Alejandro Valverde se hizo ayer con el oro más buscado y más deseado de su carrera al proclamarse campeón del mundo en la prueba en línea masculina que cerró los Mundiales de Ciclismo en ruta que se han disputado en Innsbruck (Austria). Con 38 años, el murciano consigue así el ansiado maillot arcoíris, que se le ha resistido en varias ocasiones, y recoge el cetro del eslovaco Peter Sagan, campeón los últimos tres años.
En una prueba de extraordinaria dureza, de 265 kilómetros y casi 4.500 metros de desnivel, el ‘Bala’ resistió al acoso del francés Romain Bardet, el canadiense Michael Woods, segundo y tercero respectivamente, y el holandés Tom Dumoulin para pasar primero la meta y celebrar, entre lágrimas, su victoria.
La carrera, como se esperaba, se jugó en la pared de Gramartboden, un muro de 2.800 metros al 11,5 por ciento de desnivel y rampas de hasta el 28, con la cima a unos 10 kilómetros de meta. A su inicio llegó el danés Michael Valgren con medio minuto sobre un grupo cabecero numeroso. Pero un ataque francés dejó un sexteto por delante con tres de los suyos, Bardet, Julian Alaphilippe y Thibaut Pinot, el italiano Gianni Moscon, Woods y Valverde, que cazó al ‘fugado’. Fueron cediendo primero Pinot y después Alaphilipe y Moscon para dejar un trío en cabeza al pasar por la cima del puerto. En la bajada se sumó Dumoulin, pero su esfuerzo le dejó sin fuerza en el esprint a cuatro en el que fue último.
En esos metros finales, toda la responsabilidad fue para el español, que fue siempre por delante, tapó su derecha pegándose a la valla, vigiló la izquierda y esperó su distancia para arrancar con muchísima fuerza a 300 metros y cruzar el primero la línea de llegada.