Croquis para escapar del laberinto de la SG-20

Sergio Arribas
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Un día un tráiler se llegó a meter en la carretera que conduce a la estación del AVE y tuvo que dar la vuelta «como pudo». Otros coches dan vueltas a la rotonda de 'La Choricera' sin saber qué salida tomar. Circular por Segovia «es una aventura».

Croquis para escapar del laberinto de la SG-20

Nadie como un profesional del volante, con infinidad de ‘horas de vuelo’ por la ciudad, para trazar la radiografía. Al taxista Jesús Trujillo no le chirría la palabra «laberinto» para describir la ‘foto fija’ que hoy ofrece la SG-20. El ‘croquis’ que dibuja de la situación de la carretera lo confirma.  «Todo el mundo trata de evitar la variante. Es normal. Y el incremento de circulación por la ciudad, por las vías principales, es más del doble que antes de las obras», sentencia Trujillo. 

Conoce Segovia al dedillo, sus calles y carreteras de memoria, y no duda en sentenciar que trayectos que, en ciertas horas, se hacían en apenas tres o cinco minutos hoy se prolongan por espacio de 15, 20 ó 25 minutos. Recorridos más largos implican mayor tiempo por servicio y más gasto de combustible; con el consecuente impacto para el cliente, aunque también para el taxista, que puede atender menos avisos. Para prueba, un botón. Un cliente que tome un taxi en la estación del AVE Segovia-Guiomar con destino a Palazuelos, San Cristóbal, Tabanera, Parque Robledo o La Granja paga un euro más por la ‘carrera’. Para llegar a cualquiera de estos destinos, el taxi tiene ahora que recorrer al menos un kilómetro más. 

Para sortear las obras —con sus desvíos de recorridos interminables—, evitar el ‘colapso’ de vías principales y ahorrar tiempo, el taxista, como ya hacen otros muchos conductores, emplea ‘trucos’ y ‘atajos’. Es el caso de la salida desde Segovia a la AP-61 o la N-603, con destino Madrid. Aceptar el desvío señalizado implica llegar hasta la rotonda de Perogordo, a unos 5 kilómetros, y dar la vuelta —otros 5 kilómetros más— para tomar la autopista o la nacional. «Como yo, mucha gente se mete por la rotonda de la gasolinera de Carrefour y toma el vial interpolígonos», dice.

El taxista considera que los conductores segovianos tratan de evitar la variante y sus consecuencias, como los atascos que se producen en la rotonda de La Choricera. «Si todos los vehículos procedentes de la carretera de Valladolid desembocasen en esa rotonda —argumenta— el colapso sería total. No llegan ni el 30%. El otro 70% se ha buscado la vida para salir por Segovia o por otros sitios».

El ‘puzzle’ que hoy representa la SG-20 no es fácil de interpretar por muchos conductores, especialmente los foráneos, lo que ha provocado situaciones no exentas de riesgo para la seguridad vial y de las que ha sido testigo este taxista segoviano.  «Un día un tráiler se llegó a meter en la carretera de la estación del AVE y tuvo que dar la vuelta como pudo. Otros no saben donde ir y dan vueltas en la rotonda de la Choricera sin saber que hacer. Incluso he visto coches parados junto a la rotonda, tirando de GPS, porque estaban totalmente perdidos», explica.

Trujillo encuentra una sencilla explicación ante este «caos circulatorio» y la multiplicación de la presencia de vehículos en arterias principales y vías como San Gabriel. «Cada tramo de obras de la SG-20 se ha adjudicado a una empresa diferente. Cada una ha ejecutado sus obras sin preocuparse si la otra había acabado o no su parte. Creo —afirma— que la coordinación ha brillado por su ausencia».

LAS URGENCIAS. El testimonio de José Reina refleja impotencia y resignación. Curtido en años de experiencia como conductor de ambulancia en el servicio de emergencias 112, subraya que la ciudad «está colapsada a cualquier hora» y que nunca, como ahora, han tenido tantas dificultades para sortear el tráfico y atender los avisos. A consecuencia de las obras de la SG-20, que han limitado las entradas y salidas a esta carretera y generado un intenso volumen de tráfico por el interior de la ciudad, «estamos tardando más de lo que sería aconsejable. Es una evidencia. Las obras están atrasando todos los avisos». 

