Fugas épicas: De 'el Lute' a 'el Piojo'

EFE
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Eleuterio Sánchez y Jonathan Moñiz encabezan la corta lista de presos huidos de un centro penitenciario en España, donde lo común es escaparse en un permiso o una visita médica

No todos los reclusos están dispuestos o reúnen las condiciones físicas para saltar muros y cortar barrotes. - Foto: EFE

Quizá Jonathan Moñiz, el Piojo, no llegue a ser tan famoso como Eleuterio Sánchez, el Lute, pero sí engrosará la corta lista de presos que han protagonizado una fuga épica de cárceles españolas, porque la mayoría de los huidos han preferido aprovechar permisos o visitas médicas antes que serrar barrotes o saltar muros.

El Piojo y su hermano Miguel Ángel llevaron a cabo la pasada semana en la prisión madrileña de Valdemoro una de las huidas más increíbles de los últimos años. Con una llave fabricada por ellos mismos del llamado «cuarto de maletas», fueron serrando poco a poco los barrotes de la ventana hasta que llegó el día elegido para saltar el muro de siete metros, coronado con una concertina, que rodea el centro penitenciario. La investigación determinará si hubo algún tipo de negligencia de los funcionarios o de la Guardia Civil encargada de la vigilancia del perímetro.

De momento, los hermanos no han sido aún detenidos. En cualquier caso, su «hazaña» ya es histórica, porque, como recuerdan fuentes penitenciarias, fugarse en España es prácticamente imposible, y más de una cárcel-tipo como las construidas en los últimos 25 años.

Lo cierto es que apenas hubo huidas desde dentro de las prisiones españolas en el último decenio, pero sí un buen puñado de escapadas de presos que aprovecharon la visita al hospital para burlar la vigilancia o alargaron un permiso penitenciario para no volver. .

Una de las últimas fugas desde la cárcel se produjo el pasado septiembre. Fue en Melilla, pero la alegría de estar de nuevo en la calle le duró poco al protagonista. Quiso compartir su gesta y no se le ocurrió otra mejor forma de hacerlo que relatarla en un vídeo que llegó a hacerse viral.

«He salido por la puerta despacito, a darle un beso a mi madre», decía el joven. No le costó mucho a la Policía dar con él en el barrio melillense del Rastro. Diecisiete horas más tarde volvía a la trena.

Hay que remontarse a 2010 para encontrar una fuga de película. La que protagonizaron dos presos en la cárcel de Sevilla-I.

Esta es la secuencia: los reclusos hicieron un agujero detrás del espejo del lavabo y rompieron una pequeña puerta por la que los fontaneros acceden a las tuberías. Un minúsculo agujero por el que se coló uno de los presos -muy delgado, al parecer-, quien forzó la cerradura de la celda por el exterior para que saliera su compañero.

Con un somier rompieron una ventana del pasillo y lograron superar el muro, cruzar el aparcamiento de los funcionarios y la unidad de madres y llegar hasta una pequeña carretera, donde les esperaba un coche.