Muchos platos rotos y algunos nuevos

Sergio Arribas
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Lali, Mesón Mayor, el Bar de Deif, La Trébede… No cesa el goteo de cierre de bares y restaurante en Segovia, que asiste también al fenómeno insólito de nuevas aperturas. Hotuse teme una cascada de cierres tras el verano.

Roberto a las puertas de ‘La Trébede’. Entregó las llaves el 20 de diciembre. - Foto: Rosa Blanco

«Son muchas pegas y al final tomas la decisión, no puedes seguir perdiendo dinero». Lo dice Roberto González, que hace dos meses entregó las llaves del local donde emplazó el bar-restaurante ‘La Trébede’, en la Plaza de Doctor Laguna, y que suponía una extensión del que abrió en el polígono de Valverde, hace 15 años, con el mismo nombre, y al que ahora focalizará todos sus esfuerzos. El hostelero ha dado carpetazo a su proyecto en Segovia después de 4 años, asfixiado por las restricciones para frenar la pandemia.

El suyo es otro de los que integran la lista de ‘platos rotos’ en Segovia, de bares y restaurantes que funcionaban con solvencia en Segovia y que se han visto abocados a bajar la persiana en el último año. No cesa el goteo de cierres, como lo acredita Jesús Castellanos, presidente de Hotuse, la agrupación de industriales hosteleros, que, al igual que colectivos profesionales del sector en España, protesta cada martes para reclamar ayudas que frenen su ruina. «Cada martes que nos juntamos nos enteramos de dos o tres más que han cerrado en Segovia», afirma Castellanos, que calcula que en Segovia unos 35 negocios ya habrían bajado la persiana.

«Cuando nos dejen abrir [el interior de los establecimientos] habrá quienes vuelvan a subir la persiana, pero el problema es acabar el año. La deuda acumulada obligará a muchos a cerrar, si no es ahora, después del verano», razona el presidente de Hotuse. En este mismo argumento, aventura una cascada de cierres de bares y restaurante en Segovia después del verano. «Muchos trataran de juntar unos euros para mejorar su economía personal para después del verano plegar y dar carpetazo. De aquí a final de año el 35% del sector se va a negro», añade el presidente de Hotuse, que califica de «dramática» la situación de los 42 hoteles de Segovia, la mayoría cerrados con su personal en ERTE. «Si el verano no es bueno, si no vuelve al menos la demanda del turismo nacional, el 50% de los hoteles ya no estarán abiertos a final de año».

Fachada del bar El Yantar, en Escultor Marinas. Fachada del bar El Yantar, en Escultor Marinas. - Foto: Rosa Blanco

Antes de la pandemia, el sector ya había sufrido un progresivo ajuste. Según el último Anuario de la Confederación Empresarial de Hostelería de España, la merma de bares, cafeterías y restaurantes en Segovia se cifra en un descenso del 12,6% en casi una década, pasando de los 1.248 establecimientos en 2010 a los 1.091 del año 2018.

Con la actual prohibición de consumo en el interior de los establecimientos, muchos han optado por cerrar. Hay 2.500 trabajadores de hostelería en ERTE y solo el 20% de los establecimientos tienen terraza en la capital, la única opción de trabajo, junto al servicio de comida a domicilio. La mayoría ha optado, al menos de momento, por bajar la persiana. Aún se desconoce el impacto de la pandemia en cifras exactas de cierre, aunque en Segovia ya hay casos de establecimientos, algunos de larga trayectoria, que han cerrado en pandemia. 

Han entregado las llaves y bajado la persiana Restaurante y Gatrobar Lali, tras cinco años en funcionamiento; el Bar de Deif —que tenía amplia terraza en la avenida del Acueducto—, La Trébede, junto al jardín de los Huertos, el popular Mesón Mayor, en plena Plaza Mayor y Bar-Restaurante Castellano (antiguo Bar Brasil), en la calle de San Francisco. En la lista de ‘platos rotos’ de la pandemia, estarían también otros ‘míticos’ como hamburguesia San Luis, el Bar Maype y Los Claveles. Otros también han colgado el cartel de ‘se alquila’, como El Cafetín; y algunos se han transformado, como C’oma Restobar —antigua Taberna Girasol, junto a la Plaza Mayor— donde hoy opera Jamonería ‘La Chiquilla’; mientras alguno también ha cerrado en pandemia coincidiendo con la jubilación de su propietario, caso de Bar Socorro. Otros están en estado ‘latente’, con la persiana bajada, a la espera de que les permitan abrir el interior a los clientes.

