"Los chimpancés son unos seres maravillosos"

María Albilla (SPC)
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"Los chimpancés son unos seres maravillosos"

Veterinario de profesión y escritor de vocación, Gonzalo Giner (Madrid, 1965) ha cambiado la Historia por la selva como escenario de su último libro con el que viaja al Congo, el corazón de África. Allí nace La bruma verde, que, además, le ha valido el Premio Fernando Lara de novela 2020.

El secuestro de una cooperante internacional y la aventura de una nativa adolescente que sobrevive entre gorilas pone los mimbres para tejer una historia de acción llena de giros sorprendentes que no esconde una parte de denuncia. Europa vive de espaldas a un continente de gran riqueza -en todos los sentidos- al que se exprime y esquilma de manera impune.

¿Qué le ha llevado en esta ocasión al corazón de África?

Hay veces que buscas las historias y otras que te asaltan. Esta es de las que me asaltó, pero en tres tiempos. El primero fue hace unos años, cuando estuve en Tanzania y descubrí el fastuoso escenario que es África y que enamora. El segundo ha sido tras leer durante muchos años textos de primatólogas, que no se por qué, pero siempre me ha atraído el tema, y el tercer toque de atención llegó cuando conocí a una colega veterinaria, Rebeca Atencia, que es la mano derecha de Jane Goodall, y ya no lo pude evitar. Tuve muy claro que merecía la pena contar los peligros que acechan a África, aunque fuera desde la ficción.

Lo cierto es que se intuye a Jane Goodall desde la tercera página más o menos.

Es que Jane Goodall no solo es primatóloga, es una filósofa, tiene un planteamiento de la vida con el que casi coincido al 100 por 100. Creo que tenemos que conservar el planeta y, en concreto, esa zona del África tropical. Y conservarla significa dejarla así, tal y como está, no hay que hacer nada. No hay entrar ahí a deforestar, ni a robar sus especias, ni a manipular... no hay que hacer nada. Es el patrimonio que la tierra nos ha dejado y, además, funciona como el segundo pulmón del mundo.

Goodall trabaja con primates que quedan huérfanos, generalmente por las cazas de furtivos. Estos pequeños no se despegan de sus madres hasta los cinco años. ¿Nos parecemos más de lo que creemos a los chimpancés?

Totalmente. Para la bueno y para lo malo. Compartimos con ellos el 98 por ciento de nuestro ADN y, por tanto, somos primos hermanos. También tenemos las cosas malas. Los chimpancés son unos seres maravillosos, pero también son muy violentos, como muchos de los humanos.

Dice que tiene una cuenta pendiente con el continente, ¿cómo piensa saldarla? ¿Volverá?

Quiero viajar allí como veterinario para echar una mano y ayudarles a mejorar su situación y, en la medida que pueda, ayudarles con su economía. Pero también me he dado cuenta de que a través de un libro se pueden despertar conciencias y que demos un pequeño paso para mejorar las condiciones de vida de aquellas personas.

Al hablar de cooperación pocas veces se piensa en los veterinarios. ¿Cuál sería su área de asistencia?

Es poco conocido, pero también hay una oenegé que se llama Veterinarios Sin Fronteras. Para estos países la salud de sus animales es tremendamente importante porque suele ser su fuente de vida. 

Hay un concepto que ha calado más en otros países de Europa que en España y es el de one health, es decir, una única salud. Porque para que haya salud humana tiene que haber salud animal y medioambiental y se necesitan acuerdos para ello. Por ejemplo, en las zoonosis, que no es otra cosa que lo que nos está sucediendo ahora con el coronavirus, los veterinarios tenemos mucho que decir. 

De hecho, desde el principio ha habido quejas del sector porque no se les ha pedido opinión desde el Gobierno para la gestión de la crisis.

No quieren ni saber qué pensamos y te aseguro que de coronavirus sabemos mucho más los veterinarios que los médicos, pero se deben pensar que solo cuidamos a los gatos y los perros, cuando nosotros estamos muy acostumbrados a trabajar con este tipo de enfermedades. 

Una de las cosas que denuncio en la novela es esa especie de sensación de que al final no pasa nada porque estemos arrasando un 30 por ciento de la selva porque son solo árboles. No es eso. Es que las carreteras que se hacen para que entren los camiones en la selva están abriendo la posibilidad de que las especies salvajes se pongan en contacto con el hombre y le transmitan sus enfermedades. Hasta en eso somos tontos. Si dejáramos las cosas como están evitaríamos problemas.

