Cómo sobrevivir al WhatsApp del colegio

Sergio Arribas
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El 'chat' sustituye a los corrillos de padres a las puertas de los colegio. Pero, ¿cómo evitar el bombardeo de mensajes, las charlas superfluas y el uso inapropiado? El CEIP de Santa Eulalia implanta la figura de los 'padres delegados'

Padres delegados de grupos de WhatsApp del CEIP Santa Eulalia. - Foto: S.A.

La agrupación de Chiclana fue una de las sorpresas más agradables de la noche. Así tituló el digital gaditano ‘la vozdigital.es’ su crónica sobre la actuación de ‘Los Varbateños’ en el Carnaval de Cádiz. El cuplé que interpretó la chirigota chiclanera arrancaba con una confesión: «solo hay una cosa que me da miedo, los grupos de WhatsApp de padres de los colegios». La letra, de Luismi Rossi y Álvaro García, ironizaba sobre las conversaciones superfluas, inútiles o innecesarias, que versan sobre tareas escolares, cumpleaños y la ropa extraviada de sus hijos; sobre esos cientos de mensajes acumulados sin leer o el cruce de mensajes interminables, emoticonos incluidos, que hacen estas charlas incomprensibles.

En la era de la información, el chat de wasap —la RAE recomienda escribirlo así, antes que WhatsApp o guasap— ha sustituido a las charlas en corrillo a las puertas de los colegios. Aunque puede suponer un medio ágil para tener información sobre nuestros hijos y su centro educativo, no es difícil que se produzcan desagradables episodios derivados del uso inapropiado o abusivo de la herramienta, la más popular de mensajería instantánea, que acaba de cumplir una década.

No es infrecuente el bombardeo constante de mensajes del tipo : «alguien ha visto el jersey azul de mi niño», al que suceden decenas de mensajes: «algo comentó la seño», «luego lo miro, que voy esta tarde al cole» o «a mí me pasó el jueves»; mensajes que se intercalan con otros del tipo «¿cuándo es el día de la excursión?» o «¿dónde habéis comprado el gorro verde para el disfraz?»; charlas que se tornan indescifrables si, para más inri, se acompañan de emoticonos de guiños, sonrisas, besitos y aplausos.

Es una herramienta útil aunque con riesgo si, por ejemplo, el papá o mamá de turno utiliza el chat para quejarse de algún profesor o padre; o si lo aprovecha para propósitos ajenos al motivo del grupo, que suelen integrar no menos de treinta usuarios. No es extraño que ante charlas virtuales superfluas o inadecuadas, que poco tienen que ver con el colegio y los escolares, haya padres que abandonen estos chats: «fulanito ha abandonado el grupo».

Uno quien lo hizo fue el tuitero Eugenio D’Ors, que compartió en esta red su experiencia en un grupo de padres de WhatsApp. D’Ors publicó un ‘hilo’ en el que desveló como logró que le expulsaran del grupo de wasap de padres del colegio de su hija. Y se hizo viral en Twitter. 

¿Hay esperanza para los grupos sean útiles y no haya deserciones? La chirigota gaditana debe espantar miedos, porque existen fórmulas de éxito, como la que, desde el curso 2015-2016 opera en el CEIP Santa Eulalia de la capital segoviana. El sistema se basa en la creación de la figura de ‘padres delegados’; esto es, progenitores que se responsabilizan del grupo de wasap de cada curso.

El director del centro, Miguel García, explica que se trata de una idea «copiada» de un colegio de Fuenlabrada (Madrid). Para ahorrar en gasto de papel y «por una cuestión también ecológica» las circulares pasaron a enviarse por correo electrónico, aunque había padres que o no lo miraban o no tenían dirección de ‘email’. 

Al final se optó por el wasap, el canal de mensajería instantánea universal, e implantar el sistema ‘importado’ de Fuenlabrada. Cada curso tiene un ‘padre delegado’ del grupo de wasap, que se encarga de recopilar e introducir en el grupo los teléfonos de los progenitores de los alumnos. En el CEIP Santa Eulalia, que cuenta con unos 200 alumnos, hay 9 ‘delegados’ —6 madres y 3 padres—, esto es, administradores de otros tantos grupos de WhatsApp. 

A través de ‘WhatsApp web’ la dirección del centro les envía información — desde excursiones, visitas y todo tipo de actividades hasta convocatorias de becas o ayudas para la compra de libros—y ellos las difunden en sus respectivos grupos. Los padres voluntarios se encargan de dar de alta o baja a los padres del grupo, así como de notificar al centro los que no tengan la aplicación para teléfono móvil para hacerles llegar la información por otros medios. 