Reina, a modo de ejemplo, explica que hace unos días recibieron un aviso en la Plaza de San Sebastián, en el casco antiguo, y, por culpa de la «saturación» que soportan vías como la calle San Gabriel o Padre Claret, la ambulancia tardó 17 minutos en llegar a su destino desde Sanidad, en la avenida de Juan Carlos I. «Notamos mucho más tráfico, es un caos», afirma el conductor, que ya ha asumido que las ambulancias no pueden circular por San Gabriel — «está saturada, no podemos pasar por ahí»— , mientras que, como quiera que muchos conductores tratan de sortean esta calle, dando un rodeo por el último tramo de Padre Claret, el más próximo al Acueducto, «hay tanto tráfico que no podemos adelantar por la izquierda». «Aunque buscamos itinerarios alternativos, hagas lo que hagas, no puedes ir rápido, es problemático, es una aventura total», dice.

Este profesional admite que los desvíos señalizados de la SG-20 implican recorridos largos. Tanto es así que el GPS «no te mete por la variante, lo hace por la ciudad», afirma. De hecho, las ambulancias que reciben avisos de la zona sur, de Revenga a El Espinar, no utilizan el desvío para salir a la autopista AP-61 que implica llegar hasta Perogordo, sino que lo hacen por el vial interpolígonos, una vía, estrecha y sin arcén, que soporta un tráfico de 9.500 vehículos al día, según Policía Local.

Reina ‘cruza los dedos’ para que no ocurra un caso grave que precise atención médica inmediata y que, por culpa del tráfico, se pierdan unos minutos que puedan ser preciosos. En este sentido, confiesa que trayectos que antes se hacían en 7 minutos ahora se pueden convertir en 15. «Si voy a recoger a mis hijos al colegio —dice— pues me da igual tardar cinco minutos más o menos, pero si voy a una urgencia, la cosa cambia, la ciudad está colapsada y el tráfico es hoy un obstáculo para los pacientes».

Angel Esteban, propietario de una empresa de reparto, considera que las obras han generado situaciones «inauditas», como el cierre prolongado de la salida hacia el Sotillo y Torrecaballeros. «Para quienes, por ejemplo, tienen negocios a la entrada de Torrecaballeros, el daño es importante», afirma el propietario de Transportes M.Esteban, que admite cómo sus repartidores tienen que soportar frecuentes atascos. También habla de «despropósitos» como tener que llegar hasta la glorieta de Perogordo y dar la vuelta para tomar la salida a Madrid. «No sé si hay otra forma. Creo que sí, aunque nunca quieren asumir unos mínimos riesgos», afirma Esteban, que no entiende el porqué no existe una señalización nocturna para unas obras de este calibre.

Uno de los municipios más afectados por las obras de la variante es Torrecaballeros, como asegura su alcalde, Rubén García, que habla de que entre sus vecinos existe «preocupación y hartazgo».

«Quienes vivimos en Torrecaballeros llevamos meses viéndonos seriamente afectados por unas obras que cortaron la salida de la circunvalación hacia la N-110 y que nos impiden incorporarnos a la SG-20 en dirección Valladolid», afirma el regidor. «Estos cortes, sumados a los de otras salidas, hacen que actualmente la SG-20 —subraya el alcalde— no sea para nosotros una vía de acceso válida a nuestro municipio, teniendo que optar por hacer largos trayectos con desvíos complicados o bien por atravesar la capital por vías tradicionales congestionadas a determinadas horas».

Bien lo sabe Mercedes, vecina de Torrecaballeros, forzada a adentrarse con su automóvil en la ciudad para llevar a su madre, por la mañana y por la tarde,  al CISS de La Albuera. De circular por la SG-20 a hacerlo ahora por Vía Roma y San Gabriel, emplea el «doble de tiempo» para llegar a su destino. «O doy la vuelta por La Granja o Tabanera, que es un incordio, o me meto por la ciudad. Desde la Fábrica de Loza hasta La Albuera es horroroso, todo está colapsado. El calvario es diario», afirma Mercedes, que vive una situación en la que pueden reflejarse muchos otros vecinos del alfoz.