La carrera de fondo más cruda

David Aso
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Los mensajes de aliento predominaban en las reflexiones de diez conocidos segovianos al inicio del confinamiento, pero hoy también hay frustración en la mayoría, decepción por la pérdida de solidaridad colectiva y enfado con la clase política

Pedro Delgado, exciclista profesional: «Hoy tal vez todos somos más conscientes de lo que está pasando. Puede pasar otro año hasta vernos algo mejor».

De la ilusión por que todo fuera una pesadilla intensa pero relativamente breve a la agónica frustración de no ver claro cuándo acabará. De los aplausos de balcón a los malos modos a pie de consulta. De los gestos solidarios y las miradas cómplices entre desconocidos a un instinto de supervivencia que por momentos se hace tóxico, a medio camino entre la sospecha permanente sobre el otro y un individualismo enfermizo como un virus. Son sensaciones que golpean la cabeza de muchos; casi de cualquiera.

El campeón ciclista Pedro Delgado, el actor Luis Callejo, el líder del grupo heavy Lujuria, Óscar Sancho, el vicerrector de la UVa, Agustín García Matilla, el mago Héctor Sansegundo, el mesonero Cándido, el presidente de Segoentiende, Marcos Tarilonte, la presidenta de AECC Segovia, Ana Sanjosé, la directora de Titirimundi, Marián Palma, la joven poeta Elvira Sastre… Con ellos habló El Día al inicio del confinamiento y entonces no les costó demasiado agarrarse a mensajes en positivo, pero la experiencia de estos meses pesa. De la carrera de fondo en casa (así se tituló el artículo de marzo) que supuso aquella primera etapa a sentirse todavía en medio de la travesía vital y mortal más cruda en un siglo.

“Debemos ser optimistas y hacer como en la mili, no pensar demasiado en la fatiga y mirar adelante”, decía Pedro Delgado en marzo, aunque ya tuviera sus dudas: “Ahora estamos con la energía llena, tienes cosas pendientes que hacer en casa y más o menos te vas entreteniendo, pero se nos puede hacer muy largo”, advertía. Hoy eso es más que evidente: “Pasó el primer mes, el segundo, el tercero… Al principio fue como una pesadilla, nos pilló de sopetón y nos sumimos en cierto caos. Es verdad que en verano cogimos aire, pero era fácil pensar que habría una segunda ola, una tercera, y yo creo que habrá una cuarta. Parecía que veíamos algo de luz después de la segunda y pronto llegó el siguiente túnel”.

Luis Callejo, actor: «Al principio tuve crisis de ansiedad. No nos vamos a poder perdonar no estar preparados para una próxima».Luis Callejo, actor: «Al principio tuve crisis de ansiedad. No nos vamos a poder perdonar no estar preparados para una próxima».

Perico piensa además que “aún nos queda un año muy largo y tortuoso hasta empezar a vernos mejor”. “En 2022 por estas fechas yo creo que no estaremos con normalidad total, pero sí con una situación bastante mejorada tanto a nivel de salud como de economía”.

Entretanto, “cada uno tiene que ser consciente del entorno en el que se mueve, evitando contactos que puedan sobrar, aunque tampoco es cuestión de estar completamente aislados”. “En mi caso tengo muchos amigos que han caído enfermos y ni siquiera son conscientes de dónde les ha venido”. Aunque él, personalmente, se siente “un afortunado en comparación con la inmensa mayoría”, y no sólo por haberse librado de pasar la covid-19 “de momento”, sino por “el hecho de salir de casa para hacer cosas de trabajo que te ayudan a llevar el día a día”.

Las coberturas informativas del Tour de Francia o la Vuelta a España le han dado aire aunque no fuera en plena libertad, “aburrido por ir de la carrera al hotel y del hotel a la carrera, cenando solo, viendo pocas caras y siempre las mismas”. Al menos ha ido alternando burbujas e incluso ha grabado en las últimas semanas un programa para RTVE, ‘Dos parejas y un destino’, que se emitió la noche del viernes: “He terminado hasta el gorro de que te metan un palito por la nariz todos los días, pero no queda otra que prevenir”.