Sí, pero algunos perderían demasiado dinero y si hay males pandémicos en este mundo son el egoísmos, la crueldad y el ansia de tener siempre más. ¿Cómo se lucha contra eso?

Yo creo en el hombre y en la humanidad y pienso que el hombre no es bueno por naturaleza. Tiene que tener regulación, control, y eso es lo que hace falta en estas situaciones. Habiendo normas, habrá gente que se aproveche, pero menos. Si dejas que todo el mundo haga lo que quiera, se convierte en un caos y eso es lo que está pasando en el Congo en las zonas a las que el Gobierno no llega, que son muchas.

Este país es 5,5 veces más grande que España y una gran parte es selva. A las zonas donde no llega el Gobierno llegan las mafias del coltán a coger mineral esclavizando niños, mercenarios de los países vecinos que son unos salvajes y roban y violan... Es un caos descomunal. Y encima aterrizan todo tipo de empresas que compran terrenos para arrasarlos y plantar soja o palmeras para obtener aceite de palma. Solo con regulación se puede poner coto a esto. 

Me decía antes que está en la mano de todos revertir esta situación, ¿cómo podemos ayudar?

Necesitamos ser consumidores informados y tener pequeños gestos como comprobar el origen de la madera cuando compremos un mueble y certificar que la empresa que lo fabrica cumple las normas.

¿Se nos queda un poco corto el punto de mira cuando hablamos de sostenibilidad?

Sí, es que va mucho más allá. A nosotros nos hizo mucho daño una noticia de la ONU, que tuvo que rectificar, que decía que la ganadería era la responsable de la contaminación en casi un 20 por ciento. No solo era mentira, sino que el dato real es que contamina entre el cinco y el seis por ciento, mientras que el transporte y la producción de energía llega al 76 por ciento. ¿Dónde está el problema? 

Volvamos a África. ¿Cree que le damos demasiado la espalda?

Es tan grande, tan variada y tan diferente entre el norte y el sur... Creo que África está siempre esperando su turno, su día para poder mejorar y que la gente viva mejor. El resto de los continentes han ido dando este paso en los últimos siglos, pero África es como que nos da igual a todos, salvo a los espabilados que se están aprovechando de ella, como los belgas. 

Dicen que los españoles hicieron barbaridades en América, pero vete a preguntar lo que hizo Leopoldo II de Bélgica en el Congo. Se estima que pudo matar a siete millones de personas con sus políticas. Si eso no es genocidio...

Bineka, una de las protagonistas de la novela es una metáfora de la propia selva. ¿Cuál es su papel?

Las novelas que tradicionalmente han hablado de África como Memorias de África, El corazón de las tinieblas... casi siempre han tenido protagonistas occidentales y contaban todo desde su punto de vista. Yo quería que la visión fuera la de una africana, además una joven que su única referencia fuera una minúscula aldea que no conoce más que su entorno. Ella es la que desde su mirada verde explica las leyes de la selva.

Las otras dos protagonistas de la historia son Lola y Beatriz, también dos mujeres...

La presencia de mujeres tiene que ver con mis referencias de la primatología. La condición femenina está relacionada con una mejor capacidad de observación e interpretación de los comportamientos animales. ¡Se les da mejor a ellas! Eso me llevó a unos personajes femeninos muy fuertes, pero muy distintos que le dan tres miradas a un mismo escenario.

En ellas destacan dos cosas, la amistad y la lealtad.

Yo concibo la amistad como uno de los grandes tesoros que tenemos las personas. En este caso, Lola y Beatriz son amigas de la niñez. Son totalmente opuestas y cada una toma caminos diferentes en la vida, pero están unidas por una amistad inquebrantable que hace que Lola deje todo por ir a buscar a su amiga a el Congo.

Y se va a dejar seducir por ese embrujo que tiene África...

Probablemente... ¡No voy a desvelar nada! Lola representa un poco lo que yo sentí cuando fui a África. Se va a enamorar de ese continente e igual de alguien más... Pero esta novela tiene giros inesperados.

Ella se plantea qué puede hacer cuando ve los problemas y le afectan, algo que no le pasaba cuando esas mismas cosas solo le llegaban por el telediario.

¿Cuánto ha leído sobre primates para poder reflejar su comportamiento en la novela?

¡Lo he leído todo! He leído muchos libros de investigación sobre su comportamiento, pero sobre todo tengo la suerte de tener contacto con expertas en este tema que me han dado pistas.