Recomendaciones. El centro también envía, varias veces a lo largo del curso, toda una serie de recomendaciones para que los ‘delegados’ se lo transmitan al resto de padres sobre el ‘buen uso’ de la herramienta, como solo utilizarla para intercambiar información útil sobre su hijo y el grupo de clase. Se pide respeto a los demás y a su intimidad, que no escriban lo que no dirían a la cara, que eviten comentar rumores, que no compartan en el grupo contenidos que atenten contra la privacidad de nadie ni sean ofensivos hacia otros, sean padres o profesores, y que no utilicen el grupo para conversaciones entre dos personas.

«No es la agenda diaria de los chicos, que tienen que ser autónomos y responsables. Esto —dice— es algo que nos ha costado que algunas familias lo entiendan». De la misma forma, si un padre tiene algún problema que resolver con el profesor de su hijo, no debe comentarlo en el grupo; como tampoco realizar consultas sobre la marcha de los alumnos, para los que debe seguir utilizando el cauce habitual, por teléfono o en persona. 
«Tampoco se meten comentarios políticos y deportivos y bulos que puedan generar intranquilidad», añade el director, que precisa que en 4 de los 9 grupos —por que así lo ha demandado el padre delegado— está incluído el móvil del colegio, para que la dirección «pueda intervenir para atajar algún conflicto». 

«Sí nos ha pasado, aunque de forma puntual, que han escrito algún mensaje inapropiado sobre algún maestro, por mala información, la mayoría de las veces y si vemos que puede haber problemas, lo intentamos atajar», añade.
Si un niño está enfermo y ese día no va a acudir a clase se puede informar a través del grupo, aunque «recomendamos que los padres lo hagan a nivel particular»; así como de actividades que requieran la participación conjunta de la comunidad educativa, como puede ser ahora, «el echar una mano a la maestra para las actividades de Carnaval» del colegio.

Correa de transmisión. Juan Marugán es ‘padre delegado’ del grupo de wasap desde primero de infantil. Asumió la responsabilidad ante la ausencia de voluntarios. No ha tenido problemas. «En mi grupo nunca se habla de temas que no tengan que ver con el colegio, eso lo dejé bien claro desde el principio», explica Juan, que no pone inconveniente en servir de ‘correa de transmisión’ entre los padres y la dirección del colegio. 
Marta González, administradora del grupo de segundo de infantil, asumió la tarea a sugerencia del profesorado, en tanto que todos eran conscientes de que otras madres, inmigrantes, no controlaban aún el idioma castellano. «El año pasado tuvimos al principio una mala experiencia. Si un niño llegaba con un pequeño arañazo o un golpe el padre lo decía en el grupo y se generó inquietud y algún malentendido», explica. Finalmente, mantuvieron una reunión, se volvió a recordar a los padres el propósito y objetivos del grupo de wasap y, a propuesta suya, se incluyó el teléfono del centro.

«Es importante que el equipo directivo esté incluído, que participe en la información que se intercambia. De esta manera el uso será correcto y, en caso de empezar a no serlo, se puede atajar antes», sostiene Marta, que aclara que, a diferencia del año pasado, donde hubo algunos episodios de «mal uso», este año «funciona muy bien». «Los grupos de WhatsApp bien utilizados son muy útiles, no solo para recibir información de los padres o la profesora, nos sirve para avisar cuando los peques están malos, si algo de más está en las mochilas, para recordar eventos extraordinarios… y es también una forma de ‘hacer piña’ para ayudar a los proyectos del centro», añade esta ‘madre delegada’.

Lista de difusión. En el CEIP de Santa Eulalia, los grupos de WhatsApp no restan mucho tiempo a los padres que los administran, como apunta Ana Valverde. «Cuando se trata de información que viene del colegio —dice— la transmito de forma inmediata, a veces casi sin leerla, para que no se me olvide hacerlo». Por su parte, Gema Muñoz también gestiona otro grupo de wasap del colegio, aunque, en su caso, «nosotros solo tenemos lista de difusión», esto es, sin posibilidad de que los padres hagan comentarios. «Puedo mandar información a los padres pero ninguno puede opinar. Lo hacemos así porque con el wasap convencional tuvimos antes algún problemilla», afirma.

Además de los grupos ‘oficiales’ de WhatsApp del CEIP Santa Eulalia, existen otros que funcionan «en paralelo». Y es que, según admiten, por cada clase existen uno o varios grupos de WhatsApp «privados» que integran un puñado de padres y madres a quienes les une una relación de amistad. Aquí no se cumplen reglas ni recomendaciones.  Son los clásicos corrillos a la puerta del colegio —en formato de charla virtual—, sin ningún filtro, mediador o padre delegado; fuente de inspiración del cuplé que ha encumbrado a la chirigota de Chiclana.