Óscar Sancho, líder del grupo heavy Lujuria: «Esto nos ha hecho más egoístas, empezando por la peor clase política que hemos tenido desde la Dictadura».Óscar Sancho, líder del grupo heavy Lujuria: «Esto nos ha hecho más egoístas, empezando por la peor clase política que hemos tenido desde la Dictadura».

A Luis Callejo, agobiado por las cancelaciones de rodajes que le llegaban, sí que le le costaba ya en marzo sostener un mensaje de ánimo: “Tenemos que aguantar por nuestros mayores y los que están más enfermos, ahora no hay nada más importante”, subrayaba. Hoy aún insiste en que “la moral es importante y también estar unidos” pero, por otro lado, “si te pones a pensar, realmente es un horror”; y “ahora, con más información, ya sabemos que esto le puede afectar a cualquiera”.

“Cuando hablamos en marzo aún no era consciente de lo que me estaba pasando, pero hoy puedo decir que tuve crisis de ansiedad”, relata. “Por las noches me subía a la azotea del edificio donde vivo, andaba adelante y atrás como un preso para intentar liberar tensión. No daba crédito, estuve varias semanas con taquicardias, tenía pesadillas pensando en la supervivencia y la subsistencia económica”.

Tras la primera ola, llegando a la segunda, hacia el final del verano, empezó a ver luz porque pudo trabajar en un rodaje, y después en otro en diciembre. “A la industria audiovisual le están salvando algo las plataformas de televisión, si esto nos coge en los 90 no sé qué habríamos hecho”.

Ana Sanjosé, presidenta de AECC Segovia: «Da pena ver lo insolidaria que es mucha gente.Los sanitarios éramos héroes y ahora, como si fuéramos lo peor»Ana Sanjosé, presidenta de AECC Segovia: «Da pena ver lo insolidaria que es mucha gente.Los sanitarios éramos héroes y ahora, como si fuéramos lo peor»

Callejo también advertía en marzo que las condiciones de confinamiento eran “demasiado duras para los más pequeños”, y a la vista está que, tras aquella experiencia, las autoridades han matizado que si hubiera otro, no sería tan estricto como entonces. “De todas formas, al final creo que está siendo peor para los adolescentes que para los niños, gente que está en la flor de la vida y a la que se está culpando de manera excesiva. No les justifico, pero me parece que se están cebando con ellos, se les culpa en exceso”.

Por otro lado, contando con que “la gran diferencia respecto a hace once meses está en la información que ahora tenemos”, considera que “lo que no nos vamos a poder perdonar es no estar preparados para lo peor en una próxima”. “Hay que invertir el dinero que haga falta, aunque haya quienes piensen que puede ser un derroche tener material e instalaciones sin uso cuando todo pase".

“Hace poco estuvimos viendo con los niños la vieja serie de ‘Érase una vez la vida (el cuerpo humano)’, y ya en el segundo capítulo habla de que los enemigos del ser humano, en la Prehistoria, eran grandes animales de todo tipo, y sin embargo ahora son muy pequeños, las bacterias y los virus, por lo que había que estar preparado para ello”, cita como ejemplo. “También me he estado leyendo ‘La peste’ de Albert Camus (libro publicado en 1947) y hay una frase que me parece alucinante: ‘Ha habido en el mundo tantas pestes como guerras y, sin embargo, pestes y guerras cogen a las gentes siempre desprevenidas’”, sentencia.

Héctor Sansegundo, mago: «El ser humano se adapta a vivir en condiciones malas rápido, nos hemos acostumbrado y la solidaridad parece que ha pasado a un segundo plano».Héctor Sansegundo, mago: «El ser humano se adapta a vivir en condiciones malas rápido, nos hemos acostumbrado y la solidaridad parece que ha pasado a un segundo plano».

