay un stock limitado de las diferentes especies, en este vivero y en el de la Casa de la Moneda. Se hizo un gran esfuerzo en aquellos años y la ciudad ya no requiere tanto. Si de una especie se agota, pues se compra», afirma Pecharromán.

El jardinero Ángel Pecharromán.El jardinero Ángel Pecharromán. - Foto: D.S.

Del vivero de La Alameda salen aún hoy todas las plantas para atender las necesidades del ‘Día del Árbol’, plantas autóctonas de especies como robles o encinas, de pequeño tamaño y ‘manejables’ para su plantación en zonas periurbanas por la comunidad escolar.

«Mi jardín es toda Segovia» . A sus 61 años, Ángel Pecharromán recorre cada día, a pie, toda Segovia, desde la Alameda del Parral a l paraje de la Hontanilla, desde Nueva Segovia al Jardín de los Poetas. Es uno de los dos encargados del departamento de Parques y Jardines, de la Concejalía de Medio Ambiente, y se ocupa, entre otras tareas, de supervisar los trabajos de las empresas que trabajan para el Ayuntamiento, aunque también de las posibles obras de cantería. «Y si un vecino dice que un árbol roza una ventana, pues también lo miro yo», afirma Ángel detrás de la mascarilla que oculta un carismático bigote.

Natural de Olombrada, allí trabajo como agricultor y albañil hasta que vino a Segovia «con la buena suerte de encontrar el trabajo de mi vida». Estuvo un par de años como responsable del mantenimiento de los jardines del Alcázar hasta que en 1987 le encargaron poner en marcha el Vivero Municipal de La Alameda. Era un momento clave. «La enfermedad acabó con mucho arbolado, especialmente de olmos en Ezequiel González o La Fuencisla. Segovia se quedó pelada y, además, había mucha demanda, de jardines nuevos en nuevos barrios como Nueva Segovia», comenta Ángel que recuerda la frenética producción del vivero de La Alameda, de donde salían decenas de árboles y miles de plantas. «Yo no tengo jardín en mi casa, mi jardín es toda Segovia», comenta Ángel, que precisa cómo solo tiene tres plantas en su casa.

El almacén del engordeEl almacén del engorde - Foto: Rosa Blanco

10.000 árboles en la ciudad. El servicio de Parques y Jardines de la Concejalía de Medio Ambiente vigila, controla y mantiene, entre zonas urbanas y periurbanas, en torno a 100 hectáreas —un millón de metros cuadrados—, sin contar las zonas de los barrios incorporados. Pero, ¿cuántos árboles existen en la ciudad? Entre masas y arbolado viario se calcula una cifra superior a los 10.000 árboles dentro de la ciudad. Una cifra nada despreciable. El castaño de Indias (1.200 ejemplares), el plátano de sombra (1.000) y el almez (600) son las tres especies más comunes y numerosas en la ciudad. Las tres acaparan el 30% del volumen total de ejemplares. Proliferan también los arces o falsos plátanos, las acacias, los arces negundos, los pinos piñoneros, los tilos, los chopos  y los aligustres. El propósito es potencias especies como los tilos y los fresnos, e «ir a poco introduciendo olmos resistentes», precisa el arborista municipal, Vicente Esteban. 

En cuanto a repoblaciones, la Concejalía de Medio Ambiente, que dirige Ángel Galindo, plantó más de 500 árboles en una parcela municipal del polígono de Hontoria, en colaboración con ‘Segovia por el Clima’ y Greenfriends. Según el concejal de Medio Ambiente, «de cara a 2021 hemos incluido otra partida, de 17.000 euros para repoblaciones, manteniendo el compromiso de dar nuevos pasos en la lucha contra el cambio climático, el fomento de la biodiversidad de la ciudad y la mejora del paisaje urbano de Segovia».

Las riadas y los vientos, principales amenazas para el arbolado. «Raro es el año que no tenemos una crecida del Eresma», reflexiona el arborista municipal, Vicente Esteban, que precisa cómo el Ayuntamiento lleva varios años reservando fondos para atender las consecuencias de las crecidas en el tramo urbano del río, de la Pasarela de la Luz al Puente de San Lázaro. El Ayuntamiento debe velar por la seguridad en los márgenes de este tramo, según lo acordado con la CHD. «Tenemos árboles que vuelcan en los márgenes del río (…) tenemos arrastres, acumulo de material vegetal e inertes, que disminuyen la sección del cauce y, en consecuencia aumentan el nivel del río y dañan los paseos de los márgenes», explica el ingeniero municipal.

El almacén del engordeEl almacén del engorde - Foto: Rosa Blanco

Parques y Jardines ya ha elaborado un presupuesto para la retirada de los árboles caídos en los márgenes del río como consecuencia de la última riada. «Son como unos 40», todos en la ribera del río, ninguno afectado en la zona del paseo de Alameda, explica el arborista municipal, que habla de otras amenazas que sobrevuelan al arbolado de la ciudad. 

Las nevadas, si son especialmente copiosas, como la que descargó en enero de 2018, afectan especialmente a pinos, cedros y abetos. «Las fuertes nevadas, que llegan cada cierto número de años, hacen sufrir especialmente a las coníferas», apunta Esteban, que observa, por otra parte, cómo cada vez son más frecuentes los episodios de rachas fuertes de viento. «Cuando mandan una alerta, enseguida cerramos los accesos a los parques y jardines por precaución (…) No obstante, un árbol grande no tiene porqué ser peligroso. Los árboles están preparados para soportar fuertes rachas de viento. Si está vigoroso y no tiene ningún indicio de debilidad mecánica es seguro, aunque el riesgo cero no existe», apunta Esteban.

Al margen de las riadas, como consecuencia de borrascas, de temporales de lluvia y viento, «no hemos tenido demasiados daños, quizá algunas ramas de coníferas», afirma el arborista, que defiende un «arbolado de calidad, pero no tanto en cantidad». «Si un árbol en alineación se rompe o cae a veces puede ser un error reponerlo. Si los dos que están a su lado son potentes y fuertes ocuparán su lugar. Si ponemos uno nuevo le pueden dejar enanizado».

El almacén del engordeEl almacén del engorde - Foto: Rosa Blanco