"Puestos a elegir, prefiero ser canalla a tontorrón"

Sergio Arribas
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La música ha sido una de sus grandes terapias. "Sin ella, me volvería completamente loco", confiesa Fernando Martín, director de los festivales 'Vete al Fresco' y de 'Música Diversa' y guitarrista del mítico grupo segoviano 'Los Wrayajos'.

Fernando Martín 'Cris' - Foto: Rosa Blanco

¡Que suene la música! Porque sin música…

Si música es el vacío, la nada. Y mi vida sin ella sería exactamente eso.

Pero usted es músico tardío.

No me considero un músico, como tal. Empecé con 30 años. Quise aprender de pequeño pero me quedaba embobado viendo tocar a los demás. Mi vida transcurrió por unos derroteros que me impidieron dedicarme a la música como yo hubiera querido. Cosas que pasan.

La primera vez que cae una guitarra en sus manos…

Intenté tocar la guitarra a los 13 años, en el colegio Claret. Luego en el instituto ya no tenía esa facilidad, porque no había profesores que me pudieran enseñar y mis padres no me lo podían pagar.

Algo genético hay.  Hábleme de su bisabuelo el Tio Mete, de Zarzuela del Monte.

Era pocero, allá por los años 50 y tocaba la guitarra, de forma autodidacta. En 1952 lo grabó en mi pueblo, Zarzuela del Monte, el folklorista norteamericano Alan Lomax, como a otros tantos del medio rural. Descubrimos las grabaciones hace solo ocho años. Y fue, de verdad, emocionante.

La primera vez que subió a un escenario ¿tembleque de piernas? ¿tuvo que tomarse un carajillo o lingotazo?

La primera vez que subí al escenario fue de niño. Era el solista del coro de flautas dulces que había en el colegio Claret. Mi profesor era Fernando Ortiz, del Mester. Quizá él ni se acuerda. Hice una actuación en el teatro Juan Bravo y en el cine del Claret. Si subir a un escenario es lo que vino después, fue en el Bar Camarote, con mi grupo, Los Wrayajos, que por entonces nos llamábamos ‘Andajazz’. Gonzalo de la Osa, que tocaba el bajo, Manolo Madrigal la batería y la voz, y yo a la guitarra. Eramos un grupo semipunki-rock&roll-instrumental. Y desde entonces y hasta ahora.

Mi amigo Paco, de Fuenlabrada, siente auténtica pasión por Los Wrayajos. Dos curiosidades. ¿De dónde viene el nombre y qué cree que ha visto mi amigo para ser un incondicional de la banda?

Es un juego de palabras. Tomamos el nombre del guitarrista LinkWray y le añadimos ‘ajos’. Y no lo creamos nosotros, fue a sugerencia de un amigo, del crítico musical, entre otros medios, de El País, Luis Mario Quintana. Nos hizo elegir entre ‘Wrayajos’ o ‘Wrayones’. Creo que tu amigo ve la autenticidad del grupo, que jamás ha sido pretencioso, sabíamos lo que éramos y no queríamos aspirar a más. Y luego tenemos una figura, la más extraordinaria de esta ciudad, que es Manolo Madrigal. Cualquiera que le ve cantar no puede dejar de sentir una emoción, para bien o para mal. Música nuestra, letras graciosas...estamos muy locos. Somos un grupo nervioso.

Dandy y Lupas (Manolo Madrigal y usted). ¿No recibieron ninguna querella del dúo gaditano?

No conseguimos tener la repercusión necesaria para que nos demandasen (se ríe). Fue más que nada una gamberrada para ganar algo de dinero en una época de crisis en la que estábamos.

Director del Festival de Música Diversa. ¿Cómo se embarca uno en la líada de organizar un festival?

Fue algo inconsciente. No sabía donde me metía. Era una ilusión. El mentor fue Julio Michel. Mucha gente, como él, quería que hubiera un festival, pero nadie daba el paso. Era el espíritu de Titirimundi pero trasladado a la música y en una vertiente más provinciana, en el mejor sentido de la palabra.No somos un Sonorama ni lo queremos ser. Tampoco es esa ambición. Muchos grupos quieren pasar para labrarse y rodar. 

Y luego, el festival ‘Vete al Fresco’. ¿A quién mandaría a tomar el fresco?

Mandaría al fresco las dificultades que hay, a nivel burocrático, para organizar este tipo de proyectos. Es culpa de todos. Lo hacemos también en Palencia y Zamora y en cada sitio ha habido una dificultad diferente. Sería cómodo decir que es culpa de los políticos y no es así. A veces, ni ellos lo pueden solucionar.

‘Cris’… de ‘Cristales’ ¿tan gruesas eran sus gafas en el colegio?

A mi hermano le llamaban así en el colegio y yo le robé el ‘apodo’. Y en el colegio, pues basta que tengas una peca para que te llamen pecoso.

La música amansa a las fieras. ¿Es también su caso?