¿Y LA SOLIDARIDAD? Óscar Sancho, voz y alma del grupo heavy Lujuria, valoraba en marzo el ambiente solidario que ayudaba a sobrellevar el caos inicial. «Hay gente con la que te cruzabas antes en la escalera y casi ni te saludabas, pero ahora es diferente. Hablas, te preguntan si necesitas algo… Esto me ha ayudado a descubrir amigos», decía entonces. Hoy su discurso ha cambiado: “Qué inocente fui confiando en el ser humano. Yo, como mucha gente, pensaba que esto nos haría mejores, pero no es verdad”, piensa. “Esto nos ha polarizado de tal manera que nos ha hecho mucho más egoístas, empezando por la peor generación de políticos que ha tenido este país desde la Dictadura”. Alude sobre todo a “esas peleas que tenían cada 15 días por las prórrogas del Estado de Alarma, dando argumentos falsos que han acrecentado posturas falsas y provocando esa polarización de la sociedad de forma lamentable”.

“Ni siquiera una desgracia mundial es capaz de hacernos solidarios, ser razonables y hacernos entender que el único camino es el diálogo, que se puede pensar distinto pero trabajar en la misma dirección, y aquí solo hay una: salvaguardar la salud”, continúa, aunque “a lo mejor toque sacrificar la Semana Santa, un puente largo”. Eso sí, “procurando un reparto justo de ayudas”.

“No se puede pretender que esto se normalice mientras exista la pandemia, pero sí que haya más transparencia en los fondos que llegan al país y mucha más igualdad en el reparto”, señala, dado que teme “que al final sólo se beneficie el empresario mientras el obrero se queda sólo con el ERTE, sabiendo además que muchos terminarán en ERE”, despidos.

Marcos Tarilonte, presidente de Segoentiende: «Este bicho nos ha dejado más solos que nunca, somos más individualistas hasta para trabajar en equipo».Marcos Tarilonte, presidente de Segoentiende: «Este bicho nos ha dejado más solos que nunca, somos más individualistas hasta para trabajar en equipo».

Y “para que esto se normalice, la única salida clara parece la vacuna”, subraya Sancho, sin ahorrar críticas también hacia quienes la cuestionan. “En pleno siglo XXI, hemos dejado de discutir si la tierra es plana y parecemos idiotas discutiendo si la vacuna salva vidas o no, cuando está claro que sí. Animo a todos a que se vacune en cuanto puedan. Cuando les llamen, por supuesto, que lo mismo quienes niegan la eficacia de la vacuna son luego los que se cuelan”, apostilla. Se queda muy corto este artículo para la tormenta de reflexiones de Sancho, que por algo publicó su primer libro en octubre (‘Ni política, ni religión, ni fútbol’).

Ana Sanjosé, odontóloga en un centro de salud además de presidenta de AECC Segovia, comparte sin saberlo buena parte del discurso de Sancho. Ella es persona de riesgo y aun así, después de tres meses teletrabajando, se empeñó en volver al puesto presencial: “No podía más, necesitaba el contacto con la gente, ayudar a los compañeros…”. Sin embargo, no le gusta nada lo que ve más allá de la propia pandemia: “Nos hemos acostumbrado a la soledad y lo que más pena me produce es ver lo insolidaria que es mucha gente. Qué pronto se olvidan los aplausos, los sanitarios éramos héroes y ahora parece que somos lo peor: que no vemos pacientes, que no queremos trabajar…”.

“Esta pandemia nos debería haber enseñado algo y creo que no hemos aprendido nada porque si no, no estaríamos en esta tercera ola. Parece que somos incapaces de aprender y eso se refleja en el bajo nivel de los políticos que tenemos”, concluye.

Cándido López, en la terraza del mesón: «A ver si en unos meses empezamos a salir del agujero, la gente tiene muchas ganas de salir y recuperar lo cotidiano».Cándido López, en la terraza del mesón: «A ver si en unos meses empezamos a salir del agujero, la gente tiene muchas ganas de salir y recuperar lo cotidiano».

