La mirada clavada en el suelo, el pie derecho descalzo, el resto del cuerpo descansando sobre la pista y otra atleta ofreciendo consuelo con un abrazo. La fotografía de ella misma que Idaira Prieto publicó en julio de 2019 resume el calvario de lesiones por el que pasó. Edemas óseos, una rotura de la fascia del pie derecho... «Fue muy frustrante. Venía de ser internacional con la selección española. Mentalmente es muy duro», señala ahora, con la energía a tope, reflejada en sus ojos bien abiertos y en la sonrisa que la suele acompañar. El sufrimiento está olvidado. Es el momento de dar un golpe en la mesa.

«Me faltan resultados más importantes a nivel nacional. Meterme ya en todo el ámbito internacional. Campeonatos de Europa, campeonatos del Mundo... En categorías menores he estado en campeonatos de Europa, pero yo creo que donde de verdad hay que destacar es ahora, en la categoría absoluta», reflexiona pocos días después de apuntarse la victoria en la Milla Urbana de Valladolid, su debut en competición esta temporada. Parece en disposición de dar continuidad al curso pasado, en el que consiguió marca personal en 1.500, 3.000 y en el único 5.000 que corrió. «A las teles les parece que el 5.000 es demasiado largo y que se hace aburrido y cada vez hay menos. En la Diamond League, de hecho, lo han quitado». Aun así es la prueba en la que se ve. «Por mi genética», dice.

La sombra de su padre, el mítico Antonio Prieto, es alargada. Ella se muestra orgullosa de ser la hija de 'El Taca' y que su legado continúe tan presente, pero también  desea volar: «Quiero ser yo la protagonista». Desde que se encontró con la cara más amarga del deporte ha introducido cambios. «El confinamiento», afirma, «me sirvió para tranquilizarme y empecé a trabajar con un nutricionista, Pablo Egüen, que me ha ayudado muchísimo».  Ha aumentado la cantidad en sus comidas sin privarse de nada. «Antes comía bastante, pero ahora muchísimo más y no tengo nada vetado». También ha regresado a Segovia después de cuatro años estudiando Fisioterapia en Madrid. Ha empezado a trabajar en Human Perform –el centro de entrenamiento y readaptación de lesiones que se encuentra situado en el Polígono Industrial de El Cerro– y su lugar de entrenamiento habitual vuelve a ser el que la vio crecer.

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Entrena todos los días («Es muy raro que ninguno no tenga que hacer algo») y la mayoría en las pistas que llevan el nombre de su padre. Unas instalaciones siempre en el disparadero. «Es verdad que el gimnasio quizás debería estar más vigilado para que no se haga un mal uso del material, pero en general todo está bien aquí en comparación con lo que he visto en otros lugares por los que he viajado», aseveraba poco antes de su entrenamiento de este martes, enfocado ya como todos los demás a su primer objetivo de la temporada: «Voy a intentar clasificarme para el equipo nacional de cross y estar en el Europeo. Es un objetivo bastante ambicioso, pero creo que puedo estar peleando por esas seis plazas que hay». Después llegará la pista cubierta, donde combinará el 3.000 y el 1.500, y el aire libre, en el que estará en los 5.000 –los que haya– y repetirá en el 1.500. En el 'milqui' coincidirá con la atleta segoviana de moda. «Águeda [Muñoz Marqués] y yo nos llevamos súper bien. Siempre ha rendido muy bien y ahora está con un grupo muy bueno con el que seguro mejorará. Se lo merece porque es una curranta», subraya. La gloria las espera a las dos. También a Idaira, que quiere ser protagonista.