Locas por la canasta

Nacho Sáez
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Carla Hernando y Daniela de Frutos ejemplifican el aumento de fichas que ha experimentado el baloncesto segoviano en los últimos tiempos. Empezaron a jugar con seis años y ahora no quieren ni oír hablar de dejarlo.

Carla Hernando y Daniela de Frutos rompen los estereotipos de los niños nacidos en este milenio. Mientras que la mayoría de los miembros de esta generación crecida en la era digital se pasa el día con un móvil entre sus manos, ellas lo que sujetan casi a todas horas es un balón de baloncesto. Son dos de esas jugadoras que ejemplifican el aumento de fichas en categorías inferiores que ha experimentado el basket segoviano en los últimos tiempos. 

Daniela comenzó a jugar cuando tenía seis años. «Lo veía en la tele, me llamaba mucho la atención y me quería apuntar», cuenta. La Liga Avispa Calixta la vio meter sus primeras canastas y ahora es posible que pronto esté compitiendo con el Unami en categorías autonómicas, por encima de lo que le correspondería por edad. De momento su equipo esta próxima temporada va a ser el Saltamontes Valverde, donde intentará poner en práctica todo lo aprendido con los vídeos que de vez en cuando se pone en casa de Amaya Valdemoro, su ídolo. 

También se fija en Miriam Rollán, a la que suele acudir a ver en los partidos que disputa el Unami de Primera División Nacional. Como ella, Daniela juega de base. En los entrenamientos, en los partidos y en el patio de casa, donde tampoco se separa del balón. «No me quiero cambiar nunca de deporte», asegura. Su entusiasmo ya se ha visto recompensado con poder participar en algunas de las concentraciones que ha celebrado el pasado curso el programa regional de detección de talento, en las que convivió con otros niños y niñas de Castilla y León.

En la que se desarrolló en Béjar (Salamanca) también estuvo Carla, que como Daniela tiene auténtica pasión por el baloncesto. Ya ha cumplido los 11 años, va a comenzar sexto de Primaria en el colegio El Peñascal y juega en el Deportivo Independiente, aunque ya ha comenzado a dar el salto al equipo infantil del CD Base; una categoría por encima de la suya, como Daniela. «Mi hermano mayor, Víctor, jugaba al baloncesto, así que me fijé en él y me empezó a gustar», explica esta base que invierte los recreos en estar lanzando canastas en el patio.

Cuando llega el fin de semana, si no está jugando con su equipo, está en el pabellón Emperador Teodosio viendo los partidos de las mayores del Unami. Desde los seis años, el baloncesto es una parte capital de su vida y tampoco quiere traicionar al deporte en el que, subraya, «me lo paso muy bien y me divierto».

Ahora, el objetivo de Carla y Daniela es continuar mejorando física y ténicamente y quién sabe si pronto estar entre las jugadoras de Castilla y León que acudan a los campeonatos de España. Por pasión por el basket no será.