“Al principio la gente era súper amable, pero ya no”, coincide en percibir el mago Héctor Sansegundo. “Parece mentira, pero el ser humano se acostumbra rápido a vivir en malas condiciones; y al acostumbrarnos, la solidaridad ha pasado a un segundo plano”, argumenta. Tampoco salva a la clase política, aunque decline apuntar a nadie: “Como país seguimos por detrás de muchos en la manera de afrontar la pandemia. Las cosas se han hecho bastante mal, se han dicho muchas verdades a medias, está habiendo poca claridad, un uso del dinero que no parece muy lógico…”. También piensa que el apoyo a la cultura “ha flaqueado”, aunque, por otro lado, en lo personal, después de pasar la covid en la primera ola “sin muchos síntomas”, valora que ha sabido adaptarse. Apostó por las redes sociales y ha ganado casi 250.000 seguidores, amortiguando así la drástica pérdida de espectáculos en vivo. En 2020 ha tenido “más o menos la mitad de trabajo que en 2019, que no es poco teniendo en cuenta lo que hay”, y aprecia que al menos de esta forma ha tirado adelante a la vez que podía dedicar más tiempo a su familia.

Prácticamente a la vez que Héctor Sansegundo pasó la covid Marcos Tarilonte, trabajador sanitario aparte de presidente de Segoentiende, pero con mucha peor suerte aunque viva para contarlo. “El coronavirus puede producir unas fibrosis difíciles de superar y tengo un pulmón de fumador sin haber fumado en la vida”, lamenta. “Ahora por lo menos ya no tengo dolor al respirar, así que algo vamos evolucionando, pero corro y me ahogo, antes subía las cuestas de Segovia enseguida y ahora me cuesta mucho más”.

Tarilonte también teme por las secuelas para la sociedad: «Este bicho nos ha dejado más solos que nunca, somos más individualistas hasta para trabajar en la colectividad». Y le preocupan las consecuencias que está teniendo para la sanidad: «Hemos perdido mucha calidad asistencial, y lo digo como sanitario. Ahora ya es que el médico ni te ve, todo por teléfono y lo que quiera interpretar. Es una pena, pero este bicho nos ha llevado a esto». Y pese a todo, confiando en «volver a algo parecido a lo de antes», aunque sea más tarde que pronto.

Marián Palma, directora de Titirimundi, en una visita reciente a las Hoces del Duratón: «Estamos fatal, la gente ya no sabe si va o viene, pero debemos mantener la esperanza. El final se ve lejos, pero llegará».Marián Palma, directora de Titirimundi, en una visita reciente a las Hoces del Duratón: «Estamos fatal, la gente ya no sabe si va o viene, pero debemos mantener la esperanza. El final se ve lejos, pero llegará».

“Esto se está alargando más de lo que pensábamos, lo que creíamos que sería para unos meses ya va para el año y lo que nos queda, con lo que ya ha golpeado la salud y la economía”, señala el mesonero Cándido López. “En mi sector concretamente, uno de los más damnificados, aún no vemos esa luz al final del túnel”.

La terraza de Cándido reabrió la semana pasada. “Es importante intentar recuperar al menos un poco de actividad y que los trabajadores puedan volver. Esperemos que dentro de unos meses estemos algo más recuperados y que poco a poco podamos ir saliendo de este agujero para poder disfrutar de lo que más echamos todos de menos, la vida normal, las cosas sencillas, lo cotidiano”, añade.

“Qué ilusos fuimos al principio, cuando se creía que esto podía ser un confinamiento de 15 días”, destaca la directora de Titirimundi, Marián Palma. “Estamos fatal, la verdad. Cada uno se mete a trabajar en lo suyo, el que puede, y ahí está, pero te pones a hablar de cómo estas y notas que la gente ya no sabe si va o si viene”. Bien que le gustaría a ella marchar lejos de vez en cuando, como hacía antes para ver y contactar con compañías de teatro. “Intento moverme lo que se puede, pero ahora todo son pantallas. Lo siento sobre todo por los jóvenes, que antes se enganchaban por ocio y ahora lo son todo: clases, amigos, familia… se están perdiendo muchas cosas”, lamenta Palma, con dos hijas de 13 y 19 años.

