En la piel de los más frágiles

Sergio Arribas
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Acostumbrados al uniforme policial, Ismael y Beatriz ahora trabajan de paisano, en la atención de mujeres maltratadas, menores y ancianos. Forman la sección de atención social (S.A.S.)

Las personas mayores son uno de los colectivos en los que centra su trabajo la nueva unidad policial, formada por Ismael y Beatriz. - Foto: Rosa Blanco

Las nuevas siglas (S.A.S.) identifican todas las carpetas colocadas en la estantería de un viejo armario. Ismael coge una de ellas, de color amarillo, etiquetada a mano y donde se lee 'casos sociales'. «Lo llamamos así porque son casos que no sabemos catalogarlos ¡es que hay mucho!», afirma Ismael, que prefiere no desvelar su apellido, como tampoco su compañera Beatriz, también agente de la Policía Local de Segovia. Ambos forman la nueva 'Sección de Atención Social' del cuerpo policial —de ahí lo de S.A.S—, una unidad destinada a detectar y atender episodios de desamparo o conflicto en personas vulnerables, como mujeres víctimas de violencia de género, además de menores y mayores de 65 años en situación de riesgo. Precisamente, en la carpeta amarilla se custodian aquellos expedientes —hay más de una treintena, separados, cada uno con su funda—, que no pueden clasificarse en los apartados anteriores y de los que también se ocupan. El agente policial pone como un ejemplo un caso real aquí archivado, el de un hombre alcohólico de 58 años que generó después un problema de convivencia vecinal. «No es una mujer maltratada, un menor o un anciano, pero también es un caso también social», afirma el agente a quien interrumpe una llamada telefónica. Es una técnico de Servicios Sociales sobre un caso reciente, un 'intento autolítico', es decir, un intento de suicidio abortado. 

Los agentes saben de este caso —como el de la mayoría que investigan—a través del parte o atestado de los compañeros policías que realizan la primera intervención.  A Ismael y Beatriz les toca ahora «indagar» para evaluar el entorno de  la persona que quiso suicidarse. Beatriz recuerda otro caso similar que acabó con la persona ingresada en la unidad psiquiátrica.

Hace poco más de un mes que el Ayuntamiento de Segovia, a través de la concejalía de Seguridad, que dirige Raquel de Frutos, puso en marcha el S.A.S. Aunque a diario los agentes ya intervenían ante llamadas de emergencia o de particulares para atender a estos colectivos vulnerables —son el 80% de las intervenciones— la concejalía apostó por crear esta sección específica, según precisa la concejala.

La Sección de Atención Social de la Policía Local asiste a mujeres víctimas de violencia de género o familiar, menores de 18 años y mayores de 65.La Sección de Atención Social de la Policía Local asiste a mujeres víctimas de violencia de género o familiar, menores de 18 años y mayores de 65. - Foto: Rosa Blanco

Las primeras impresiones de los dos agentes coinciden: «esperábamos tener trabajo pero no tanto», afirma Beatriz, que suma 15 años en la plantilla policial; mientras su compañero matiza que hace un par de días comentó a la concejala de Seguridad que, con el tiempo, la unidad precisará de más agentes, tanto para el puro trabajo de oficina sobre los expedientes como de trabajo de campo, para las visitas a domicilios que, de forma habitual, realizan los agentes para detectar posibles situaciones de vulnerabilidad a partir de la alerta de una primera intervención por parte de sus compañeros. 

Por protocolo, para la entrevista con El Día de Segovia, los agentes visten el uniforme policial, aunque en su trabajo visten de paisano de forma habitual. Aunque la ley ya les obliga a no llegar uniforme cuando intervienen con menores, el uso de la 'ropa de civil' en la unidad S.A.S. es pertinente por pura discreción. Si las visitas a los domicilios se realizasen con uniforme el revuelo entre los vecinos arruinaría el propósito policial.

Ismael, que en febrero cumplirá 22 años con la placa policial, estuvo cinco años en la sección motorizada y 16 en la de intervención rápida, la patrulla de seguridad ciudadana. «Como formábamos parte de las patrullas operativas intervenías en muchas situaciones, pero lo haces en tu turno y en el día que te toca. No eres consciente del volumen que se genera en los tres turnos y el abanico tan amplio de intervenciones».

En la piel de los más frágilesEn la piel de los más frágiles - Foto: Rosa Blanco

Una de las misiones de la unidad se refiere a la atención a mujeres que sufran violencia de género, violencia familiar o se encuentren en riesgo de discriminación. Para esta labor los agentes recibieron formación a través de la Unidad de Familia (UFAM) del Cuerpo Nacional de Policía. «Ellos trabajan con riesgos extremos y altos. Hemos estado en juzgados con violencia de género, asistido a juicios rápidos donde se dirimían órdenes de alejamiento y protección», explica Beatriz, que confiesa cómo una de las motivaciones para presentarse al puesto fue su firme compromiso para luchar contra esta lacra social.

A través de la red VIOGEM, red informática integral del Ministerio del Interior, la Policía Nacional va a trasladar a la unidad SAS de Policía Local el 40% de las víctimas de riesgo bajo y no apreciado, «pero a las que hay que hacer un seguimiento y una valoración de riesgo para evitar que puedan repetirse episodios que pongan en riesgo a las mujeres». Ismael y Beatriz calculan que se ocuparán del seguimiento de más de 30 mujeres, en distintas fases, la primera en torno a 8 ó 10 víctimas.

