El deterioro se cuela en el cementerio de Segovia

Nacho Sáez
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El Ayuntamiento asegura que ha invertido 140.000 euros en el camposanto, pero son visibles los desperfectos en múltiples rincones a pocas horas de la festividad de Todos los Santos.

Techo de una de las galerías en avanzado estado de deterioro y a punto de caerse. - Foto: Rosa Blanco

El cambio de fisonomía que se encontrarán quienes acudan al cementerio de Segovia con motivo de la festividad de Todos los Santos, a causa de las medidas y restricciones que exige la lucha contra el coronavirus, no había llegado al menos hasta el pasado viernes a algunos de sus elementos, que presentaban un estado de deterioro evidente, tal y como ha podido comprobar esta redacción.

La concejala de Servicios Sociales, Ana Peñalosa, desveló este pasado martes que el Ayuntamiento ha invertido 140.000 euros en este espacio en el último año. «Se han construido 75 nichos y estamos pendientes de otros 80, además de que se ha procedido a la construcción de caminos entre las galerías y se han hecho mejoras en las instalaciones», explicó Peñalosa, que defendió la necesidad de esa inversión «para la ampliación del cementerio y también para garantizar el estado de las instalaciones». Sin embargo, la decrepitud avanza en algunas zonas y afea la imagen de un cementerio que en agosto del próximo año cumplirá 200 años.

En una de las galerías, el falso techo está a punto de caerse y muy cerca la tierra amenaza con tragarse algunas de las lápidas de suelo. La historiadora del Arte y experta en arte sacro y funerario Mercedes Sanz de Andrés defiende, no obstante, el buen estado en líneas generales del cementerio de Segovia y recuerda que también es responsabilidad de los propietarios de las tumbas su mantenimiento. «Es que las tierras son movedizas, se mueven», apunta en conversación telefónica con El Día de Segovia. Sí que la duele más «que no se aprovechen los balcones que hay con vistas muy bonitas de la ciudad», aunque entiende que se utilicen para el almacenamiento de material. Como el que se acumula en algunas de las fotos que ilustran este reportaje, que también revelan la falta de mantenimiento de algunas de las paredes, desconchadas y con la pintura muy deteriorada.

Escombros de obra acumulados en un rincón del cementerio. Escombros de obra acumulados en un rincón del cementerio. - Foto: Rosa Blanco

Los actos vandálicos no son muy frecuentes en este cementerio, pero el robo el pasado mes de junio del panel cerámico de la tumba de Daniel Zuloaga Olalla –después devuelto– propició que el Ayuntamiento contratara un vigilante de seguridad que desempeña sus funciones durante todo el horario de apertura de la instalación, limitado en estas fechas señaladas para que la curva no siga creciendo.

Las lógicas muestras de cariño hacia familiares y amigos que habían perdido a un ser querido se convirtieron, especialmente en la primera ola, en focos de contagio. Las autoridades no se han olvidado y por eso, han diseñado un plan especial de seguridad con motivo de la fiesta de Todos los Santos. El Ayuntamiento de Segovia ya ha adaptado a sus circunstancias la normativa que ha establecido en este sentido la Junta de Castilla y León, que entre otras cuestiones ha decidido limitar al 50 por ciento entre el 24 de octubre y el 8 de noviembre el aforo de los cementerios, calculado sobre el espacio libre de construcciones del propio camposanto y en función de que cada persona debe contar con cuatro metros cuadrados aproximadamente. De acuerdo a esas directrices, la Concejalía de Servicios Sociales ha fijado en 500 personas el número máximo que podrán estar en el interior del Cementerio del Santo Ángel de la Guardia en el intervalo de fechas anteriormente mencionado.

«Es algo menos del 50 por ciento del aforo que hemos estimado», indicó este pasado martes su titular, Ana Peñalosa. En la puerta operarios municipales llevarán a cabo el recuento y las instalaciones quedarán cerradas cuando se supere el medio millar de asistentes, aunque el habitual flujo de personas hace pensar que solo se llegará a ese extremo en momentos muy puntuales. Para contribuir a dar fluidez, además, el Ayuntamiento ha fijado un tiempo máximo de permanencia en el cementerio de 45 minutos, aunque Peñalosa admitió la imposibilidad de controlarlo y apeló a la «responsabilidad» y el «sentido común» de los ciudadanos. «Estoy segura de que todos querrán cuidar su salud y cumplir las medidas», remarcó la edil de Servicios Sociales en rueda de prensa.

Trozos de otras tumbas abandonados.Trozos de otras tumbas abandonados. - Foto: Rosa Blanco

Esas normas también incluyen el cumplimiento obligatorio de las instrucciones que transmitan los trabajadores del cementerio y de la Policía Local –que tendrán refuerzos– y por supuesto el uso de mascarilla y de hidrogel para el lavado de manos. Pero el Ayuntamiento ha lanzado al margen una serie de recomendaciones con el objetivo de evitar aglomeraciones. Una se refiere al uso del coche privado, que se aconseja evitar. El estacionamiento estará prohibido en la calle de acceso al cementerio y habrá más señales en los aparcamientos de la zona de las casas de Los Castillos en los que no se encuentra permitido dejar el vehículo. Estas restricciones a la circulación no se han paliado, sin embargo, con un aumento de las frecuencias de los autobuses urbanos, pero la concejala de Servicios Sociales justificó que la asistencia al camposanto «suele ser muy escalonada» y que son suficientes para atender la demanda las líneas 1 (San José), 3 (La Albuera), 4 (Circular), 5 (Nueva Segovia), (Hontoria-Puente Hierro) y 9 (Puente Hierro-Zamarramala), que tienen parada cerca

Lápidas casi cubiertas por la tierra.
Lápidas casi cubiertas por la tierra. - Foto: Rosa Blanco

Pero cuidado porque el horario de apertura del cementerio será de 9:00 a 18:30 horas. Quienes acudan se encontrarán con solo una puerta de entrada y otra de salida y trayectos señalizados para caminar dentro de las instalaciones. También comprobarán que la capilla y los aseos permanecerán cerrados. Tampoco se oficiará la habitual misa de difuntos en este año atípico que no acaba de dar tregua.