Agustín García Matilla, vicerrector del campus de la UVa en Segovia: «Como sociedad deberíamos sacar conclusiones para adelantarnos a nuevas tragedias y ser conscientes de que no hay ‘casualidades’».Agustín García Matilla, vicerrector del campus de la UVa en Segovia: «Como sociedad deberíamos sacar conclusiones para adelantarnos a nuevas tragedias y ser conscientes de que no hay ‘casualidades’».

“Pero yo siempre estoy con la esperanza de que llegue el momento de que acabe esto y cuando veo que no llega, me digo de nuevo ‘no pasa nada, que al final llegará’. Esa lucecita sabemos que está ahí y que no es una luciérnaga, aunque sea pequeña. Se ve lejos y no sabemos cuándo llegará, madre mía, pero lo hará”, confía Palma.

“Esta es la tragedia más grande que hemos experimentado las generaciones que no sufrimos directamente la guerra civil, ni las guerras mundiales”, destaca el vicerrector de la UVa, Agustín García Matilla. “El final del siglo XX y el comienzo del XXI nos hizo testigos de acontecimientos funestos como las guerras de los Balcanes, la Guerra de Irak, las múltiples guerras en el continente africano, catástrofes nucleares en Rusia y Japón, los atentados en las torres gemelas, pero nada equivalente a una gran tragedia como la provocada por el covid-19 y que se haya cobrado tantas vidas”.

“Personalmente he vivido esta tragedia siendo muy consciente de su dimensión, con pérdida de amigos, personas queridas y admiradas, no poder reunirme con mis hijos y seres queridos durante meses…”. Al menos le queda el consuelo de “haber conseguido generar entornos seguros” en el campus “con el trabajo de todos”. “Se ha conseguido que no haya habido contagios ni en las aulas ni en el recinto del campus y tenemos que ver con moderado optimismo que el comienzo de las vacunaciones pueda significar el empezar a ver la luz al final del túnel”.

Elvira Sastre, poeta, en un selfi en casa: «No sé qué hemos aprendido, pero sé qué aprenderemos, a fuerza de repetirlo: el valor del verbo cuidar. Cuidarse para cuidarnos». Elvira Sastre, poeta, en un selfi en casa: «No sé qué hemos aprendido, pero sé qué aprenderemos, a fuerza de repetirlo: el valor del verbo cuidar. Cuidarse para cuidarnos».

Por otro lado, “como sociedad deberíamos sacar conclusiones para adelantarnos a nuevas tragedias y ser conscientes de que no hay ‘casualidades’. Seamos conscientes de que esta pandemia, y sus consecuencias, está muy seriamente relacionada con el maltrato que estamos dando al planeta y con un modelo económico y social que no está abordando con energía las múltiples desigualdades que existen en este mundo compartido”, piensa García Matilla.

Elvira Sastre, por su parte, participó en el artículo de marzo con un pequeño texto que llamaba a quedarse en casa, ocuparse de las pequeñas cosas para las que nunca había tiempo y preocuparse de los más cercanos, quererlos y quererse. Y en esta ocasión lo hace con otro texto que revela como sus prioridades no las cambia una pandemia: “El tiempo es lento. Cuando no queremos que pase –o queremos que lo haga rápido– se vuelve pegajoso, como un chicle, y se nos pega en la suela del zapato, impidiendo que caminemos más rápido. Algo así ha sido este año: un sonido lento e idéntico, repetitivo. Como la gota que cae sobre la frente del torturado. Pero también hay belleza en el encierro”, comienza. “Últimamente trato de ver esta época en la que vivimos como una protección. No sé qué hemos aprendido, pero sé qué aprenderemos, a fuerza de repetirlo: el valor del verbo cuidar. Cuidarse para cuidarnos. Cuidarnos para cuidarse. En ese baile de palabras está el secreto de este tiempo que ya nunca pasará igual”.