Francisco en el interior de Cárdaba, que cogió el traspaso en diciembre y espera abrir pronto. Francisco en el interior de Cárdaba, que cogió el traspaso en diciembre y espera abrir pronto. - Foto: Rosa Blanco

Pero también existe la otra cara de la moneda, un fenómeno insólito en mitad de la crisis generalizada de cierres y desplomes de facturación. «Es una paradoja, pero sí, en Segovia se abren negocios en plena pandemia, aunque no son muchos», afirma el presidente de Hotuse. En la lista de bares y restaurantes abiertos en plena pandemia están L’tosti, frente a la Academia de Artillería; ‘La Bien Tirada de Segovia’  en la plaza de la Artillería; La Tasquina (en la calle Valdeláguila), El Túnel de Goriche y  Taberna Mayo, en Ezequiel González. «Es un acto de valentía, no diré de locura, aunque creo que también es por pura necesidad. En Segovia nuestra industria es la hosteleria y el turismo y ante la falta de expectativas, la salida laboral es abrir un bar. Como presidente de los hosteleros les traslado mi felicitación, apoyo y ánimo», dice Castellanos.

Roberto González Martín. La Trébede. «Es tal el cúmulo de pegas que al final es insostenible». Hace dos meses, el 20 de diciembre, Roberto González, hostelero de 51 años, bajo la persiana de ‘La Trébede’ en la Plaza del Doctor Laguna, el bar-restaurante que abrió en la capital, hace 4 años y que bautizó con el mismo nombre de su ‘buque insignia’, su popular establecimiento en el polígono de Valverde del Majano.

Roberto había regentado San Pedro Abanto durante 12 años, antes de montar ‘La Trébede’ en Valverde —hoy hace 15 años—, que quiso extender en la capital en un local junto al jardín de Los Huertos, el que ahora ha tenido que cerrar por «un cúmulo de pegas». «Al final son varios motivos los que hacen el negocio insostenible. En mi caso me ha penalizado no tener terraza, que no sea local propio, aunque el casero se ha portado muy bien, y, en general, todas las limitaciones y pegas que nos han puesto, que si se cierra, que luego se abre….». 

Víctor Blázquez, en ‘La Bien Tirada de Segovia’, abierta hace apenas una semana. Víctor Blázquez, en ‘La Bien Tirada de Segovia’, abierta hace apenas una semana. - Foto: Rosa Blanco

Roberto admite que antes de la pandemia el proyecto «tenía viabilidad» y con esta certeza ha tratado de sostenerlo durante meses, sabiendo además, según dice, que hasta mayo no podrían venir los visitantes de Madrid, la principal fuente para la hostelería segoviana. «Al final tienes que tomar una decisión porque no puedes seguir perdiendo dinero», afirma el empresario, que tiene su «consuelo» en el negocio que sigue abierto en Valverde. No obstante, asiste con preocupación a la nula actividad de otra de sus líneas de negocio, el catering. «Era un 30% de nuestra actividad anual y ahora estamos a cero. Estábamos muy bien posicionados, con un nave y vehículos de reparto y estamos a cero», lamenta.

Roberto ve «muy difícil» que pueda emprender en el futuro otro nuevo proyecto empresarial. «Nos han quitado, y me refiero a los políticos, la ilusión y las ganas de cualquier iniciativa de crecer o ampliar. Ahora el objetivo es sujetar las empresas que tenemos y sus puestos de trabajo. Necesitamos ayudas pero si no pueden, que lo digan. La gestión ha sido pésima, no han tenido un gramo de empatía. Toda mi vida he sido un currante, me he jugado mi patrimonio y solo he visto obstáculos y pegas. Los políticos viven en su pedestal de oro, en otro mundo».

Pilar García Quintana. Bar El Yantar. «A los bares pequeños nos han matado». Desde hace 29 años, Pilar García está al frente de Cervecería El Yantar, en la calle Escultor Marinas, un bar de reducido tamaño y sin terraza al que las restricciones por la pandemia han puesto contra las cuerdas. «Ahora el negocio no me da para sobrevivir, solo para poder sujetarlo, gracias a que me está ayudando mi familia», admite Pilar, que acude todas las mañanas para servir, a través de una  ventana a la calle, cafés y ‘pulgas’ para llevar. 

«Abro un rato por la mañana para dar servicio a las oficinas [de la avenida del Acueducto], cafés y pinchos para llevar», explica Pilar, que ahora ha tenido que renunciar a servir comida a domicilio, como sus famosas tortillas y paellas, al quedarse ella sola al frente del establecimiento —tiene una empleada en ERTE—. 

