Zuloaga: un robo de novela negra

Sergio Arribas
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¿Fue por encargo o por venganza?. La Policía investiga la desaparición del panel cerámico de la tumba de Daniel Zuloaga Olalla, una sustracción sobre la que se ciernen múltiples incógnitas

Panel que ha sido robado y que cubría el nicho. - Foto: D.S.

La historia tiene todos los elementos de intriga y misterio propias de una novela de Agatha Christie. Se trata de un robo inusual, en un escenario nada corriente y por unos motivos, por ahora, desconocidos. El misterio rodea el robo, en el cementerio del Santo Ángel de la Guarda, del panel cerámico que decoraba el nicho de Daniel Zuloaga Olalla (1922-2000), nieto del ceramista universal Daniel Zuloaga Boneta (1852-1921). «O es un robo por encargo o, simplemente, por venganza, para hacer daño a la familia», comenta Juan Daniel Zuloaga Khoyan, hijo de Daniel Zuloaga Olalla, que fuera profesor de la Escuela de Arte de la Casa de los Picos y del que heredó el taller cerámico que hoy regenta en la Plaza de la Merced.

Zuloaga Khoyan, quien, este martes, presentó la denuncia del robo ante la Comisaría de Policía, descubrió el saqueo tras la llamada de un amigo hace unos días, al comprobar en una visita la ausencia del panel. Sin embargo, los responsables del camposanto, «notaron la falta [del panel cerámico] hace un mes o mes y medio», aunque no avisaron de la desaparición a la familia porque «según me han dicho ahora, no sabían a quien llamar, porque hay muchos descendientes de la saga Zuloaga». Es más, le confesaron que en el Ayuntamiento llegaron a sospechar que se lo había llevado la propia familia, algo que jamás pasó por la imaginación del biznieto de Daniel Zuloaga Boneta, conocedor del enorme valor sentimental que la pieza tenía para su padre.

En 1966, Daniel Zuloaga Olalla regresó de Argentina y decidió sustituir la tapa del nicho donde descansan los restos mortales de su madre Rosa Olalla García (1891-1952) y de su abuela María García Lavín (1864-1927). Aquella tapa de pizarra negra pintada de oro fue sustituida por un panel cerámico para nichos que se encontraba en el taller de San Juan de los Caballeros y que Zuloaga Khoyan atribuye a su abuelo Juan Zuloaga Estringada (1884-1968), aunque no descarta que fuera obra del mismo Daniel Zuloaga Boneta. El panel de azulejos de loza blanca, que representa el descendimiento del Cristo de la Cruz, es de la década de 1910 y está decorado con colores en bajo-baño, de esmalte transparente y con lustres-reflejos metálicos a tercer fuego.

Estado actual del nicho, tras el robo.Estado actual del nicho, tras el robo. - Foto: D.S.

Un robo ‘limpio’. Quien sustrajo el panel —y del aplique y puerta de hierro fundido en relieve con su cristal—sabía como retirarlo sin dañar la pieza, sospecha el hijo de Zuloaga Olalla. «Hay que saber usar la espátula y las herramientas. No han dejado ni un trocito de azulejo, ni un tornillo. Es un robo limpio», comenta Zuloaga Khoyan, que intuye que fueron al menos dos los ladrones, por aquello de la escrupulosa cirugía de extracción y la presumible rapidez en la huida, que implica saltar la alta tapia del cementerio.

¿Fue por una motivación económica? «El panel era bonito, pero su valor siempre es relativo. Puede ir de 300 a 6.000 euros», comenta el biznieto del Daniel Zuloaga Boneta, que considera que si él tuviera que realizar una copia, con la misma técnica, el precio no superaría los 1.500 euros. El descendiente de la saga comenta que existe una decena de tumbas en el camposanto decoradas con azulejos del antiguo taller de San Juan de los Caballeros y, de hecho, asegura, existe una con la misma escena, del descendimiento, firmada por Zuloaga, aunque del año 1937. 

Más fotos:

Retrato de Daniel Zuloaga Olalla.
Retrato de Daniel Zuloaga Olalla. - Foto: Diego de Miguel
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La historiadora segoviana Mercedes Sanz de Andrés, especialista en patrimonio funerario, admite que quedó «impactada» al conocer el robo del panel. «Es algo que en Segovia no ha ocurrido nunca. Me duele doblemente, porque es una obra de valor patrimonial, pero también uno siente que se llevan un poco de nuestra identidad cultural. Espero que detengan a los autores y recuperen la pieza», apunta Sanz, que destaca cómo, al margen del valor de la composición cerámica, «la puerta que enmarcaba el nicho tenía una iconografía mortuoria muy interesante».