«El ideal de masculinidad de ser fuerte te impide aprender»

Magdalena Tsanis (EFE)
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El intérprete se mete en su nueva película 'Ad Astra' en la piel de un astronauta que busca a su padre en los confines del Sistema Solar, en un filme que reflexiona sobre el rol clásico del hombre frente a la capacidad de amar a los demás

«El ideal de masculinidad de ser fuerte te impide aprender» - Foto: MARIO ANZUONI

Tras superar varias crisis personales y adicciones, Brad Pitt vuelve a demostrar por qué es una de las mayores estrellas de Hollywood. Con lo último de Tarantino aún en cartelera, mañana se estrena Ad Astra, una odisea espacial de James Gray que cuestiona los valores asociados a la masculinidad.

«Crecimos con esta idea de la masculinidad que consiste en ser fuerte, no mostrar debilidad... pero esa idea es una cárcel que te impide aprender de tus pasos en falso, de tus zonas más frágiles, es una barrera que te impide abrirte a los que amas», anotó ayer el actor a su paso por el Festival de Venecia.

En Ad Astra interpreta a un astronauta que viaja a los confines del Sistema Solar para buscar a su padre (Tommy Lee Jones), que lleva años desaparecido en el espacio exterior.

Pitt es también el productor del filme, una faceta que lleva desarrollando más de una década y con la que ha conseguido incluso más reconocimientos que como intérprete: 12 años de esclavitud (2013) y Moonlight (2016), se llevaron el Oscar a mejor película.

Ad Astra es un filme de ciencia ficción espacial, pero lo que cuenta es la historia de un hombre con un fuerte bloqueo emocional.

Esa era la idea, usar un artefacto de ciencia ficción para entregar una película muy íntima que es un viaje oscuro del alma de un personaje que, al encontrarse completamente solo, no le queda más remedio que enfrentarse a sí mismo, sin distracciones, reconciliarse con su propio duelo, su dolor, sus remordimientos y la vergüenza que siente de sí mismo.

Ahora hablamos mucho de feminismo, pero lo interesante es que esta película pone sobre la mesa la otra cara de la moneda, la crisis de los valores masculinos.

James y yo hablamos mucho sobre cómo crecimos con esta idea de la masculinidad que consiste en ser fuerte, en no mostrar debilidad, que no te falten al respeto... pero esa idea es una cárcel que te impide aprender de tus pasos en falso, de tus zonas más frágiles y en definitiva es una barrera que te impide abrirte.

En los últimos años, ha superado varias crisis personales, ¿le ha ayudado eso a entender este papel? ¿Se imagina haberlo hecho en otro momento vital?

En todas las películas pones algo personal, tienes que hacerlo porque de otro modo no funciona. Siempre me planteo qué tengo yo que aportar a una película. Esta ha llegado en este momento porque tanto James como yo estamos muy interesados en estos temas.

¿Qué opina del empeño humano por conquistar el espacio exterior?

El hombre siempre ha sido un pionero que desea explorar lo desconocido y seguiremos siendo así, pero lo que viene a decir la película es que, mientras tanto, no olvidemos cuidarnos los unos a los otros.

Ha dicho que la motivación de su trabajo como productor es promover el talento. Con un físico como el suyo, ¿no le ha servido también para hacerse respetar en la industria?

No, no lo creo. Creo que el respeto es una consecuencia del buen trabajo. Siempre he amado la narración de historias y en particular a través del cine. Producir es una manera de participar en historias en las que no necesariamente encajo como actor pero que siento que tienen un poder, un peso y que dicen algo sobre el tiempo que vivimos.

Con la taquilla dominada por superhéroes, cine de género y familiar, parece cada vez más difícil hacer ese tipo de películas. ¿Cuál es su experiencia como productor en ese sentido?

Las cosas han cambiado mucho, las películas son cada vez más caras, especialmente la promoción, de modo que los grandes estudios se ven forzados a volcarse en superproducciones-espectáculo, mientras que las historias más íntimas o verdaderas parecen condenadas a pequeños presupuestos. Con cintas como Ad Astra combinamos las dos cosas; es una apuesta cada vez más complicada, al menos para la pantalla grande, pero yo sigo empeñado en ello.