«A bares pequeños como el mío nos ha matado el cierre de interiores, cuando creo que en las terrazas hay más posibilidades de contagio, al permitirse juntar más grupos de personas», afirma. La ‘caja’ que ahora hace vendiendo cafés no le llega para cubrir gastos como el alquiler del local y la luz. «Llevo aquí casi 30 años y tirar la toalla sería lo último, intentará aguantar, aunque soy consciente de que mi bar es pequeño y cuando nos permitan abrir no sé que pasará» dice. La hostelera hace referencia a que el aforo interior de El Yantar es de 7 personas —4 en una mesa, 2 en otra y una apoyada en el centro de la barra— «y no sé si así podré hacer algo. Es una incertidumbre, no se si tendré que cerrar o continuaré. Ojalá con el buen tiempo me permitan colocar alguna mesa alta y servir desde la ventana».

Francisco José de Andrés. Bar Cárdaba. «Las locuras siempre se hacen con optimismo». La prórroga del cierre de interiores en la hostelería ha supuesto un nuevo revés para Francisco José de Andrés, que cogió el traspaso de Bar Cárdaba, en el barrio de San Lorenzo, hace dos meses, el mismo tiempo que lleva esperando la licencia municipal de terrazas para poder abrir el establecimiento. Iba a abrir el 7 de enero, aunque decidió no hacerlo ante la orden del cierre del interior de la hostelería para frenar la pandemia que iba a entrar en vigor tres días después.

Francisco estaba al frente del comedor del Hogar de Cuéllar cuando la Junta de Castilla y León, en noviembre, optó por no renovar el contrato del restaurante y sustituirlo por un servicio de catering. Fue entonces cuando empezó a buscar bares o restaurantes en traspaso hasta que encontró Cárdaba y decidió embarcarse en la aventura de resucitar un negocio de hostelería en plena pandemia. «Sí, es una locura, me lo dicen, pero me atrevo porque la vida sigue, la economía tiene que levantar, los españoles somos muy de bares y no pueden acabar con nuestra ilusión», afirma Francisco, que prefiere ver el vaso «medio lleno».

«Las locuras se hacen con optimismo ¡Hay que serlo!», enfatiza, aunque, al mismo tiempo, lamenta la nueva espera de quince días para abrir el interior de su bar y que el Ayuntamiento aún no se haya pronunciado sobre la licencia de terrazas, mientras los gastos corren, con el bar aún sin abrir, con las cámaras frigoríficas en marcha «y sin ninguna ayuda».
«Menos mal que el casero se ha portado muy bien con nosotros. El 90% de la hostelería en España está abierta menos en Castilla y León. No es salvar vidas, ni las navidades, ni la Semana Santa… es llevar la contraria a todo el mundo y se están cargando muchos puestos de trabajo», subraya Francisco.

Víctor Blázquez. La Bien Tirada de Segovia. «Me lancé a la aventura y nos va bien. Si lo piensas, no lo haces». Tan claro tenía el proyecto, que tres meses antes de abrir, ya encargó tres tubos de neón a una empresa de Valencia. A las puertas de ‘La Bien Tirada’, en la Plaza de la Artillería, brilla con luz propia la leyenda ‘Cero Dramas. Siempre Smile’ —sonrisa, en inglés—. La frase de bienvenida es toda una declaración de principios y del optimismo de su propietario, Víctor Blázquez, que abrió el establecimiento —donde se estableció ‘La Sureña’, al lado de Casares— hace solo una semana, aunque después de esperar un mes y medio a que le concedieran la licencia de terraza.

Satisfecho con la afluencia en su primer fin de semana de apertura — «mejor imposible, ni en mis mejores sueños»—, Víctor describe ‘La Bien Tirada de Segovia’ como un lugar «elegante pero informal», al estilo de otros negocios surgidos en Madrid, donde se puede tomar un cóctel, una cerveza o un buen vino, juntar el vermouth con la comida, tomarse una copa y rematar con la degustación de una tarta de queso. «Está enfocado al público que está aburrido de la cocina castellana, al público de Segovia. El turismo vendrá detrás», dice Víctor.

Antes de la pandemia regentaba ‘Destino’, un bar de copas en la calle de los bares, la terraza del Hostel Acueducto —ya cerrada— y Daddy Cool —antiguo Camarote—. En diciembre añadió la antigua discoteca Buddha y, tras ello, se lanzó a montar ‘La Bien Tirada’. «El sitio me parecía lo mejor que puede haber ahora en Segovia. Me lance a la aventura. No podía estar sentando en mi casa viendo como se me arruinaba algún negocio como Destino, que en los últimos doce meses solo ha abierto dos», afirma. Víctor reconoce que su osadía empresarial suscita comentarios. «Sí, si, me dicen que estoy loco. Pero —subraya— donde unos ven crisis otros vemos oportunidades».