"Me asombró ver tranquilo al chino que perdió 8.000 euros"

A.M.
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Un taxista que ayudó a un pasajero a hacer las gestiones para recuperar una mochila con dinero y otros efectos, que se dejó olvidada en el tren, relata esta historia con final feliz

El taxista Juan Fernández Corral - Foto: A.M.

Sin quererlo, el taxista segoviano Juan Fernández Corral, de 53 años, se vio involucrado en una curiosa historia, con final feliz, cuando  agentes de la Policía Nacional de Valladolid devolvieron a un pasajero que viajaba en el AVE Madrid-Segovia la mochila que dejó olvidada en el interior del tren y que contenía 5.880 euros, un ordenador portátil, un teléfono móvil de alta gama y diversas pertenencias en su interior, valorado todo en unos 8.000 euros.   

Fernández Corral, veterano en el oficio, en el que lleva 25 años, aún continúa asombrado del aplomo que presentaba su pasajero, posiblemente de origen Chino, de entre 25 y 30 años, tras darse cuenta de que el trez veloz se llevaba su mochila y ya no podía bajar al andén porque se había marchado, cuando le pidió ayuda para informar de lo sucedido a los responsables de la estación ‘Guiomar’, también de que portara una cantidad tan alta de dinero. «Si lo llevo yo voy con la mochila agarrada y no la suelto,  me la pego con grapas», admite bromeando, mientras asegura que no le vio muy nervioso, «hablaba conmigo muy calmado, me asombró, me pasa a mi y lloro, o disimulaba muy bien, lo que me extraña porque estaba solo conmigo, y nada más me preguntaba: ‘Tu crees que aparece...?’», añade el taxista. 

Como un día normal, el 12 de septiembre, domingo, hacia la socho y media de la tarde, Fernández Corral estaba el primero en la parada de la estación y recibió a un ciudadano asiático, metiendo en el maletero su equipaje –dos maletas normales y una más pequeña– mientras que el pasajero se sentaba en la parte de atrás. Pero nada más subir se dio cuenta de que le faltaba la mochila y pidió ayuda al conductor, quien le aconsejó que se acercara al mostrador de taquilla.   

En cuestión de dos o tres minutos, el pasajero se acercó nuevamente al taxi con un número de teléfono donde le dijeron que debía de llamar para informar de lo sucedido, pidiéndole ayuda.

Con otro teléfono que llevaba, se pusieron en contacto con una mujer de unos 30 años, previsiblemente del Adif, «muy amable», que le iba haciendo preguntas, pero hablaba rápido, por lo que el pasajero le pidió al taxista que le repitiera lo que decía,  por lo que se inició una conversación  a tres con el teléfono en manos libres. 

Fernández añade que con él se entendía mejor e hizo de intermediario:  «Ella preguntó cómo era la mochila, características, negra, no muy grande, con un ordenador, unos cargadores, un teléfono, y se interesó por saber si llevaba dinero,  yo le pasé la pregunta a él y me dijo que sí, que 5.000 euros, me quedé sorprendido y al otro lado del teléfono la chica lo mismo, le pregunté que si estaba seguro, a ver si iba a ser 50 o 500 y él decía ‘no, no, no 5.000’, luego fue más». En cuanto habló de la cantidad le preguntaron, sin salir del asombro, cómo podía perder una mochila con ese dinero.  Luego relató al taxista que «venía de China y era normal traer dinero en efectivo, no era alumno de IE University, le dejé en el Acueducto [no ofrece más detalles], no sé a qué venía», aclara.    

Mientras en el tren acudían a verificar la denuncia, tras indicar el número de asiento y el vagón, el hombre se interesaba por si se podría encontrar, a lo que el taxista le trató de explicar que una mochila en un tren es muy difícil que la puedan coger, debido a los atentados terroristas. Le pagó la carrera, con tarjeta, unos 12 euros, y se despidió del taxista que, después, se enteraría del final, pero no porque haya vuelto a ver a su cliente, sino por una nota de la Policía.