El campeón que domó al 'Potro'

R. Pasalodos (SPC)
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El recién fallecido Pernell Whitaker ganó en 1991 el título de peso ligero a un Poli Díaz que llegaba imbatido, pero que se vio vapuleado

El campeón que domó al Potro

El accidente que sesgó la vida de Pernell Whitaker el pasado lunes en la ciudad estadounidense de Virginia Beach terminó con la leyenda de un boxeador que fue campeón del mundo en cuatro categorías distintas -ligero, superligero, welter y superwelter- y  que cerró su carrera pugilística con un total de 40 victorias en 45 combates, 17 de ellas antes del límite, además de una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984. 

Nació en Norfolk (1964), en el estado de Virginia. Despuntó mucho antes de ser profesional y en su trayectoria amateur fue medallista de plata de los Campeonatos Mundiales de 1982, ganando después las medallas de oro en los Juegos Panamericanos de 1983. De las 214 peleas registradas como aficionado, ganó 201, 91 de ellas por K.O.

En el ring siempre se caracterizó por su inteligencia, su técnica y por su juego de piernas. Era zurdo y con un estilo poco ortodoxo, ya que peleaba en muchas ocasiones con las manos bajas, esquivando los golpes mediante el juego de piernas y contragolpe, con golpes certeros y retiradas. La revista The Ring lo colocó el número 10 de la lista de los mejores boxeadores de la Historia, ‘libra por libra’.

Combate esperado.

Sin embargo, en España siempre será recordado por ser el púgil que frenó la imbatibilidad de Poli Díaz.

Fue una calurosa madrugada del 27 de julio de 1991. El ‘Potro de Vallecas’ llegaba a Norfolk con un pleno de victorias en 32 combates como profesional y con el ánimo de arrebatarle el título de campeón de pesos ligeros a ‘Sweet Pea’. No obstante, a pesar de su gran ratio de triunfos, lo cierto es que Poli se presentó a la pelea con 13 kilos de sobrepeso y tras haber pasado tres días en saunas y comiendo frutas y manzanas para adelgazar.

Díaz saltó a la lona aparentemente tranquilo y no paró de moverse entorno a su adversario. «En el primer asalto, Whitaker se hizo pronto con el centro del ring, mientras que su rival bailaba a su alrededor. El madrileño, excesivamente impetuoso amenazó con numerosos golpes que fueron hábilmente esquivados por el estadounidense», rezaba la crónica al día siguiente en el diario ABC. 

La garra del vallecano era respondida con las contras del virginiano, que por otro lado no tenía prisa por acabar el combate antes de los 12 asaltos pactados. «Las hostilidades parecieron desecadenarse en el tercero. Poli  lanzó una gran serie de golpes que hicieron merma en el cuerpo de su adversario», continúa el relato. 

El guion se mantuvo toda la pelea: una agresividad incontrolada por parte del ‘Potro’ y una estrategia inteligente y mucho más técnica, por parte del americano. «En el sexto, Poli pareció optar por jugárselo todo.

Quizá sabedor de la mejor preparación de su contrincante, o quizá consciente de que su poderío se sustentaba exclusivamente en su bravura», explicaba el rotativo español. A mitad del combate, el cansancio ya hacía mella en el cuerpo del madrileño mientras que ‘Sweet Pea’ hacía gala de paciencia, físico y una disciplina casi militar. 

A pesar del agotamiento y la mayor entidad del adversario, el vallecano aguantó los 12 ‘rounds’, algo que nadie preveía, si bien en los últimos asaltos el español ávido de victoria se lanzó a la desesperada con golpes casi suicidas y movimientos de piernas erráticos, mientras que Pernell evitaba el cuerpo a cuerpo y «hacía valer su diferencia de técnica». La victoria a los puntos para el virginiano fue unánime y abrumadora (120-108, 120-107, 120-106).

Sin piedad.

Tras la pelea, Whitaker no tuvo piedad con su rival: «No demostró ser el campeón que dice ser», recogía el Mundo Deportivo al día siguiente. El español y el estadounidense no tenían buenas relaciones y el revalidado campeón quiso dejar constancia de ello: «Hice exactamente lo que quería, que era castigarle durante los 12 asaltos. No quería noquearle porque todo hubiera sido más rápido para él y yo me habría divertido menos. Lo único que me interesaba era que aguantara de pie para seguir golpeándole», declaró. Bravuconadas solo reservadas a genios y figuras.