El Castillo de Cuéllar no siempre fue así

Cristina Sancho
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El arquitecto Juan Armindo Hernández publica un libro que muestra la evolución de la fortaleza y las murallas a través de investigaciones y recreaciones basadas en documentos reales.

El Castillo de Cuéllar no siempre fue así

Las edificaciones históricas son una muestra del devenir de los siglos y de cómo las construcciones se adaptan a las necesidades de la época. El arquitecto cuellarano Juan Armindo Hernández, pretende dar a conocer la arquitectura y la historia del castillo palacio de los Duques de Alburquerque y de las murallas de la villa a través de una publicación que presentará el próximo 4 de enero. Parte de este trabajo forma parte de la tesis doctoral que presentó en 1992 con una investigación que arrancó en 1986 pero que de forma más intensa se ha desarrollado en profundidad en los últimos tres años. 

A lo largo de más de 350 páginas hace un repaso por la historia de Cuéllar, la influencia de Don Álvaro de Luna en la construcción del castillo y de la casa de Alburquerque y profundiza en las distintas etapas de su construcción desde el Siglo X. «Uno de los capítulos del libro lo dedico a mostrar los relatos, libros y dibujos de los visitantes desde el siglo XVIII hasta el siglo XXI. Es muy bonito porque hay relatos de zonas que ya han desaparecido y es muy ilustrativo», comenta el autor. 

Entre otras de las curiosidades que descubre en el libro son las reformas, ampliaciones o construcciones que estaban previstas pero que por circunstancias de la época no se llevaron a cabo. Repasa cómo fue la evolución de la fortaleza a lo largo de los distintos reinados y los diferentes estilos arquitectónicos, las aportaciones realizadas en cada intervención e incluso se dedica un espacio con una recreación de lo que pudieron ser los jardines renacentistas que existieron y que en la actualidad forman el parque de la Huerta del Duque.

«Desde que tenemos datos, el castillo ha cambiado mucho porque cada poca ha tenido una ampliación que contrastaba mucho con la anterior, con la parte gótica, en el siglo XVII y XVIII», comenta. En su investigación ha descubierto que por ejemplo existen unos planos e incluso una memoria de obra que proyectaba la realización de una capilla y unos cuartos o salones en 1685 que finalmente no se llegaron a construir.

Armindo aporta estos planos y una sección de volúmenes de la capilla que ayuda al lector a imaginar cómo pudo ser y no fue. Además explica que existía una capilla exterior que se demolió en los años 40 del pasado siglo aportando fotografías de los restos que hoy en día no se conservan. 

MURALLAS. Hernández también dedica un espacio a las puertas de las murallas de los dos recintos amurallados, las antemurallas y la barbacana que según apunta están casi desaparecidas. No obstante, por los restos existentes y a través de la fotografía aérea se ve por donde transcurría. Durante su estudio ha encontrado datos que demuestran la existencia de la puerta de la Trinidad y de Carchena que tenían características similares a la de San Andrés. «He hecho una reconstrucción de esas puertas que han desaparecido, he tomado medidas de lo poco que queda y he realizado una reconstrucción. Hay datos suficientes para hacer composiciones arquitectónicas que demuestran la importancia que tuvo Cuéllar con un recinto amurallado de los más importantes de Castilla y León. La pena es que se ha ido demoliendo a partir del Siglo XIX», detalla. 

Gracias a documentos encontrados por ejemplo en el Ministerio de Cultura, Juan Armindo ha podido comprobar que lo que hoy conocemos como arco o puerta de San Basilio se llamaba en realidad puerta de Robledo. «He encontrado fotografías de los años 70 de cómo era la puerta antes de la restauración que conocemos ahora», comenta. Las puertas son lo que más ha llamado su atención en estos años de trabajo, así como los numerosos restos de arquitectura mudéjar que hay en la muralla y en los torreones. 

Los documentos que también ha encontrado en el Archivo Histórico Nacional han contribuido a conocer un poco más sobre los orígenes de la villa. Según explica, existe un documento de 1078 en el que unos vecinos donan unas tierras al monasterio de Santa María de la Cuesta, lo que a juicio de Armindo quiere decir que la repoblación no fue en 1096 como se había pensado sino anterior a 1078. Así mismo apunta que también hay datos de que los leoneses entraron en lo que hoy es Cuéllar en la primera década del Siglo XI por lo que señala que la repoblación conocida de Pedro Ansurez, no fue la primera sino la segunda repoblación de la villa. 

Gracias a este trabajo de investigación queda constancia de un testimonio escrito que muestra lo que había, la importancia de los restos que existen y el valor de que estos se conserven, porque, como señala el arquitecto, «cuanto más se conozca más se puede conservar».