Esteban Vicente presenta a Christian Hugo

A.M.
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Una exposición en el Museo de Arte Contemporáneo reúne obra de ambos artistas en una conversación plástica y conceptual

Christian Hugo Martín en una vitrina donde presenta el material con el que trabaja. - Foto: Rosa Blanco

Con motivo de una exposición en Nueva York, hace 30 años, el artista Christian Hugo Martín (Segovia, 1969), conoció a su paisano Esteban Vicente (Turégano, Segovia, 1903- Nueva York, 2001) con quien entabló amistad y quien, además, le dijo: «Te voy a ayudar».  Se acaba de abrir al público en el Museo de Arte Contemporáneo que lleva el nombre de uno de los representantes del expresionismo abstracto americano,  la exposición 'Al color del fuego', hasta el 30 de enero, donde convive la obra de ambos, aunque en el reencuentro predomina el trabajo de Martín, que ha centrado su actividad artística de los últimos cinco años.    

Christian Hugo Martín, cuya trayectoria se remonta a 1986 cuando tiene su primera individual en el Casino de La Unión,  saliendo luego a Estados Unidos,  Italia, Francia,  México o Rusia, había conocido a Vicente en un viaje a Nueva York, en 1992, donde surge una amistad que se sella con esta exposición –después de intercambios epistolares y otros encuentros–, concebida por su comisaria, Ana Doldán, como una conversación plástica y conceptual a través de una selección de obras de ambos. 

En aquel encuentro hablaron de conceptos como el color, la luz y, sobre todo, asegura Doldán, «acerca del sentido de respirar la pintura que es lo que para nosotros ha sido el hilo común que conecta ambas propuestas artísticas y que hemos intentado plasmar en tres las salas del museo y sus pasillos correspondientes».

A Christian Hugo le emociona este reencuentro, nada menos que Esteban Vicente haciendo de cicerone de su obra, en el sentido figurado,  que no estaba pensaba para convivir con la del maestro, excepto los collages. Dos caminos distintos que han terminando encontrándose por obra de Ana Doldán, quien ha sabido ver cómo ambos artistas «parten de la observación de la naturaleza y un diálogo íntimo con ella para dar a luz sus distintas obras».

En lo personal también existe  conexión, más mundana, la influencia del padre de cada uno en su dedicación posterior al arte. Por un lado, Toribio Vicente, los domingos, llevaba al Museo del Prado a sus hijos Esteban y Eduardo, inlucándoles el interés por la pintura.   

De niño y en la adolescencia, Christián acompañaba a su padre, el profesor José María Martín,  historiador, cuando tomaba notas y punteaba sobre un papel las huellas de los anclajes de las letras que figuraban en la cartela del Acueducto, para después establecer la fecha aproximada de construcción del monumento romano. También en sus recorridos por la provincia descubriendo y recuperando lápidas junto a carreteras o en escombreras. Vicente se formó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, pero en escultura,  por lo que al inclinarse por la pintura tuvo que aprender la técnica del óleo, mientras que, como autodidacta, el amor por el patrimonio histórico artístico llevaron a un licenciado enCiencias de la Información, en la rama de Publicidad, a dedicarse al arte en diferentes soportes, incluso partiendo de papeles quemados.

Doldán ha encontrado una diferenca en ejecutar las obras: «Christian interviene con todo el cuerpo, es una experiencia muy individual, en el caso de Vicente, que utilizaba la pistola de color, hay una distancia», pero vuelve a lo que les une: «Ambos no se adscriben realmente a un movimiento, aunque Esteban estuvo relacionado con los miembros del expresionismo abstracto americano, era un alma libre, y Christian es un artista con personalidad propia difícil de adscribir a un movimiento concreto».

De la muestra destaca la sala en la que, a través de fotografías y vídeo, Christian Hugo reflexiona sobre la vida y la muerte, «como el paso de uuna ola que va y viene».