Atención personalizada. «Los recursos ya están, no son nuevos, pero implicar a las policías locales es algo muy positivo porque cuantas más personas haya dedicadas a ello, la atención será más personalizada y eficaz», afirma el agente Ismael, mientras su compañera añade que este seguimiento también permite conocer de primera mano al autor del maltrato y que, en consecuencia, el resto de patrullas policiales dispongan de una información vital en caso de intervención. En el periodo formativo con la UFAM los agentes locales se han percatado de un aumento de los casos «sobre todo en la gente joven, que nos ha resultado sorprendente», afirma Beatriz.

«Nos preocupa mucho —añade su compañero— este aspecto. Pensemos que quizá en personas de cierta edad puedan perdurar actitudes como el del hombre que se sienta a la mesa para que su mujer le ponga la comida. Podemos comprenderlo aunque no lo compartamos, pero que eso ocurra en la gente joven no parece muy razonable». 

También en otros casos, más allá de la violencia de género o familiar, el S.A.S sirve como «nexo de unión» con otras instituciones, sea con los técnicos de servicios sociales, del propio ayuntamiento o de la Junta de Castilla y León, o por ejemplo, con el Ministerio Fiscal en el caso de menores, con el fin de «que se produzca una colaboración más estrecha y cercana», afirma Ismael, que aclara que «no venimos a suplantar el trabajo de nadie sino a complementar». «Y sobre todo —matiza su compañera Beatriz— trabajamos para detectar los problemas, porque son los servicios sociales los que, una vez detectado un caso de vulnerabilidad, son los que ponen los recursos».

Más de 3.200 mayores viven solos, casi la mitad entre 76 y 90 años. El mayor porcentaje de expedientes que han manejado los agentes se refiere a personas mayores. La ciudad de Segovia cuenta con 11.497 personas censadas mayores de 65 años, un 22,23% de toda la población, explica la concejala Raquel Sanz. De ellas, 3.215 viven solas (el 28% de la población). En el tramo de 76 a 90 años el número asciende a 1.739, la mayoría mujeres (1.385). Los mayores que viven solos suelen hacer uso de los teléfonos que tienen más a mano, el del cuartel de Policía Local y el 1-1-2. «En algún caso —comenta Ismael— hemos detectado que incluso conviviendo con familiares no se encontraban en condiciones de atención suficientes». Es habitual, añade el agente, que Servicios Sociales tengo conocimiento del caso, aunque solo en parte, dado que cuando se traslada el trabajador social al domicilio el cuidador o familiar «impide que vea el domicilio como un desastre o cuenta una versión que no es real». En este sentido, es clave que los agentes de Policía Local que acuden a una primera intervención tomen nota de la «situación real» de las condiciones de vida de la persona mayor y se la trasladen a la unidad S.A.S. Así se detectó, por ejemplo, el de una anciana que pasaba todo el día sola en su casa en silla de ruedas o la de la mujer que sufría un trastorno mental y causaba un problema de convivencia en su bloque, algo de lo que no tenía conocimiento su hija, que terminó por ingresarla en una residencia.

Un absentismo escolar puede alumbrar otros problemas. En cuanto a la protección de menores los agentes intervienen ante cualquier situación de riesgo, desamparo o abandono desde el momento de su detección hasta que se hagan cargo los servicios especializados. También lo pueden hacer en situaciones de absentismo, acoso escolar y violencia dentro y fuera de las aulas o malos tratos. «Podemos detectar algún problema o conflicto en el que haya violencia familiar a través de un absentismo escolar. O si da problemas en el colegio quizá haya otros subyacentes en la familia que podemos detecta», afirman los agentes.

«Los jóvenes han dado un paso atrás exagerado». En el apartado de violencia de género, los agentes pretenden redactar protocolos para que sus compañeros policías locales sepan, por ejemplo, cómo afrontar la primera entrevista con la víctima; y ofrecerles un número de teléfono de atención las 24 horas. «Si nos necesita la víctima nos pueden llamar en el acto. Hablan con alguien que sabe quien es, que conoce su caso. También son situaciones personales, íntimas, que se desarrollan en el entorno familiar. Hay problemas de violencia, de abusos sexuales» y  «a veces también —precisa Beatriz— con menores a su cargo». «Necesitan una confianza», añade Ismael, que explica que no es casualidad que la unidad la constituya un hombre y una mujer. «En ciertos casos, una mujer puede tener más confianza para contar algunas intimidades a otra mujer y, también por otro lado, a veces, el presunto autor puede abrirse más si tiene a otro hombre como interlocutor». Además, en materia preventiva, los dos policías pretenden dar charlas y talleres sobre igualdad porque, según insisten, «creemos que los jóvenes han dado un paso atrás exagerado. El acoso y la violencia de género ha aumentado entre los 18 y los 30 años».

«Nos gusta nuestro trabajo, pero te puede afectar». La dilatada experiencia de los dos agentes que conforman la nueva unidad «hace que no nos pongamos nerviosos». Además, afirman, cuentan con el apoyo de los colegios profesionales de psicología o de abogados. «Al principio —comenta Ismael— te afecta más. Ver víctimas de accidentes, suicidios, personas víctimas de violencia de género… A nivel profesional, con los años, no es que te acostumbres, pero sí te habitúas a trabajar. Mi talón de Aquiles en lo emocional son los menores». Beatriz, madre de dos hijos, niño y niña, asiente con la cabeza los comentarios de su compañero Ismael, padre de dos niñas. «Lo de los menores es lo que te llevas a casa a nivel emocional», dice la agente policial. «Los mayores son muy vulnerables, pero los niños —añade Ismael— son tan dependientes… en la persona mayor se busca una calidad de vida para acabar muriendo dignamente y sin embargo el niño necesita una estabilidad para formarse como persona».