Del laboratorio a la mesa

P. Velasco
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Las variedades minoritarias de uva se hacen un hueco en las denominaciones de origen de la Comunidad tras los años de investigación del Itacyl para conseguir los mejores clones

Parcela experimental de variedades minoritarias en la localidad de Villarino de los Aires (Salamanca). - Foto: Ical

Perdidas para la mayoría de las bodegas de la Comunidad, los técnicos de laboratorio han sabido recuperar numerosas variedades ancestrales en distintos puntos de Castilla y León y que ahora, después de muchos años de trabajos, las denominaciones de origen e indicaciones geográficas protegidas comienzan a incorporar. El Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) lleva desde los años 90 inmerso en un trabajo de investigación para recuperar y seleccionar los mejores clones de variedades locales que puedan adaptarse al viñedo de la Comunidad y proporcionen un patrimonio resistente al cambio climático, que complementen otras variedades ya instaladas en el campo de Castilla y León y capaces de aportar valor a sus zonas de origen.

Las variedades que se han podido recuperar son catorce que se pudieron encontrar en más de un millar de cepas originarias que se encontraron en una doscientas parcelas. De ellas se han seleccionado: Puesta en Cruz (Rabigato), Gajo Arroba, Negro Saurí, Cenicienta, Estaladiña y Tinto Jeromo 2019, Áurea, Bastardillo Chico (Merenzao), Bruñal, Mandón (Garró), Negreda, Puesto Mayor, Rufete Serrano Blanco y Verdejo Colorao.

Cada una de estas variedades son diferentes y singular y ya han mostrado sus ventajas en cata para ser idóneas para formar parte del catálogo de sus respectivas zonas de procedencia (Arribes, Bierzo, Zamora, Salamanca o Rueda, entre otras), lo que aportará más personalidad a sus vinos. Fuentes de la Consejería de Agricultura señalaron que el avance en esta investigación supone una puerta clara hacia el futuro de unas denominaciones de origen más volcadas en el origen y de la resistencia al cambio climático que afecta al viñedo mundial. Igualmente suponen un activo que abre opciones de rentabilidad y valor añadido a los viticultores, tanto por su adaptación ancestral al territorio como por su capacidad de madurar en óptimas condiciones y dar lugar a vinos desconocidos e interesantes para los mercados.

Vinos de la tierra

Una de las últimas modificaciones que se ha producido para poder utilizar estas variedades es en la Indicación Geográfica Protegida Castilla y León. Con estos cambios se podrán elaborar vinos con las variedades minoritarias recientemente incorporadas a la lista de variedades autorizadas en Castilla y León. Estas variedades minoritarias son: Rabigato o Puesta en Cruz, Rufete Serrano Blanco, Estaladiña, Gajo Arroba, Mandón o Garro y Tinto Jeromo.

Asimismo se incluyen también las variedades Maturana Blanca y Maturana Tinta, que tienen su origen en la vecina comunidad autónoma de La Rioja, así como la variedad Touriga Nacional, originaria de Portugal y que ha demostrado tener muy buenas cualidades enológicas en Castilla y León.

La gran variabilidad de vinos que pueden elaborarse dentro de la IGP permite una adaptación más fácil a la demanda del mercado y nuevos gustos del consumidor. Por tanto, el potencial de esta figura de calidad es muy elevado. Con la incorporación de las variedades minoritarias se abre un abanico de posibilidades para la elaboración de vinos peculiares, con una carácter genuino y diferenciado que puede resultar muy atractivo para el consumidor de vinos actual.

También la DOP Sierra de Salamanca ha modificado recientemente su pliego de condiciones para poder elaborar vinos con la variedad Rufete Serrano Blanco. Pueden encontrarse individuos de esta variedad en la gran mayoría de viñedos plantados desde 1910 hasta finales del siglo XX. Por lo que ha sido utilizada de forma habitual en las elaboraciones, junto con otras variedades, siendo muy apreciada porque contribuía a la acidez de los vinos.

Ribera y Rueda se mantienen al margen 

Una de las grandes denominaciones de origen de la Comunidad como Ribera del Duero de momento se mantiene al margen de la inclusión de algunas de estas nuevas variedades en sus pliegos de condiciones, aunque recientemente sí modificó el mismo para poder elaborar caldos blancos con Albillo Mayor. Tampoco Rueda ha autorizado la inclusión de algunas de estas 14 nuevas variedades en sus vinos, aunque en ambos casos no se descarta que en un futuro pueda ser así como ya ocurre en otras zonas vitivinícolas de la Comunidad, aunque para ello se tendría que modificar su pliego de condiciones y ser autorizado por la Junta de Castilla y León.

Arribes, pionero en la recuperación 

Los vinos de Arribes del Duero ya incluyen caldos elaborados con una variedad minoritaria y clonada por el Itacyl como es Puesta en Cruz (Rabigato). En esta zona vitivinícola también se trabaja para la recuperación de otras variedades como la Gajo Arroba. Además, otra como la Estaladiña se cultiva en la DO Bierzo, donde algunas bodegas ya elaboran vinos con esta uva. Una de las últimas en modificar su pliego de condiciones ha sido la Denominación de Origen Protegida Sierra de Salamanca, que permitirá elaborar vinos de esta zona vitivinícola a partir de la variedad Rufete Serrano Blanco y que no fue incluida cuando se constituyó la DO.

La IGP Castilla y León,  la que más incluye

El Bocyl publicó la resolución por la que la Consejería de Agricultura y Ganadería aprobó la modificación del pliego de condiciones de la Indicación Geográfica Protegida Castilla y León, en su denominación tradicional Vino de la Tierra de Castilla y León. Este paso permitirá elaborar vinos con las minoritarias recientemente incorporadas a la lista de variedades autorizadas en Castilla y León: Rabigato o Puesta en Cruz, Rufete Serrano Blanco, Estaladiña, Gajo Arroba, Mandón o Garro y Tinto Jeromo. Asimismo, se incluyen también las variedades Maturana Blanca y Maturana Tinta, que tienen su origen en La Rioja, así como la Touriga Nacional, de Portugal.