Para mí la música ha sido una de las grandes terapias que han evitado que estuviera completamente loco. Estoy muy loco, pero no del todo. La música me ha recuperado de episodios de locura, certificados.

«La música militar nunca me supo levantar», cantaba Georges Brassens.

Jamás he escuchado marchas militares ni nada por el estilo. Lo más cerca, Wagner.

¿Comprende el idilio de Andrés Calamaro y Vox?

Lo comprendo. Ahora mismo estamos todos muy perdidos y Calamaro también. Hay un gran desajuste.

Comprometido con la ayuda al migrante, a través de la ONG Accem. ¿Cómo asiste a esta irrupción de la ultraderecha?

Asisto como espectador. No me produce ninguna emoción, ni positiva ni negativa. Son unos jugadores más, que están metiendo goles y habría que plantearse qué esta pasando con un equipo que en principio no debería ser potente en la liga ni ganar partidos. 

¿Qué encuentra en la mirada de los refugiados y migrantes?

Encuentro dolor. También incomprensión. Es casi un espejo que nos ponen. Y encuentro, a la vez, alivio. Estoy trabajando en el tema de protección internacional y son historias muy crudas en muchos casos. Cuando ves eso, te ayuda a relativizar y ver que, por ejemplo, esos problemas burocráticos que le mencioba antes, en comparación, son tonterías. Y me hace ser humilde.

Joaquín Sabina, en ‘Y sin embargo’, dice: «Solo calan los besos que no has dado». ¿Cuantos besos le han faltado dar a usted?

Creo que ninguno. Y los que me han faltado, es porque no me han dejado darlos. ¿Esos no cuentan no?

No me diga que la música no le ha servido para ‘ligar’. ¿Se considera ligón, romanticón, enamoradizo o canalla?

He sido de todo, yo creo (se ríe). 

Un poco ‘canalla’ si somos todos… Incluso a la prensa se le atribuye el castizo nombre de ‘la canallesca’.

¿Canalla? En esta vida lo que no hay que ser es tontorrón. Al que no es tontorrón le confunden muchas veces con un canalla. Y no es así. Es una persona que no es tonta, nada más. Si cogemos el significado de la RAE, no debíamos ser canallas. Pero si contrapones tontorrón a canalla, puestos a elegir prefiero ser canalla.

«Yo no puedo comprender, como se pueden querer dos mujeres a la vez y no estar loco». Lo cantaba Antonio Machín en ‘Corazón Loco’) ¿Qué le vuelve a usted loco?

La música me ha vuelto loco, además, de verdad. En mi vida pasé unos años duros, estuve jodido. La música fue lo que me llevó allí y lo que, por otro lado, también me sacó. Para marcarme proyectos como los que yo me he marcado, por la música, que no generan economía personal, se entiende, hay que estar un poco loco.

Si no me equivoco, es jurado del certamen ‘Poema escondido’; letras o poesías que, después, se convierten en canciones por obra de los músicos segovianos. ¿Mucho poeta escondido?

Cuando escribí el proyecto y se lo presenté al Ayuntamiento, buscábamos la creatividad que se quedaba en los cajones. Yo creo que sí. Hay mucha gente que escribe y lo guarda por vergüenza, o por un alto nivel de exigencia. La gente hace música y no tiene ningún reparo. ¿Por qué no puede escribir poesía en la misma dirección?

¿A quién prefiere?¿Al chulo faltón o al cobarde quejoso?

Al chulo quejoso, sin duda.

Usted tiene oído para la música. Yo, orejas, sin más. ¿Cómo hacer la conversión y pasar de la oreja al oído?

Con algo que un perezoso como yo no ha tenido. Mucha práctica. Claro, también está el escuchar mucha música, algo que sí he hecho. Yo trabajé en bares de copas, en el Casco Viejo y luego en el Camarote, donde la música estaba siempre presente. Quizá por eso uno coge tablas.

¿Qué daría a cambio del éxito y la fama?

Nada. No me apetece éxito y fama. Quiero ya tranquilidad.

Beat Club. Es uno de los socios de la mítica sala. Anunció su cierre definitivo y, al final, ha logrado continuar. Suman 718 bandas y 223 Dj’s. Uno -artista o banda- a la que no ha podido olvidar.

¡Son tantos! ¡Buf!. Recuerdo varios conciertos, de Sidonie, Ariel Roth, Los Sidecars…. Recuerdo con especial admiración el de PLV Havoc. Eramos seis personas, la mitad de la propia sala y nos regaló un ‘bolo’ de auténtico profesional. He visto solo dos artistas que no se vienen abajo sin público. El otro es el wrayajo Manolo Madrigal.

Un pajarito me cuenta que, en breve, contraerá matrimonio. ¿Lo sabe ella?

Espero que sí (se ríe).

Esto no es ‘Sálvame’. Pero ¿bailará el vals o un tema de Los Wrayajos?

Espero no bailar nunca un vals con mi futura esposa. Siempre será un tema de mi banda. Eso es pura felicidad.